Historias Intrascendentes de un Marqués. D. Ramón Freire Galvez - TopicsExpress



          

Historias Intrascendentes de un Marqués. D. Ramón Freire Galvez (Edición 1.994) CAPITULO I PARA QUE SIRVA DE INTRODUCCION Aquella mañana, sin saber porqué, me levanté mas temprano de lo normal. Con ritmo metódico y pausado, satisfecho del confort que en mi cuerpo había dejado el lecho matrimonial, me dirigí al cuarto de baño. Los focos del espejo ayudaban el despertar de mis ojos, que definitivamente conseguí con la frescura del agua. Mientras untaba el jabón de afeitar en la brocha me miraba al espejo, amplio, viéndome tal como era. Comencé a pasar la brocha sobre la cara, cubriéndola de espuma por donde la no muy espesa barba florecía. De pronto, sin saber donde tenía el pensamiento, escuché una voz ronca y profunda, que retumbaba como si rebotara en las paredes del cuarto de baño, dadas las pequeñas dimensiones de este, produciéndose un eco que daba a la voz cierta autoridad, aunque la verdad es, que estaba impregnada de cierto aire que me era familiar. Por mucho que miraba a mi alrededor no conseguía saber de donde procedía aquella misteriosa y familiar voz. Las medidas del cuarto de baño no permitían ocultarse al autor, pero por mas que miraba en tan pequeño espacio no conseguía descubrir a nadie, llegado a pensar se trataba de un ser invisible. ¿Estaré dormido aún? me pregunté en voz alta, pero de pronto la misteriosa voz salió de su anonimato y me di cuenta de que estaba despierto. Soy la voz de la conciencia o lo que es igual la voz de vosotros lo humanos, el espejo de ella. Tranquilízate hombre, llevo mucho tiempo junto a ti y ello debe calmar tu nerviosismo, soy tu otro yo y si antes no te he hablado en voz alta ha sido porque te he visto muy ocupado. ¿Y que quieres ahora? ¿Acaso mi conducta debe ser objeto de represión alguna? Le contesté preguntando. No hombre, no, aunque siempre puede mejorarse algo, nadie alcanza la completa perfección. Sucede que te llevo observando algún tiempo intranquilo, preocupado por relatos que transcurren en tu mente, con deseos de contarlos a los demás sin conseguir decidirte a ello. Poco a poco fui notando que aquel dialogo con el espejo no me desagradaba. Bueno, le dije, es que el mundo tiene muchísimas cosas en que pensar, mas importantes, como para dedicar el tiempo a leer hechos intrascendentes. Te equivocas, me dijo, es de ello precisamente lo que está falto el mundo, en definitiva la sociedad. Nosotros, los espejos de las conciencias, cuando nos reunimos, comprobamos que cada vez mas las conciencias humanas están menos tranquilas, menos relajadas y con mayor dosis de preocupaciones. Cada día es mas frecuente ver a los humanos presos de problemas, faltos de diálogo, sobrados de inquietudes y del ya popular “stress”, ansiosos de cosas intrascendentes que les relaje y distienda sus mentes. No creas que ello se debe al exceso de trabajo de la sociedad en sí, es lo que rodea a dicha sociedad lo que provoca dichas tensiones. La falta de contacto con la naturaleza, la carencia de tertulias familiares, el exceso de televisión, la proliferación de hechos y noticias tristes, la falta de solidaridad con los y de los demás; entre otras, todas están provocando en la sociedad que sus elementos o la mayoría de ellos estén en permanente tensión, respirándose agresividad que florece al mas mínimo detalle. Por todo ello creo que te equivocas con no dar a la luz esos hechos o anécdotas, que para ti son intrascendentes, pero de los que la sociedad está falto. Con ello conseguirás un poco de relajamiento en el lector y le rebajarás las pulsaciones de sus corazones tensados por este mundo actual. Vuelvo a insistir, le dije, que el mundo tiene demasiados problemas, de todo tipo, para perder el tiempo en dichas, llamémosle, anécdotas. Basta ojear cualquier periódico de la mañana o tarde, cualquier semanario, revista, escuchar alguna emisora de radio, ver cualquier canal de televisión, para comprobar que durante las veinticuatro horas del día te están anunciando los problemas que asolan al mundo. Las guerras étnicas entre hermanos del mismo país, hambre en muchos, niños que mueren a diario por falta de asistencia médica y alimentación en alguna parte de la tierra, mientras que en la otra los enfrentamientos bélicos asolan a sus