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Historia PAGINAS SUELTAS DE LA HISTORIA DE PEREIRA (Risaralda) - Capítulo I Por: ALFANOTICIAS -- Historia -- Por Otoniel Parra Arias. IMAGEN: Padre Remigio Antonio Cañarte uno de los fundadores de Pereira. Páginas Sueltas de la Historia de Pereira – Por Otoniel Parra Arias EDICION ESPECIAL DE ALFANOTICIAS CON MOTIVO DEL SESQUICENTENARIO DE PEREIRA A CELEBRARSE EL 30 DE AGOSTO DE 2013. (R). Capítulo I EN QUE PAIS NACIO PEREIRA. EL CONVULSIONADO SIGLO XIX El acto de fundación de Pereira se protocolizó el 30 de agosto de 1863 en territorio del estado soberano del Cauca integrante de los Estados Unidos de Colombia. El país se había denominado Confederación Granadina hasta mayo del mismo año cuando la Convención de Río Negro dio paso a una autonomía federal en busca, unos estados, de alcanzar mayores privilegios y otros como el Cauca mismo para conservar los ya adquiridos. Vale recordar que esta fue solo una de las varias denominaciones que tuvo el territorio durante el siglo XIX, adportas ya de la que sería la actual República de Colombia al declinar la estela imperativa de Tomás Cipriano de Mosquera y entrar con Núñez en los tiempos de la hegemonía conservadora que perduró hasta las primeras décadas del siglo XX. Dentro de esa nueva demarcación, Pereira quedó ubicada dentro del departamento de Caldas, segregado de Antioquia en 1905, cuando ya era de curso normal una nueva disposición con dependencia directa del gobierno nacional en Bogotá. Muchos años después de una tenaz lucha, en febrero de 1967 la ciudad será el corazón del desmembramiento de Caldas que dará origen al actual departamento de Risaralda constituyéndose en su capital para nuevos y procelosos destinos como es palpable actualmente para propios y extraños. Volviendo a los acontecimientos correlacionados con su fundación, debemos anotar que el Cauca era parte destacada de los Estados Unidos de Colombia, junto a los estados de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima, creados respectivamente por los actos de 27 de febrero de 1855, 11 de junio de 1856, 13 de mayo, 15 de junio de 1857, 12 de abril de 1861 y 3 de septiembre del mismo año. Estos era unos socios federados que se habían prometido una protección mutua tanto a nivel exterior como en el desempeño interno, auque lo cierto es que en su corta historia primaron situaciones de permanente desazón constitucional debida a los roces políticos entre federalistas y centralistas,antecesores de los partidos tradicionales, liberal y conservador que jamás envainaron totalmente sus espadas y a la presencia de Tomás Cipriano de Mosquera convertido en pieza indescartable de todos estos procedimientos autonomistas en la segunda parte del siglo XIX. El general ya había patentizado su impronta aperturista en temas como el desmonte de impuestos coloniales que aún supervivían, la escisión del estado y la iglesia católica, la construcción del capitolio nacional, el incentivo al comercio por el río Magdalena y el impulso al cultivo del tabaco que para la época parecía convertirse en uno de los renglones de exportación más importantes. Así mismo dentro del proceso de división de poderes entre el estado y la iglesia católica, había aprobado la expulsión de la congregación jesuita y dado paso a la desamortización de bienes de manos muertas que permitía el traspaso de los bienes clericales a administradores laicos. A raíz de la guerra de 1851 se habían gestado estas medidas junto a otras reformas liberales como la oposición a la liberación de la mano cautiva que todavía defendían con vehemencia esclavistas del Cauca y Antioquia liderados por Manuel Ibáñez, Julio Arboleda y Eusebio Borrero, a su vez enfrentados al gobierno liberal de José Hilario López defensor de estos procesos de justicia y liberación. En 1854 lejos de amainar el conflicto civil, por el contrario éste había tomado nuevos rumbos con el golpe militar y político que encabezó el general José María Melo contra el presidente José María Obando a hombros de una extraña y explosiva coalición entre los artesanos amargados por su creciente pobreza, los militares amigos del general y los intelectuales desilusionados con las