ESTERTOR INÚTIL Garganta herida, montaña devastada, tránsfuga - TopicsExpress



          

ESTERTOR INÚTIL Garganta herida, montaña devastada, tránsfuga de mí, me descubro contemplando la luz que camina sobre el agua. Con el ojo derecho lagrimeo, con el izquierdo sonrío tontamente. Sol, deslumbro; río, me tiendo en el regazo del verano. Este es mi tiempo: por eso vibro, pestaña atónita, ante la belleza de la mujer que anhelo. Me reencuentro en el aire y me instalo en el fondo de mí mismo: soy árbol incendiando de amarillo el horizonte, luz moviéndose con rapidez ante el azoro de la noche. He vuelto a mí, me digo. He vuelto como desgarradura, puñado de hojas secas, rama tronchada. Raíces aferrándose a la roca mis dedos. Mis manos golpean los restos del estío. Mis ojos brillan, despiden fulgores asesinos. Marchita la esperanza, lo que rige es el ahora. Certero soy un caudal candente, gruñido cimbrando las paredes del espanto. Soy fauces desgarrando los músculos del día, barrito, estridulo entre las raíces y la hierba, husmeo el aire que trepida ante el acecho. De un salto me instalo en esta rama, chillo cuando el peligro retumba, zumba y zigzaguea. Con un estruendo de hojas y crujidos caigo. Con mis amigos hago un recuento del viaje: las canas, muescas que el otoño puso en los cabellos de todos. Los vientres abultados, hijos que se desparraman por la vida con el sello indeleble de nos-otros. Aquel pasea su bonanza y alegría. El de allá su desventura. Otros cabalgan en pos de un espejismo. Los que callan regurgitan su dolor: un hijo extraviado en los márgenes del alba; una mujer flotando en el sollozo, transformando en cenizas las espumas del día. Pero todos son cada vez más en lo menos de lo que pervive. Digo que no tengo Amor, ni una mujer que aguarde ansiosa mi regreso. Me levanto con la aurora a continuar mi extravío. Soy un fragmento de mí, un tajo agónico, un muñón tembloroso que salta al golpe de machete, un estertor inútil. Soy un puñado de sal restregando la herida, el zumo de un limón cayendo en el ojo del mundo. Digo que soy, pero no soy. Ni siquiera un graznido, paloma surcando la ribera, gaviota posada en el mástil del navío. Una brizna de luz, gota de sal enardecida. Digo que soy. Tal vez el asombro en la pupila del primer hombre asomándose en el río, el aullido triunfal tras la primer lanzada, la primera sangre a borbotones. Digo que soy el arroyo mitigando la sed del caminante y el fuego cobijando la primer pareja que gime y se revuelca en la hojarasca. Digo que soy, pero el Recuerdo se enfrenta a los recuerdos, con una mueca escupe su ironía. (Esta mañana fue una aguja pinchando a la esperanza; ayer, llamarada consumiendo a la lujuria. La tarde parece una tierra yerma, un paraje severo, un terrón de arcilla desmoronándose.) Digo que soy. Y la impotencia desgarra la garganta. Óscar Wong (Del libro Espejo a la deriva, Edit. Praxis, Méx., 1996) poesiadewong.blogspot
Posted on: Fri, 05 Jul 2013 06:38:45 +0000

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