«¿Dónde está la tumba de los dioses muertos? ¿Qué deudo - TopicsExpress



          

«¿Dónde está la tumba de los dioses muertos? ¿Qué deudo tardío riega sus túmulos sepulcrales? Hubo una época en que Júpiter era el rey de los dioses, y cualquiera que dudase de su poder era ipso facto un bárbaro y un ignorante. ¿Pero en qué lugar del mundo hay un hombre que venere hoy a Júpiter? ¿Y qué decir de Huitzilopochtli? En un solo año —y esto sucedió hace apenas cinco siglos— sacrificaron en su honor a 50.000 jóvenes y doncellas. Hoy nadie lo recuerda, excepto quizás algún salvaje errabundo perdido en la inmensidad de los bosques mexicanos. Huitzilopochtli, al igual que muchos otros dioses, no tenía un padre humano: su madre era un viuda virtuosa y lo engendró tras un coqueteo aparentemente inocente que mantuvo con el sol. Cuando él fruncía el ceño, su padre, el Sol, se detenía. Cuando lanzaba rugidos de ira, los cataclismo devoraban ciudades enteras. Cuando tenía sed lo rociaban con 40.000 litros de sangre humana. Pero hoy Huitzilopochtil está tan magníficamente olvidado como Allen G. Thurman. Quien fue otrora el par de Alá, Buda y Wotan, lo es hoy de Richmond P. Hobson, Alton B. Parker, Adelina Patti, en general Weyler y Tom Sharkey. * Al hablar de Huitzilopochtil recordamos a su hermano Tezcatilpoca. Tezcatilpoca era casi tan poderoso como él: consumía 25.000 vírgenes por año. Si me conducen hasta su tumba llorará y colgaré en ella una corona de perlas. Pero ¿quién sabe dónde está? ¿O dónde está la tumba de Quetzalcoatl? ¿O la de Xiehtecutli? ¿O la de Centeotl, tan dulce? ¿O la de Tlazolteotl, la diosa del amor? ¿O la de Mictlan?¿O la de Xipe? ¿O la de toda la región de Txitzimitles? ¿Dónde están sus huesos? ¿Dónde está el sauce del que cuelgan sus arpas? ¿En qué Infierno perdido e ignoto esperan la mañana de la resurrección? ¿Quién disfruta de sus bienes residuales? ¿O dónde está la de Dis, que según descubrió César era el dios principal de los Celtas? ¿O la de Tarvers, el toro? ¿O la de Moccos, el cerdo? ¿O la de Epona, la yegua? ¿O la de Mullo, el asno celestial? Hubo una época en que los irlandeses veneraban todos estos dioses, pero hoy incluso el irlandés más borracho se ríe de ellos. Sin embargo, no están solos en el olvido: el Infierno de los dioses muertos está tan poblado como el Infierno presbiteriano para párvulos. Allí están Damona, y Esus, y Durmeton y Silvana, y Dervones, y Adsalluta, y Deva, y Belisama, y Uxellimus, y Borvo, y Grannos, y Mogons. Todos ellos dioses poderosos de su época, venerados por millones, llenos de exigencias e imposiciones, capaces de atar y desatar, todos ellos dioses de primera categoría. Los hombres trabajaban durante generaciones para construirles templos gigantescos, templos con piedras grandes como carretas. El negocio de interpretar sus caprichos ocupaban a miles de sacerdotes, obispos y arzobispos. Dudar de ellos equivalía a morir, generalmente en la pira. Los ejércitos se ponían en campaña para defenderlos de los infieles: quemaban aldeas, masacraban mujeres y niños, robaban el ganado. Pero al fin todos se marchitaron y murieron y hoy no hay nadie tan desahuciado como para prestarse a honrarlos. ¿Qué ha sido de Sutekh, que otrora fue el dios supremo de todo el valle del Nilo? ¿Qué ha sido de: Reshep Baal Anat Astarté Ashtoret Hadad Nebo Dagón Melek Yau Ahija Amón-Re Isis Osiris Pta Moloch? Todos éstos fueron antaño dioses muy eminentes. El Antiguo Testamento menciona a muchos de ellos con miedo y escalofrío. Hace cinco o seis mil años estaban a la altura del mismo Yavé. Los peores de ellos estaban mucho más empinados que Thor. Sin embargo, todos se han ido por el sumidero, en compañía de: Arianrod Nuada Argetlam Morrigu Tagd Govannon Goibniu Gunfled Odín Dagda Ogma Ogyrvan Marzin Dea Dia Marte Iuno Lucina Diana de Éfeso Saturno Robigo Furrina Plutón Cronos Vesta Engurra Zer-panitu Belus Merodach Ubilulu Elum Y-dimmer-an-kia Marduk U-sap-sib Nin U-Mersi Perséfone Tammuz Istar Venus Lagas Beltis Nirig Nusku Nebo Aa En-Mersi Sin Asur Apsu Beltu Elali Kuski-banda Mami Nin-azu Zaraqu Qarradu Zagaga Ueras. Pídale al párroco que le preste un buen libro de religión comparada: los encontrará enumerados a todos. Eran dioses de alto rango, dioses de pueblos civilizados, en los que creían millones de personas que los veneraban. Todos eran omnipotentes, omniscientes e inmortales. Y todos están muertos». H. L. Mencken, Crestomatía de Mencken
Posted on: Sun, 01 Dec 2013 22:16:02 +0000

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