II ~Misty~ Iniciando Me mecía dentro del Jeep que me - TopicsExpress



          

II ~Misty~ Iniciando Me mecía dentro del Jeep que me transportaba a pueblo Paleta, abrazada a mi mochila y sosteniendo mi maleta entre las piernas. Observaba el paisaje, perdida, la verdad aún no podía creer como había cambiado mi vida en solo tres minutos, que fue lo que duró el fuerte sismo. A decir verdad, aún sentía el tintineo de mi cuerpo producto de la vibración terrestre. Nunca, nunca en mis veinte años había presenciado tan fuerte remezón como el que sacudió ayer a mi querida ciudad; me daba pena dejarlos con todas las reparaciones pero tenía que cuidar también de mí y mis pokémon. «Y entonces…» Escuché como el conductor levantaba el tono de voz, y dirigí mi mirada hacia él, por el espejo retrovisor vi sus ojos oscuros enarcar una ceja. —Lo siento Tracey, no estaba prestando atención —me disculpé con mi amigo, perdiendo la mirada nuevamente en la ventanilla—. ¿Qué me contabas? —Que Daisy estaba pensando en que te vinieras a vivir con nosotros en vez de con Delia, digo para que te sientas más cómoda. Nuestra casa no es muy grande, pero puedes ocupar el cuarto de Rose. Volví a buscar su mirada con el ceño fruncido. —Lo que mi hermana quiere es una nana para su hija. ¡Apenas tiene tres meses y ya quiere metérmela a mí! ¡Qué descaro! —No la juzgues tan mal —lo oí reír nervioso—. Daisy ha cambiado mucho desde que dejó todos los lujos y se vino a vivir conmigo a Pueblo Paleta. —Quien lo diría, dos Waterflowers de ciudad Celeste a Pueblo Paleta —comenté irónica, apegando la nuca contra el asiento—. Las vueltas del destino. —Ya lo creo. Estábamos muy preocupados cuando nos enteramos de la noticia. El profesor incluso dijo que si quieres ir a soltar a tus pokémon al área acuática de los campos, no hay problema. —Son todos tan lindos conmigo —susurré—. Sobretodo Delia, se comporta como la madre que no tengo. —¡Lo sé! —soltó una carcajada—. Me pasa lo mismo, Delia ha ocupado el lugar de abuela de Rose. Es tan seguro que Ash no le va a dar nunca un nieto que ha adoptado a mi hija como tal. Tras esa frase, ya no hablo más y siguió concentrado en el manejo. Mi mente se nubló con imágenes tontas del futuro que siempre me había imaginado… Un futuro tan lejano como imposible. ¿Por qué de todos los hombres del mundo tuve que enamorarme del que está destinado a ser un ser solitario? ¿Tan masoquista soy? Suspiré. Odiaba amarlo y amaba odiarlo… Soy tan complicada… Llegamos a casa de Delia cuando el sol estaba desapareciendo entre las colinas tiñendo el cielo de tonos cálidos, ella ya me esperaba en la entrada. Moví mi pierna de entre mi maleta para poder salir y recibir el abrazo que a brazos extendidos me ofrecía. —¡Estaba tan preocupada por ti! —me dijo y me tomó del rostro observándome detenidamente—. ¿No te lastimaste? ¿No te heriste nada? —Le dije que no —pronuncié con mis labios fruncidos por la fuerza que ejercía sobre mis mejillas—. Estoy bien. —De todas formas tenía que cerciorarme, supuse que no ibas a querer cenar, así que te tengo preparado un rico té de tilo para los nervios con galletas de chocolate para la depresión —me soltó y aplaudió emocionada por su hazaña—. Además Ash llega mañana —la sola mención del nombre me hizo paralizar— y tenemos que preparar comida para un batallón. —A… As… Ash —dije por fin encontrando mi voz—, ¿viene en camino? —Siii —dijo emocionada—, se enteró de lo que te pasó y quería saber cómo estabas. Le dije que no se preocupara, que te ibas a quedar en casa. Mmm no sé porque tengo un mal presentimiento. —¿Y qué le dijo? —¡Estaba