Expectativas y realidades del proyecto de ley Por: Pablo Kornblum Hace pocos días, el Senado de los Estados Unidos aprobó el proyecto para una nueva ley migratoria que pueda brindarle la ciudadanía a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados. Sin embargo, y más allá de las expectativas positivas generadas, la medida no sólo requerirá de tiempos interminables y obstáculos desgastantes para los que deseen llegar a la meta con el feliz objetivo cumplido, sino que también se observa para los postulantes un claro perjuicio en términos económicos. Para comenzar, un ejemplo explícito es la prohibición que los indocumentados tengan acceso a cualquier tipo de beneficio federal, lo que disminuiría el ya tan discutido Gasto Social por parte de los grupos conservadores y aquellas clases trabajadoras nacionalistas que observan al extranjero como un ilegitimo usuario de los recursos y la riqueza norteamericana. Por otro lado, también se buscará promover un escenario de flexibilización laboral en base al trabajo temporal, generando para los nativos un ‘sistema justo’ donde todos los trabajadores inmigrantes solo tendrán la oportunidad de ser contratados en el momento oportuno en que los estadounidenses no estén disponibles o no se encuentren dispuestos a ocupar esos puestos de trabajo. En este aspecto, se resalta la endeble doble moral de los gobernantes norteamericanos ante la paradójica validación de los trabajadores del sector primario de la economía: dada la prioridad de mantener la seguridad en el suministro de alimentos, los inmigrantes que se comprometan a mantenerse en largo plazo dentro la industria agrícola, obtendrán un tratamiento diferencial en relación al resto de la población indocumentada.Finalmente, cabe destacarse que lo más perjudicial para el inmigrante será el no poder contar con un escenario objetivo, cuantificable, determinístico. En este sentido, el programa de legalización excluye a quienes sean inadmisibles por infracciones que representen una amenaza a la ‘seguridad nacional, la salud pública, o la moralidad de la Nación’. Por lo tanto, la promovida subjetividad solo ampliará el margen de maniobra político e ideológico de las elites, demostrando que los únicos realmente beneficiados terminarán siendo el gobierno estadounidense y los influyentes lobbys económicos. Por lo pronto, en una discursiva históricamente aceptada, se espera que el nuevo sistema de inmigración se centre en beneficiar a quienes ayudarán a fortalecer la economía y a contribuir a mejorar la calidad de vida de la familia estadounidense. Nada se dice del cambiar proactivamente las difíciles y perturbadoras condiciones de vida de los extranjeros que llegan a los Estados Unidos en busca de una vida mejor. Porque mientras se alimenta la estigmatización y división social de los estratos más empobrecidos, en un país donde todo tiene su precio, el inmigrante se percibe cada vez más como una ‘inversión a largo plazo’, tributaria meramente de un cálculo racional de costo-beneficio.
Posted on: Sat, 06 Jul 2013 09:40:04 +0000
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