¿Dónde se halla el nombre de Dios en las traducciones de la - TopicsExpress



          

¿Dónde se halla el nombre de Dios en las traducciones de la Biblia que se usan comúnmente hoy día? La Versión Torres Amat: El nombre de Jehová se halla en Salmo 82:19 (83:18); Isaías 42:8; pero usa “ADONAI” en Éxodo 6:3; y sustituye el nombre de Dios por “Señor” en la mayoría de los casos. Versión Moderna: En esta traducción se usa consecuentemente el nombre Jehová en las Escrituras Hebreas, comenzando en Génesis 2:4. También aparece en una nota al margen en Hebreos 1:10. La Biblia al Día: El nombre de Jehová aparece en Éxodo 3:15, 6:3. Véanse también Génesis 22:14, Éxodo 17:15, Jueces 6:24 y Ezequiel 48:35. (Pero si esta traducción de la Biblia y otras traducciones usan el nombre “Jehová” en varios lugares, ¿por qué no son consecuentes y lo emplean en todos los lugares en que aparece el tetragrámaton en el texto hebreo?) Traducción de Felipe Scío de San Miguel: En una nota sobre Éxodo 6:3 dice: “Jehovah [...] Este nombre Adonai no se debe tomar en su propia significación, que es Señor, sino como está en el hebreo יהוה [...] Era tan grande la veneración que le profesaban, considerándole como el propio y esencial de Dios, y como la raíz y fundamento de los otros nombres del Señor, que solamente el Sumo Pontífice solía pronunciarlo públicamente cuando bendecía al pueblo en el templo [...] Después de la ruina del templo cesó enteramente de pronunciarse, y así se olvidó su primitiva y verdadera pronunciación; de donde se originó la variedad de opiniones, que hay en esta parte entre los Expositores”. En esta versión también se usa el nombre Jehovah en notas sobre otros textos. Véanse, por ejemplo, las notas sobre Génesis 17:1, Éxodo 34:5 e Isaías 42:8. (Es interesante notar que The Catholic Encyclopedia, 1913, tomo VIII, pág. 329, declara: “Jehovah, el nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento; por consiguiente los judíos lo llamaban el nombre por excelencia, el gran nombre, el único nombre”.) El libro del pueblo de Dios, la Biblia, por Levoratti-Trusso: Dice en la nota sobre Génesis 4:26 “‘El Señor’: siguiendo una costumbre judía, algunas versiones antiguas y modernas de la Biblia sustituyen con esta expresión el nombre del Dios de Israel, que en el texto hebreo aparece solamente con sus cuatros consonantes: YHWH. Hacia el siglo IV a. C., los Judíos dejaron de pronunciar ese nombre y lo sustituyeron por Adonai, “el Señor”. De allí que sea difícil saber cómo se lo pronunciaba realmente aunque varios indicios sugieren que la pronunciación correcta es Yahvé”. (Véase también la nota sobre Éxodo 3:13-15.) Biblia de Jerusalén: El tetragrámaton se traduce Yahvéh, comenzando en Génesis 2:4, que es el primer lugar donde aparece. Traducción del Nuevo Mundo: En esta traducción se usa el nombre Jehová tanto en las Escrituras Hebreas como en las Escrituras Griegas Cristianas, y aparece un total de 7.210 veces. Traducción de Cantera-Iglesias: En Génesis 2:4, 5; 3:11, 14, y en otros lugares usa Yahveh seguido por “’Ělohim”. La Versión Valera: El nombre Jehová aparece por todas las Escrituras Hebreas. También en la nota al margen (versión de 1977) en Mateo 26:64. The Emphatic Diaglott de Benjamin Wilson: El nombre Jehová (escrito: Jehovah) se halla en Mateo 21:9 y en otros 17 lugares en esta traducción en inglés de las Escrituras Griegas Cristianas. El Nuevo Testamento, por Pablo Besson: El nombre Jehová aparece unas 120 veces (Yahvé, y variantes, 4 veces) en el Índice de las citas. The Holy Scriptures According to the Masoretic Text—A New Translation (Las Santas Escrituras según el texto masorético—Una nueva traducción), versión en inglés por la Sociedad de Publicaciones Judías de América, Max Margolis editor en jefe: En Éxodo 6:3 aparece el tetragrámaton hebreo en el texto inglés. La Nueva Biblia, Latinoamérica: Se puede hallar el nombre Yavé por todas las Escrituras Hebreas, y en una nota sobre Éxodo 3:15 se afirma que los judíos cambiaron la escritura Yavé por Yehovah. Versión Popular: No utiliza el nombre de Dios, pero