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Fue una arma poderosa para motivar a quienes anhelaban la independencia y para presionar y aterrorizar a los traidores oportunistas, que luego firmaron el Acta de la Independencia, oligados. Menos José Cecilio del Valle, que redactó el acta pero no la firmó por lealtad a la corona española: La Marimba. Lentamente, Lentamente cual si fuera Una gota que cayera Desde el mármol de la taza de una fuente Tal preludia la marimba una extraña sinfonía Saturada de amargura de cruel melaconlía Con sus teclas de madera... Yo no sé que oscuro arcano De tristeza hay en lo hondo De esa música salvaje, que palpita allà en el fondo De sus notas como queja Dolorosa. Como un gemido humano Como algo que solloza Como un dolor latente Como algo inexplicable, infinitamente triste. Es el alma de una raza; de una raza que no existe, De una raza ya extinguida, libre indómita y valiente Es el alma de Votam, Es el alma de Lempira Que en la música suspira; Es el alma de los indios que mandó Tecum Umán Siempre, siempre a la Victoria Siempre al triunfo y a la gloria Es el alma brava y fuerte De aquel fiero luchador Que encontró gloriosa muerte En la punta de la lanza del feroz conquistador. Es la pobre raza extinta Del imperio Cachiquel Es la raza de aquel pueblo que dejó con sangre tinta La antes clara linfa pura del gran río Xequijel Es el alma de la raza de los grandes sacrificios Triunfadora en mil combates, triunfadora Hasta el día en que los teules con engaños y artificios Redujéronla a ignominia A infame vasallaje. Esa raza es la que llora Que solloza de coraje De despecho y de impotencia en la música salvaje En la nota plañidera Del indígena instrumento de teclado de madera. Escuchad la sinfonía De cruel melancolía Escuchad ¡qué sentimiento El que vibra entre las notas del indígena instrumento! Nunca ríe, nunca canta Es cual pájaro cautivo que jamás cantó alegrías, Ni jamás de su garganta Ha brotado más que el lloro De sus tristes elegías En las frías Soledades de sus cárceles de oro. Qué le importa a la vencida Raza extinta, vuestros dones, vuestra lengua Que no entiende? Qué le importa que en el nombre Del Dios bueno, del Dios hombre Arrasaran sus altares Si para ella es mudo el cielo, Si es su vida Solo oprobio, cautiverio, sólo mengua? Qué le importa, ya no es de ella el rico suelo Que regaron sus mayores con su sangre generosa... Qué le importa al indio eso Que llamáis pomposamente libertades y progreso Si es del amo su cabaña y sus hijas y su esposa? Qué le importa? Si de aquella raza libre, brava y fuerte Que sufrió sin inmutarse los tormentos y la muerte Habéis hecho solamente las acémilas de carga Que se arrastran tristes, mudas bajo el peso De su amarga dura suerte Oh! Dejadle que solloce, que se queje a su manera; Solamente le ha quedado su marimba de madera, Que le habla de sus tiempos victoriosos De sus templos y palacios de Yxinché y de Copán, De su rey Kiyab el grande, de su gran Volum Votan; Rectos, libres, bajo el sol, Que infundieron la pavura Por su arrojo y su bravura En el ánimo aguerrido del intrépido español. Francisco Pinillos Figueroa
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 21:08:16 +0000

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