habitantes. Igualmente te enteras de las crisis existentes en sectores básicos de la industria y economía, atiborrándose de números y estadísticas, indicándote índices inflacionistas, cifra de desempleados. Al buscar otras noticias menos preocupantes y menos complejas te encuentras con separaciones matrimoniales, divorcios, hijos abandonados y ya colmando el cúmulo de noticias desagradables, las tragedias, ocupando los sucesos mas de una página diaria, buscando siempre el morbo de una interrogante en el porqué del hecho, cuando pienso que es la misma sociedad, con su forma de actuar, la que está provocando dichas situaciones de tensión. Observas con tristeza cundo en un simple partido de fútbol o en cualquier espectáculo de masas, cómo personas educadas y correctas, con preparación y estudios, actúan como bestias, soltando al viento improperios e incluso llegando a la violencia física hacia los demás. Todo ello quieren imputarlos los sociólogos al “stress”, pero nadie o casi nadie idea los mecanismos necesarios para evitar el deterioro que sufre dicha sociedad, viviendo cada uno como tortuga bajo el caparazón que por conveniencia nosotros nos hemos construido. Y ello sin entrar a fondo en el problema que muchas familias viven en sus propias carnes producto de la droga, mucho mas las de menor “renta per cápita” como llaman los técnicos, los pobres para que nos entendamos, porque al no disponer de medios económicos para su adquisición, el “enganche” a la droga provoca que cometan delitos para encontrar el dinero que necesitan y del que no disponen para “comprar” dicha muerte lenta. Espera, me cortó la voz del espejo en seco, que soy yo y no tú la conciencia. El hecho de que te esté animando a relajar con tus anécdotas al mundo del que formas partes, no te da derecho a ver todo lo que es triste y desagradable, porque es obligación tuya y de los demás hacer algo para la sociedad a la que perteneces y en definitiva la que te ha dado lo que tienes. Es muy fácil limitarse solo a escribir criticando la actitud y hechos d los demás, sin decidirse a participar en la comunidad, dejando que solo unos pocos, siempre los mismos, porque los otros no quiere, luchen y de la cara por unos muchos, alegando estas falsas hipocresías, negativas familiares, falta de tiempo, de preparación, etc, cuando en el fondo son vanos pretextos para evitar participar en el conjunto de la sociedad. Y tú, no estás a salvo del conjunto al que me refiero, porqué también a veces demuestras con tu conducta que eres uno de ellos, en mayor o menor escala, pero uno mas. Sabes, intentaba defenderme, que mantengo ciertas actividades fuera de mi trabajo, de forma altruista y que redundan en beneficio de la sociedad. Mas podías hacer, me replicó la voz del espejo. Esas actividades son las que permiten llevar una vida más fluida, carente de monotonía, divertida y ocupada a veces, aunque robes algún tiempo a la propia familia, pero no debes olvidar que al servicio de los demás debe uno poner las virtudes o habilidades que posea, por lo que no esperes que ello se te agradezca al ser obligación de todo ciudadano, aunque es verdad que atravesamos una época, donde primero preguntamos cuales son los derechos y después las obligaciones. Pero conciencia mía, le dije, sabes tú que no está la vida para tanto altruismo, ya no es como antes, cuando toas las puertas estaban abiertas, prestas para ayudar a los demás. El progreso, es cierto, trajo comodidades al hacernos vivir en hogares mas confortables, pero conlleva ello egoísmo e independencia al hacer de los mismos auténticos búnkeres, sin querer saber nada del que vive unos metros mas allá, ocurriendo en ocasiones que ni conocemos a la vecindad, a pesar de subir o bajar por las mismas escaleras. Despacio joven, despacio. Ese es el propio egoísmo que vosotros habéis señalado como frontera, porque el progreso, la comodidad, independencia y demás conceptos no están reñidos con la solidaridad, comprensión, amabilidad, etc, que es en definitiva de lo que la sociedad adolece. Por el contrario aumenta la envidia y bien sabes tú, que esa misa vecindad que ni siquiera cruza un saludo en la escalera del bloque donde vives o en la calle cuando pasas por su lado, es provocadora de murmuraciones y comentarios originados por la maldita envida ajena, que es quizás