nuevas ideas que había esgrimido el liberal centrista Obando en el ejercicio del poder. De ancestro indígena, Melo se convertiría así en el único general que llegaba a la presidencia mediante un golpe de estado en ese siglo. Su mandato, como el de su defenestrado antecesor duró solo unos meses, pues muy pronto el general Mosquera pactó invadir a Bogotá desde el norte, mientras lo hacían sus colegas José Hilario López desde el Cauca en el sur y Joaquín París desde el Alto Magdalena. Luego estos generales ingresaron al frente de sus ejércitos por varios lugares hasta llegar a la plaza de Bolívar, punto focal de la protesta, presionando así la rendición de Melo y en consecuencia el abandono inmediato del alto cargo. Seguramente fue una estampa impresionante la capital sitiada desde puntos diferentes por ejércitos dispuestos a entrar en acción contra un presidente que contaba con una fuerza de 7.000 hombres del estado de Cundinamarca y cientos de artesanos listos a obedecer la orden de repeler el ataque, en curiosa remembranza a una escena similar del pasado, cuando en 1536, tres avezados conquistadores: Gonzalo Jiménez de Quesada, quien ya ocupaba la plaza, Nicolás de Federmán, proveniente del norte y Sebastián de Belalcázar, del suroccidente, coincidieron en el mismo lugar y estuvieron a punto de dirimir sus diferencias por las vías de hecho en la disputa de los ricos territorios de los chibchas y los muiscas con sus envidiados bastiones de oro y esmeraldas. El general Melo se vio obligado a abandonar la primera magistratura obtenida por la fuerza, habiendo durado su periplo presidencial de abril a diciembre de 1854. Melo fue desterrado a Panamá y Costa Rica, terminando su vida en México donde posteriormente fue asesinado por los enemigos del presidente Benito Juárez en cuyas filas se había enrolado. Con el correr del tiempo la figura geopolítica de los Estados Unidos de Colombia terminó deteriorándose debido al absolutismo de Mosquera para dar paso a la República de Colombia que todos conocemos. Mariano Ospina Rodríguez fundador en 1845 del partido conservador enfrentaba a los liberales de varias provincias, entre ellas la del Cauca dentro de un clima confuso fruto de las diversas interpretaciones de la constitución del 58 de mayoría conservadora que había creado su misma facción. El centralismo del gobierno colmó la paciencia de los caucanos cuando Ospina quiso dividir su territorio para asimilarlo a la confederación; así que al conocerse la intención de invadirlo, Mosquera declaró el estado caucano en rebeldía al frente de un ejército que desafiaba al poder central, luego de lo cual se autoproclamó “supremo director de la guerra” y “presidente provisorio de los Estados Unidos de la Nueva Granada”, nombre con el que habrían de distinguirse los estados insurrectos frente al gobierno central confederado. En la medida en que se agravaba el conflicto, en el mapa podía apreciarse que la frontera más débil para los caucanos se encontraba en los límites con el gobiernista estado de Antioquia, propiamente en el territorio de la recién fundada Manizales de gran afinidad conservadora y calificada por los estrategas como “el nido del águila” por su disposición geográfica inexpugnable para un ataque desde su vecino el Cauca debido a sus empinados y casi inaccesibles cerros. A mediados de 1860, Mosquera a quien no asustaban los retos difíciles emprendió la marcha al frente de su ejército con la intención de ocupar a Manizales y eliminar de una vez la peligrosa punta de lanza que en términos estratégicos ofrecía grandes posibilidades a los federalistas en sus intenciones de invadir a sus vecinos del suroccidente. Desde Popayán llegó a Santa Rosa de Cabal, todavía en territorio caucano donde se enfrentó a las fuerzas antioqueñas que habían salido a rechazar su avance, derrotándolas y avanzando el 25 de agosto de ese año hasta la vereda de María (actual Villamaría) a las puertas manizaleñas listo para el ataque final. En esa ciudad se había congregado la flor y nata del conservatismo y se había conformado un consejo de notables que presidiría las acciones con base en los efectivos militares gobiernistas con miras a una futura invasión al Cauca