en una nota sobre Éxodo 6:2 dice: “EL SEÑOR. Siguiendo las tradiciones judía y cristiana antiguas, se ha traducido por Señor el nombre divino representado por las cuatro consonantes hebreas YHWH”. ¿A qué se debe que muchas traducciones de la Biblia no usen el nombre personal de Dios, o lo usen sólo unas cuantas veces? El prefacio de la Revised Standard Version (Versión Normal Revisada, en inglés) explica: “Por dos razones el Comité ha vuelto al uso más familiar empleado por la Versión del Rey Jaime: 1) la palabra ‘Jehovah’ no representa con exactitud ninguna forma del Nombre que se haya usado en hebreo; y 2) el uso de cualquier nombre propio para el Dios que es uno y único, como si hubiera otros dioses de los cuales él tuviera que ser distinguido, fue descontinuado en el judaísmo antes de la era cristiana y es enteramente inapropiado para la fe universal de la Iglesia Cristiana”. (Así, han confiado en su propio punto de vista en cuanto a lo que es apropiado como la base para remover de la Santa Biblia el nombre personal del Autor Divino de ella, cuyo nombre aparece en el hebreo original más a menudo que cualquier otro nombre o cualquier título. Reconocen que siguen el ejemplo de los partidarios del judaísmo, de quienes Jesús dijo: “Han invalidado ustedes la palabra de Dios a causa de su tradición”. [Mat. 15:6.]) Los traductores que se han sentido obligados a incluir el nombre personal de Dios por lo menos una vez, o quizás varias veces, en el texto principal, aunque no lo hagan todas las veces que el nombre aparece en hebreo, evidentemente han seguido el ejemplo de William Tyndale, quien incluyó el nombre divino en su traducción del Pentateuco, publicada en 1530, rompiendo así con la práctica de excluir completamente el nombre de Dios. ¿Utilizaron el nombre Jehová los escritores inspirados de las Escrituras Griegas Cristianas? Jerónimo, del cuarto siglo, escribió: “Mateo, quien también es Leví, y quien de publicano llegó a ser apóstol, compuso primero un Evangelio de Cristo en Judea en el lenguaje y caracteres hebreos para beneficio de los circuncisos que habían creído” (De viris inlustribus, cap. III). Este Evangelio contiene 11 citas directas de porciones de las Escrituras Hebreas en las que se halla el tetragrámaton. No hay razón para creer que Mateo no citara los pasajes tal como estaban escritos en el texto hebreo del cual citó. Otros escritores inspirados que contribuyeron al contenido de las Escrituras Griegas Cristianas citaron centenares de pasajes de la Septuaginta, una traducción al griego de las Escrituras Hebreas. Muchos de estos pasajes contenían el tetragrámaton hebreo en el mismísimo texto griego de las copias primitivas de la Septuaginta o Versión de los Setenta. En conformidad con la propia actitud de Jesucristo con relación al nombre de su Padre, los discípulos de Jesús retendrían ese nombre en esas citas. (Compárese con Juan 17:6, 26.) En Journal of Biblical Literature, George Howard, de la Universidad de Georgia (E.U.A.), escribió: “Es realidad conocida que los judíos de habla griega continuaron escribiendo יהוה en sus Escrituras en griego. Además, parece muy poco probable que los primeros cristianos de entre los judíos de habla griega, que serían conservadores, siguieran una práctica diferente. Aunque en referencias secundarias a Dios ellos probablemente usaron los vocablos [Dios] y [Señor], hubiera sido extremadamente raro el que hubieran removido del texto bíblico mismo el tetragrámaton. [...] Puesto que el tetragrámaton todavía se escribía en las copias de la Biblia griega que componía las Escrituras de la iglesia primitiva, es razonable creer que los escritores del N[uevo] T[estamento], al citar de la Escritura, conservaron el tetragrámaton en el texto bíblico. [...] Pero cuando fue removido del A[ntiguo] T[estamento] griego, fue removido también de las citas del A[ntiguo] T[estamento] en el N[uevo] T[estamento]. Así, pues, para algún tiempo al principio del siglo segundo el uso de reemplazos [sustitutivos para el nombre de Dios] tiene que haber desplazado al tetragrámaton en ambos