El guerrero observo tranquilamente a su alrededor, bajo la sombra de aquel abedul y a unos cuantos metros de un estanque verdoso donde nadaba alegremente una bandada de patos. Llamo su atención una tortuga pequeña que iba saliendo de dicho lago, quizá en busca de comida. Se identifico de inmediato con ella, al igual que el, esta llevaba algo que la protegía: su caparazón. ¡Que molestia! pensó para sus adentros, mientras introducía una pequeña varita entre su espalda y su armadura. Se empezaba a sentir molesto con su armadura, incomodo, sobre todo en los días de mucho calor. Se compadecía de la tortuga, que proporcionalmente llevaba a cuestas una coraza de muchísimo mayor peso. De repente observó que un zorro se acercaba peligrosamente, al parecer su olfato le había señalado el lugar donde había comida. Se acerco a donde vagaba lentamente la tortuga, y de inmediato se abalanzó sobre ella. La tortuga reaccionó por instinto, escondió su cabeza y extremidades dentro del caparazón, imposibilitando al zorro comenzar con su festín. El zorro buscó largo tiempo la manera de sacar a la tortuga de su escondite, pero la tortuga no tenía prisa en salir, se hallaba segura dentro de su caparazón. A la larga, el zorro se aburrió y se dirigió a otro lugar a buscar a algún animal que ofreciera menos resistencia. El guerrero observo ahora, como la tortuga, sin importar lo pesado de su coraza, corrió hacia el lago y se zambullo en el. En ese momento aprecio su armadura, la cual a pesar de ser molesta, lo podía proteger de sus enemigos, le podía salvar incluso la vida. Guardo sus cosas en su carcaj, y volvió a sonreír... Le quedaba un largo camino todavía, pero su armadura ya no pesaba tanto. Diario de un guerrero
Posted on: Fri, 05 Jul 2013 02:27:49 +0000
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