el primero de los pecados de este siglo XX que se acaba. Sí a todo ello le unes la falta de principios morales y éticos, la de respeto a los mayores y la falta de dignidad profesional, te encuentras inmerso en una sociedad que deja mucho que desear y por la que hay que seguir luchando sin desmayo, porque no olvides que esos valores permanecen adormilados en el interior de todo ser humano, faltos de ejercicio y que es deber de todos recuperarlos para el bien de la comunidad. Nunca a lo largo de la vida, una persona con principios, respeto a los demás, con dignidad personal y profesional, ha dejado de ser parte del progreso lógico que experimenta el mundo día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. Es más, me atrevo a decirte que esas personas, son las que menos notan los cambios sociales, pues su preparación espiritual les hace adaptarse con mayor facilidad y compresión en el seno de dichos cambios sociales. Igualmente dichas personas serán las que siempre triunfarán sobre las demás, porque es lo único que olvidan, a los demás, en el sentido positivo, pues non se equiparan ni comparan con ellos; viven con el que tienen y triunfan con sus esfuerzos, sin añoranzas de riquezas ni posiciones ajenas, permitiéndole vivir en mayor felicidad que los otros. Te recuerdo el antiguo refranero que decía –no es mas feliz el que mas tiene, sino el que menos necesita-. Ello no lo entiende la sociedad tan fácilmente, al contrario, el exceso de consumo y adquisiciones de cosas objetos superfluos, te hace ingresar en una rueda que continuamente anda por el camino, sin parada ni fonda donde detenerse, porque dicho camino no tiene final, dado que no somos capaces de detener esa rueda del consumo innecesario, torpeados mentalmente –aunque el coeficiente de algunos sea muy alto- por los usos de las tarjetas de crédito, pagos a plazos, préstamos personales, convirtiendo todo ello en un miembro mas de la unidad familiar. Muchos, es verdad, lo hacen porque su poder adquisitivo se lo permite; otros porque satisfacciones personales propias provoca compensaciones para la familia, llamémosle esposa, hijos, etc. El uso indiscriminado de dichas tarjetas por algunos, es causado por la envidia hacia la vida del vecino, sin saber en el fondo las razones de éste, que le hace ostentar un nivel de vida que aunque tenga derecho, su economía no se lo permite, disfrutando en esos instantes de la ostentación, pero viéndose posteriormente asediado por deudas y situaciones desequilibradas que provoca tensiones en el seno familiar, mal acostumbrado, y por ende, repercutiendo en el entorno social que le rodea. Bueno conciencia mía, ahora eres tú la que estás actuando en el mas amplio y variado de los sentidos críticos. No es actitud crítica, no confunda mis apreciaciones de lo que es un sector de la sociedad con lo que debe ser la conducta normal y obligatoria de una sociedad, en la que existe la obligación moral de ser ético, justo, digno y solidario. Pero no interprete de mis palabras que esta sociedad actual sea peor o mejor que otras; lo único que ocurre es que gran parte de ella está desaprovechada, por no navegar en los canales que sus miembros desean, creando dicha actitud una frustración que a lo de su vida les marca como seres insatisfechos e incompletos, poseedores de base pero faltos de espacios donde desarrollarla, dando que han perdido la ilusión y el sentido vocacional. Por ejemplo, las profesiones o estudios. Muchos de los jóvenes, por un u otro motivo, no pueden elegir la profesión que les gustaría desarrollar o la carrera universitaria que desearían estudiar. Ocupan el primer puesto de trabajo que le ofrecen o eligen la carrera que su coeficiente o plazas disponibles en otros casos, le permiten. Lógicamente no desarrollan su inteligencia en el medio vocacional sino en el obligacional, creándoles una frustración interior que a lo largo de toda su vida se irá reflejando en sus actuaciones profesionales y familiares, llegando incluso a provocar falta de dignidad profesional que a la postre irá en perjuicio de todos los componentes de la sociedad, por mucho o poco eco que en ella tenga la profesión a la que se vio obligado acceder. No creo que en ese extremo lleves toda la razón, le dije. Ten en cuenta que el exceso de población provoca esas situaciones en relación