testamentos” (vol. 96, núm. 1, marzo de 1977, págs. 76, 77). ¿Cuál es la forma correcta del nombre divino... Jehová (Jehovah), o Yavé (también escrito Yahvé, Yahvéh y Yahweh)? Ningún humano hoy día puede estar seguro de cómo se pronunciaba originalmente en hebreo. ¿Por qué no? El hebreo de la Biblia se escribía originalmente sólo con consonantes, sin vocales. Cuando el idioma se usaba todos los días, los lectores fácilmente suplían las vocales correspondientes. Sin embargo, con el tiempo los judíos cultivaron la idea supersticiosa de que era incorrecto pronunciar en voz alta el nombre personal de Dios, y por eso usaron expresiones sustitutivas. Siglos más tarde, eruditos judíos desarrollaron un sistema de puntuación por medio del cual indicaban las vocales que se debían usar cuando se leía el hebreo antiguo, pero pusieron las vocales correspondientes a las expresiones sustitutivas alrededor de las cuatro consonantes que representaban el nombre divino. De modo que la pronunciación original del nombre divino se perdió. Muchos escriturarios favorecen la grafía “Yahweh”, pero hay incertidumbre, y no existe acuerdo entre ellos. Por otro lado, “Jehová” es la forma del nombre que más rápidamente se reconoce, porque se ha usado en español por siglos, y cuando se escribe con “h” final, al igual que otras formas, conserva las cuatro consonantes del tetragrámaton hebreo. En The Emphasised Bible (La Biblia con énfasis), J. B. Rotherham usó la forma Yahweh por todas las Escrituras Hebreas. Sin embargo, posteriormente usó la forma “Jehovah” en sus Studies in the Psalms (Estudios sobre los Salmos). Explicó: “JEHOVAH... El empleo de esta forma inglesa del nombre Conmemorativo [...] en la actual versión del Salterio no brota de duda alguna en cuanto a la pronunciación más correcta, que es Yahwéh; más bien, únicamente de evidencia práctica, seleccionada personalmente, de lo deseable que es mantener la comunicación con el oído y el ojo públicos en un asunto de esta clase, en que lo principal es la intención de que se reconozca fácilmente el nombre Divino” (Londres, 1911, pág. 29). Después de considerar varias pronunciaciones del nombre, el profesor alemán Gustav Friedrich Oehler llegó a esta conclusión: “Desde este punto en adelante uso la palabra Jehovah, porque la realidad es que este nombre en la actualidad ha llegado a estar más naturalizado en nuestro vocabulario, y no puede ser reemplazado” (Theologie des Alten Testaments, segunda edición, Stuttgart, 1882, pág. 143). El erudito jesuita Paul Joüon declara: “En nuestras traducciones, en lugar de la forma (hipotética) Yahweh, hemos usado la forma Jéhovah [...] que es la forma literaria convencional que se usa en francés” (Grammaire de l’hébreu biblique, Roma, 1923, nota al pie de la pág. 49). Muchos nombres cambian hasta cierto grado en la traducción de un idioma a otro. Jesús nació judío, y su nombre en hebreo quizás se pronunciaba Ye·shu′a‛, pero los escritores inspirados de las Escrituras Cristianas no titubearon en usar la forma griega del nombre, I·e·sous′. En la mayoría de los otros idiomas, la pronunciación es levemente diferente, pero usamos libremente la forma que es común en nuestra lengua. Lo mismo aplica en el caso de otros nombres bíblicos. Entonces, ¿cómo podemos mostrar el debido respeto por Aquel a quien pertenece el más importante de todos los nombres? ¿Sería mediante nunca pronunciar ni escribir Su nombre porque no sabemos exactamente cómo se pronunciaba originalmente? Más bien, ¿no sería mediante usar la pronunciación y la forma de escribirlo que sean más comunes en nuestro idioma, a la vez que hablamos bien del Poseedor de ese nombre y, como adoradores de Él, nos comportamos de una manera que lo honre? ¿Por qué es importante conocer el nombre de Dios y usarlo? ¿Tiene usted una relación íntima con alguien cuyo nombre personal desconozca? Para las personas que creen que Dios no tiene nombre, a menudo él es simplemente una fuerza impersonal, no una persona real, no alguien a quien ellas conozcan y amen y a quien puedan hablar desde el corazón en oración. Si