según se había previsto desde Bogotá. El general Mosquera se había desplazado con sus tropas hacia Manizales precisamente buscando ponerle freno a esta amenaza latente y luego de su éxito en Santa Rosa de Cabal sorprendió en la madruga a los defensores al intentar avanzar hacia el interior de la ciudad con su caballería, pero los conservadores habían gestado una eficaz estrategia que no se limitaba solo a la vigilancia en los cerros. En efecto habían cavado zanjas que mimetizaron convenientemente para dar la idea a cualquier extraño de un acceso normal. La trampa fue efectiva y en ella cayeron los primeros caballos y sus jinetes, teniendo que retroceder el grueso de la columna invasora, en medio del desconcierto, al no poder franquear la cerrada defensa de quienes los esperaban perfectamente atrincherados. A partir de este momento la continua observación desde la distancia le convenció de la dificultad de acceso por cualquier otro lugar y para agravar más la situación, inmerso en esas confusas circunstancias recibió un correo con noticias que no eran muy halagüeñas pues le daban a conocer el parte de derrota de los ejércitos liberales en Santander y otros sitios frente a las fuerzas centrales conservadoras. Al general no le fue difícil evaluar la situación que cambiaba las previsiones bélicas que había estructurado hasta el momento como eran las de llegar por esta vía hasta Bogotá para derrocar al gobierno de Ospina con el apoyo de sus copartidarios santanderianos ahora en dificultades, por lo que decidió guardar sus fuerzas para una posterior oportunidad, pues sus cálculos demostraban que reintentar el ingreso al fortín tan bien resguardado habría mermado ostensiblemente el número de sus efectivos, condenando así el éxito de futuras acciones bélicas. Así que optó por el diálogo con los jefes de la defensa conservadora, con quienes acordó la famosa “esponsión” de Manizales, convenio mediante el cual se descartaban las hostilidades, regresaba a Popayán y desarmaba su ejército siempre y cuando el gobierno de Ospina a su vez declarara zona neutral esta frontera con el Cauca ordenando el retiro de las fuerzas militares hacia Salamina. Aunque el general cumplió con la parte del compromiso que le correspondía y volvió grupas con sus hombres rumbo a sus cuarteles en inmediaciones de Cartago, el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez desconoció el pacto y así los hostigamientos continuaron en varios frentes. Ya en franca rebeldía contra el gobierno central, el general se dedicó a reorganizar sus ejércitos en compañía de varios dirigentes, aguerridos liberales, incluso saltando las barreras del orgullo para olvidar viejas rencillas con miras a tomarse la capital, lo cual logró el 4 de diciembre de 1854, junto a los generales Pedro Alcántara Herrán y José María Obando, obligando al congreso a posesionarlo como presidente de los nuevos Estados Unidos de Colombia, luego de la convención rionegrina de 1863 como señalábamos al inicio de este capítulo. El presidente conservador entregó su mandato y huyó hacia Antioquia, siendo capturado y enviado a una cárcel de Cartagena de la cual escapó para radicarse en Guatemala de donde retornó a los años para dedicarse en Antioquia a las labores del campo en el beneficio del café y otros negocios con gran beneplácito de sus correligionarios. Así que volviendo al enfoque principal de este capítulo, Pereira nació o al menos se patentizó su fundación a los pocos años de estos acontecimientos, en el mismo año de la convención de Rionegro, en un territorio que no puede calificarse como inexplorado y de olvidado entorno selvático y sí muy cerca de las disputas centralistas y federalistas que tocaron su incipiente entorno, en el cruce de caminos transitados por los protagonistas de los numerosos conflictos de corte menor que se derivaban de estos desacuerdos interdepartamentales y que en esos tiempos se acogían a los protocolos propios de conflictos entre estados independientes. (imagen tercera: Guillermo Pereira Gamba). Continuará. Fuente de la nota: Libro de Otoniel Parra Arias
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 21:40:14 +0000

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