con el progreso y avance tecnológico. Antes sólo podían acceder a los estudios sectores más pudientes cuando actualmente pueden hacerlos todos. Te vuelves a equivocar, me contestó el espejo; es cierto, en parte, lo que argumentas, pero no puedes olvidar que el exceso de población donde mas se ha dado y se dará es en los núcleos o sectores con menor poder económico e intelectual, debido en primer lugar a la falta de medios y en segundo a la escasa preparación para comprender esas situaciones. Situaciones económicas y sociales que no se dan en la clase mas pudiente, al estar mejor dotada económicamente y si en algunos casos les falta la inteligencia necesaria para comprenderla, disponen del dinerario preciso para pagar los consejos y servicios que les supla dichas deficiencias. Todas esas situaciones son las que la sociedad está obligada a compartir, pero compartir, no con demagogia de elegir un sistema político ni otro, sino como obligación solidaria de unos con otros. La verdad es que como siga así, ni te afeita ni cuentas tus anécdotas, porque me estoy poniendo de una rigidez, que en lugar de conseguir que relajes a la sociedad, voy a lograr que tu también quedes presa de esa tensión que hasta hoy tienes. No importa conciencia mía, me agrada esta conversación, ya era hora de qu alguien me dijese cara a cara el comportamiento de la sociedad a la que pertenezco. Si quieres podemos seguir. No hay mucho más joven, aunque no todo es defectuoso, lo único que ocurre es que entiendo no se deben alabar en público las cosas mas correctas, porque ello es obligación de todos hacerlo así, y si en cambio las que estimamos son mejorables par conseguir una correcta aplicación en el sentido crítico constructivo, para que en definitiva redunden en una sociedad mas justa, humana y agradable. Agradables, como esas anécdotas, secuencias o como quieras llamarle; intrascendentes si deseas calificarlas, pero estoy seguro que van a conseguir aligerar tensiones, distraer pensamientos apesumbrados, sonrisas en caras tristes, etc. A mí personalmente, algunas, por el transcurso de tiempo se me han olvidado, por eso me gustaría comenzaran por esa que tú, sin haberla vivido personalmente les relata en numerosas ocasiones, quizás por el agradecimiento que tenías a tu abuelo, debido a los muchos cables que te echaba el profesor de Carpintería cuando estudiabas el Bachillerato Laboral, viendo cuando se acercaba el mes de Junio y se quedaba atrás dicha materia. Que gracia, le dije, mi, abuelo cuando yo le decía mis apreturas en la citada asignatura artesanal, buscaba a Don Miguel, el profesor, que pasaba su tiempo de ocio en el mismo casino y le advertía: ¡Miguel, mi nieto no va a ser carpintero, de modo que no le suspenda porque en caso contrario, perderíamos las amistades!. Recuerdo que Don Miguel, sin perjuicio de invitarme a que mejorara mis trabajos manuales en dicha asignatura, me daba la nota suficiente para no estropearme el curso. Esa historia que tú, espejo de la conciencia mencionas, la he ido conociendo a través de mi vida, igual que otras muchas, unas a nivel personal. Otras en el profesional, pero la verdad es que habrá muchas personas que son poseedoras de otras parecidas, por lo que vuelvo a insistir no sólo ya en la intrascendencia de las mismas, sino también en la conciencia con otras que se hayan podido repetir en distintas personas. Que mas da, contestó, ojala todas las publicasen y pudiéramos gozar de ellas. Piensa que con sólo hacer feliz a una persona ya habrá sido bastante recompensa para ti. Vamos anímate, yo como algunas las he vivido junto a ti, te las recordaré por si olvidas algún detalle. No lo dudes, toma lápiz y papel, no, mejor las pasas directamente a máquina que estarán más claras, o en ese artilugio que usas últimamente, llamado ordenador. No es preciso que las escribas todas el mismo día, creo primero deberías terminar de afeitarte y con pausa apresurada, cada día deberías escribir una. Me ha convencido, me afeitaré y cuando finaliza mi trabajo, tomaré mi pequeño artilugio como tu dices y trasladaré mis vivencias al papel que les dará vida, pero no te alejes demasiado, pues estoy seguro que tus recuerdos me servirán para completar más de una. .
Posted on: Mon, 08 Jul 2013 05:55:13 +0000

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