oran, sus oraciones son sencillamente una ceremonia, una repetición formalista de expresiones aprendidas de memoria. Los cristianos verdaderos han recibido de parte de Jesús la comisión de hacer discípulos de gente de todas las naciones. Cuando se enseña a estas personas, ¿cómo podrían ellas identificar al Dios verdadero como diferente de los dioses falsos de las naciones? Solamente mediante Su nombre personal, como lo hace la Biblia misma. (Mat. 28:19, 20; 1 Cor. 8:5, 6.) Éxo. 3:15: “Dios le dijo [...] a Moisés: ‘Esto es lo que habrás de decir a los hijos de Israel: “Jehová el Dios de sus antepasados [...] me ha enviado a ustedes.” Este es mi nombre hasta tiempo indefinido, y éste es el memorial de mí a generación tras generación.’” Isa. 12:4: “¡Den gracias a Jehová! Invoquen su nombre. Den a conocer entre los pueblos sus tratos. Hagan mención de que su nombre está puesto en alto.” Eze. 38:17, 23: “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ‘[...] Y ciertamente me engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová.’” Mal. 3:16: “Los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre.” Juan 17:26: “[Jesús dijo en oración a su Padre:] Yo les [es decir, a sus seguidores] he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en unión con ellos.” Hech. 15:14: “Simeón ha contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre.” ¿Es el Jehová del “Antiguo Testamento” el Jesucristo del “Nuevo Testamento”? Mat. 4:10: “Jesús le dijo: ‘¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Es a Jehová [“al Señor”, VV y otras] tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.”’” (Es obvio que Jesús no estaba diciendo que era a él mismo a quien se debía adorar.) Juan 8:54: “Jesús contestó [a los judíos] ‘Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica, el que ustedes dicen que es su Dios.’” (Las Escrituras Hebreas identifican claramente a Jehová como el Dios a quien los judíos afirmaban adorar. Jesús no dijo que él fuera Jehová, sino que Jehová era su Padre. Aquí Jesús hizo muy claro que él y su Padre eran distintos.) Sal. 110:1: “La expresión de Jehová a mi Señor [el Señor de David] es: ‘Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.’” (En Mateo 22:41-45, Jesús explicó que él mismo era el “Señor” de David, a quien se hace referencia en el Salmo. De modo que Jesús no es Jehová, sino que es aquel a quien Jehová dirigió esas palabras.) Fili. 2:9-11: “Por esta misma razón también Dios lo ensalzó [a Jesucristo] a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre. [TA dice: “[...] toda lengua confiese, que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre”. Kx y Scío dicen de manera similar, pero la nota al pie de la página en Kx reconoce lo siguiente: “[...] tal vez se vierta más naturalmente el griego si se dice ‘para gloria,’” y NBE y NC lo vierten de esa manera.] (Nótese que aquí se muestra que Jesucristo es diferente de Dios el Padre y está en sujeción a Él.) ¿Cómo puede alguien amar a Jehová si también tiene que temerle? La Biblia nos dice que debemos amar a Jehová (Luc. 10:27) y temerle (1 Ped. 2:17; Pro. 1:7; 2:1-5; 16:6). Un temor saludable a Dios hará que seamos sumamente cuidadosos para no incurrir en su disfavor. Nuestro amor por él nos moverá a querer hacer las cosas que le agradan, a expresar nuestro agradecimiento por las incontables expresiones de su amor y de su bondad inmerecida para con nosotros. Ilustraciones: Es correcto que un hijo tema desagradar a su padre, pero la gratitud por todo lo que su padre hace por él también debe mover al hijo a expresar amor verdadero a su padre. Un buzo puede decir que ama el mar, pero un temor sano al mar le ayuda a comprender que hay ciertas cosas que debe evitar. De manera semejante, nuestro amor a Dios debe ir aunado a un temor sano de hacer cualquier cosa que hubiera de acarrearnos el desagrado de Dios. Copyright © 2013 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. All Rights Reserved. Condiciones de uso Polític
Posted on: Sun, 11 Aug 2013 16:46:23 +0000

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