Esta muy bueno. HAY QUE LEERLO. Laura Mancilla Bunster. De críticas y emancipación. Voy y vuelvo, construyo y destruyo, amo, odio, oigo pero no escucho, veo pero no observo, ideo y luego olvido, apoyo y luego critico, lo admito critico, quizás la consecuencia entre mis actos y mis ideas a momentos me abandona, y es que no creo en la perfección ni sueño con ella, no planeo mundos utópicos estáticos, tampoco justos, mucho menos libres, pero a ellos quisiera que nos acercáramos. Desprecio el aquí, desprecio el ahora, desprecio al factor humano merodeando nuestra autodestrucción. ¿Nos equivocamos de galaxia si buscábamos la libertad o somos nosotros los que hemos hecho de este planeta nuestra cárcel? ¿Qué ha pasado con el hombre? ¿Qué ha pasado con nuestros fines? Somos, desde que nacemos pedazos de hierro que moldear, que van siendo encasillados desde su llegada a los primeros sistemas de la mal llamada educación, pedazos de hierro que se harán calzar en los engranajes de una máquina globalizada a la que le atrevemos llamar “nuestro planeta”, siendo que nosotros mismos lo hemos entregado a unos cuantos que nos manejan como títeres. Se nos instruye, no se nos educa; se nos encarcela, no se nos libera; Somos ascendidos a puestos de “privilegio” si somos eficientes y cumplimos, o se nos desecha como basura si no nos sometemos a sus normas; Somos nadie si no trabajamos en un puesto profesional de su sistema, somos buenos si lo hacemos bien. ¿Qué ha pasado con el hombre? Me lo vuelvo a preguntar, y es que de verdad me sorprende que ni siquiera nos preguntemos el porqué de las cosas, qué perdiéramos cualquier átomo de sensibilidad social en nuestro cuerpo, que dejáramos de luchar como lo hicieron otros hace no tantos años atrás, ya no nacemos ni morimos por nuestras ideas, ni siquiera son la razón de que nos levantemos en la mañana, ni tampoco son el último pensamiento antes de dormir, el espacio que en algún momento ocuparon nuestros ideales ahora está lleno de ideas que otros pusieron como una semilla a germinar en nuestras almas y mentes, o más bien las pusieron a invadirnos como maleza. Hemos perdido nuestro rumbo en esta espesa selva en que los salvajes ya no son los animales ni las plantas, sino nosotros y nuestras máquinas que con esas intrínsecas ansias de superioridad convertimos este lugar en un campo de batallas y de competencias, lleno de metas ridículas y carreras recorridas a toda velocidad sin disfrutar del paisaje del camino de nuestras vidas. Si alguien camina distinto, o en otra dirección es apedreado, si alguien tiene la osadía de adelantarse un escalón es arrastrado y bajado por la masa de gente y quizás es botado escaleras abajo; Nos convertimos en hijos de un mundo competitivo, somos egoístas, egocéntricos, sólo pensamos en nosotros, y ya no hay tiempo de pensar en los demás, se acabaron la satisfacciones o la gratitud por ver sonreír a alguien, y aunque suene cliché se acabó el disfrutar de las cosas simples de nuestra existencia, ya nadie sonríe cuando abre los ojos, ni cuando escucha las voz del amor, ni cuando siente en su piel el frío o el calor; Ahora todo se trata de alcanzar una posición social, un estatus adecuado, todo se trata de encajar, de ser profesional, de tener mucho dinero, ya olvidamos nuestras pasadas costumbres y las cambiamos por las de otros, olvidamos nuestra esencia y nos convertimos en caracteres moldeables, nada de eso nos queda después de la llegada del peor invasor que hemos tenido, nada nos queda después de la llegada de esas frías pantallas, que aunque admito usarlas con alguna utilidad, odio por todo lo que me han arrebatado. Yo no critico a quienes con un pie sobre nosotros nos gobiernan, porque no son ellos los que se han ganado esa posición, sino nosotros quienes se la hemos entregado al momento de ir creciendo y perdiendo las inquietudes que seguramente de niños tuvimos, ya no quiero crecer, ya no quiero ser grande, ya no quiero madurar, ya no quiero ser alguien, yo no quiero llegar a mi casa aburrida del trabajo a beber un vaso de whisky mientras veo la televisión y sus ridículos intentos por entretenerme, basta. Quizás mi crítica no es a la globalización, mi crítica es a lo humano detrás de ella, pues ésta no tiene culpa de lo que hemos hecho de nosotros, ésta solo es el artilugio mediante el cual sentimos comodidad suficiente para dejar de criticar. Si estás cómodo, bien, pero no por tu buen vivir vas a pensar que todos los demás también lo hacen, no conviertas a la comodidad en la finalidad de tus esfuerzos, que ésta no sea tu meta. Estudiar, aprender algo que no quieres, sacrificarte, alejarte del seno materno, no dormir, transformarte en una máquina de producción para conseguir dinero para comprar tu comodidad, es decir, celulares, computadores, plasmas, sillones, controles remotos, botones que lo manejan todo, que no sea esta nuestra batalla, que no sea esta nuestra razón de levantarnos, ni nuestra última idea antes de dormir, que no sea ésta nuestra motivación ni el combustible que nos mueva. Es irritante ver lo que hemos hecho como humanidad, y es absurdo saber que muchas de las cosas que cotidianamente padecemos son por causa del mundo que hemos construido, la comodidad es una herramienta de dominio que usan en nuestra contra, gracias a ello nos abandonamos a nosotros mismos, dejamos nuestras pasiones, nuestros pensamientos más reales, nuestra creación. La rebelión que necesita el mundo debe ser contra uno mismo, contra nuestras actitudes fascistas, totalitarias, económicas, mercantiles, no hay que olvidar obviamente que sobre nosotros existe un gran conglomerado armado, institucionalizado y politizado que vencer, pero primero venzámonos a nosotros y a las metas que otros han puesto en nuestro camino. Nicanor Parra, anti poeta chileno me hace reflexionar “Hay dos panes, usted se come dos, yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. Es verdad que me gustan los números, pero me han engañado, alejémonos de ellos y acerquémonos entre nosotros para construir, no un mundo perfecto, pero sí uno mejor.
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 01:25:02 +0000