Disfruto de una buena dosis de artrosis en las dos rodillas, por - TopicsExpress



          

Disfruto de una buena dosis de artrosis en las dos rodillas, por lo que ne molestan bastante cuando tengo que subir escaleras. Como, además, me falla la memoria, ocurre con frecuencia que, cuando estoy en el segundo piso de mi casa me doy cuenta de que he olvidado algo en el primero, y el resultado es que tengo que subir y bajar una vez más la maldita escalera. Incluso me dejo notas recordatorias en la puerta de la nevera, pero es en vano. La edad, dicen; las neuronas que, a medida que pasan los años, van muriendo, afirman; resignación, aconsejan. Anoche estaba ya a mitad de la escaleta, cuando caí en la cuenta de que no llevaba el vaso de agua que dejo cada noche en la mesilla. ¡Otra vez me fallaban las neurionas!. Elevé los ojos al cielo y exclamé: "¡Malditas neuronas! Señor, ¿no podías haberte esmerado y haberme creado con neuronas de repuesto?". Era una pregunta retórica, por supuesto, pero, para sorpresa mía, se abrió la trapilla por la que se accede al doblao y asomó la cabeza Dios. -¿Qué protestas de tus neuronas?- preguntó, frunciendo el ceño. Pude notar que Dios estaba de mal humor, pero tampoco yo me encontraba como en mitad de un jardín lleno de rosas."Digo que podías haberte esmerado un poco y haberme dado algunas neuronas más", repliqué."Oye bonita, yo suelo dotar a cada uno con la cantidad de neuronas que estimo más que necesarias", se mosqueó el Altísimo."¿Sí? ¿Y por qué las hiciste de tan mala calidad que, a partir de cierta edad, se nos mueren a puñados?", contraataqué. Dios me contempló con los ojos echando chispas. "¡Ah, así que ahora la culpa es mía¡ ¡Es culpa mía que tus neuronas se mueran de puro oxidadas que las tienes a fuerza de no usarlas! S te hubieras dedicado a pensar más, en lugar de pasarte el tiempo viendo la tele y leyendo novelas baratas, ahora tendrías las neuronas a pleno rendimiento". Había puesto el dedo en la llaga, pero me resistía a que se fuera de rositas, sin asomo de sentido de culpabilidad. "Bueno, -admití- algo hice mal y me arrepiento, pero ¿y ahora? Alguna solución me tendrás que dar". "¿Yoooo?- casi gritó Dios, ahora con los brazos en jarras- Seguro que, si hiciera algo, me acusarías de parcialidad o de saltarme a la torera tu libre albedrío" Empezó a cerrar la trampilla, pero se detuvo y me miró por encima del hombro, aún enfadado, pero con cierta compasión. "Bueno, mira: haz crucigramas y sudokus, como Concha Velasco o Amparo Baró", dijo. "¿Y si no me funciona, qué hago?", insisití, desesperada. Ni se dignó contestarme. "Bueno, vale- añadí, rabiosa- Veremos cómo te sienta cuando me haga budista, mahometana o de alguna secta de adoradores de ombligos o algo así". La trampilla se cerró mientras me llegaba, como en sordina, una voz que murmuraba entre dientes: "A mí, plim". Me quedé un rato en el descansillo, mientras repasaba mentalmente mis conocimientos de religión. Sabía que, de vez en cuando, Dios tiene un mal día, pero no creí que le molestara una simple reclamación del tipo "oiga-que-esta-cafetera-no-funciona"; pensaba que sólo se mosqueaba cuando una ciudad como Sodoma se dedicaba a fornicar como único pasatiempo, o cuando se ponían a adorar becerros de oro. Por otra parte, había leído relatos de los encuentros de Santa teresa de Jesús y de otros místicos con Él, y esas uniones eran arrebatadoras comuniones de amor,gozosas fusiones, y puro sentimiento sin necesidada de palabras. Bajé a por el vaso de agua, pensando que estas cosas sólo me pasan a mí. Sólo a mí se me puede aparecer Dios y resultar que es un borde total. Y encima, con hablares de chulo madrileño.
Posted on: Mon, 26 Aug 2013 16:21:52 +0000

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