encantado! —volvió a aplaudir, pero yo seguía sin creerlo. Estaba aterrada apretando mi mochila cada vez más—. Dijo que se quedaba tranquilo sabiendo que tú estás en casa. Y que lamenta mucho no poder ser útil, pero dándote asilo momentáneo es una buena forma de demostrarte que está contigo en este momento. —Ya veo… —Además viene de pasada, va a venir a comer y se va a ir. Casi no pasa tiempo en casa con eso de ser un hombre G. —Me imagino —murmuré algo decepcionada. ¿Estaba decepcionada por qué no iba a quedarse? Esa noche –a diferencia de la anterior– si pude dormir un poco, solo un poco, el insomnio ahora no era por el terremoto, era por volver a ver a Ash. Y el hecho de estar ocupando su cama –mientras Delia acondiciona la habitación que usa de costura– tampoco me ayuda mucho. Había usado tantas veces esa cama cuando era niña y nos quedábamos meses preparándonos para las ligas, o cuando venía a visitar a Delia y a Tracey, que no sé porque ahora me resulta tan incómoda. Será porque ahora están peleados. Esa frase que cruzó mi cabeza le dio al clavo. Antes todo era distinto, éramos amigos, los mejores sin dudas… y ahora no sabía cómo iba a volver a mirarle la cara cuando llegara el momento. Cuando volví abrir los ojos, ya había amanecido. No sé cuántas horas habré dormido pero me sentía bastante relajada, sin dudas la infusión que me había dado Delia sirvió de maravillas. Bajé de la cama de un salto y tras buscar la ropa del día, me dirigí al baño para quitarme la pereza con una buena ducha. Me metí bajo la regadera sin querer salir, podría estar horas enteras bajo el agua, pero tampoco puedo desperdiciar tanta… ¡No es mi casa! Salí enroscando una toalla celeste sobre mi cuerpo, y una azul en mi cabello. Tras secarme me puse una blusa amarilla larga que se entallaba a mi cintura por un lazo en la espalda y un vaquero capri. Mi cabello pelirrojo me caía sobre mis hombros y decidí dejarlo suelto. En el gimnasio casi no puedo usarlo de esta forma por todo el trabajo que tengo que hacer… Me quedé quieta bajando la mirada. Mi gimnasio. Aspiré y suspiré. ¡Espero pronto poder retomar mi liderazgo! «Misty» —¿Sí? —pregunté acercándome a la entrada para abrir la puerta. —Llamó Tracey —me dijo con una sonrisa cuando la vi frente a mí—. Buenos días. —Buenos días —saludé. —Me dijo que te espera para desayunar con Daisy y que después quiere llevarte al laboratorio para que dejes ahí a tus pokémon. —Genial —afirmé con una sonrisa—, entonces ahí estaré —salí del baño con dirección a la habitación de Ash para tomar mis botines de cuero negro. Siempre había querido ponérmelas pero nunca había tenido oportunidad. Jajajaja no era tan malo estar en un pueblo que te obliga a usar zapatillas o botas. —Otra cosa —me dijo antes de que pudiera cerrar la puerta—. Ash llega para el almuerzo. —Ah —fue lo único que pude soltar, prácticamente había amanecido sin recordar que tendría que verle la cara a Ash en cualquier momento. —Así que almorzaremos a la una de la tarde —me dijo con una sonrisa—, no llegues tarde. —No se preocupe —saqué una pequeña cartera de mi mochila y tomé las botas—. Aquí estaré. —¡Qué te diviertas! —se despidió—. Voy a seguir trabajando con Mr. Mime para que esta noche puedas usar tu propia habitación. —¡Eso me encantaría! —contesté bajando las escaleras, me senté en el último escalón y me coloqué las botas para salir—, ¡hasta pronto! —Ve con cuidado —fue lo último que escuché antes de cerrar la puerta detrás de mí. Caminé hacia el centro del pueblo con las manos juntas tras mi espalda. El aire a campo que se respiraba en el pueblo era genial; olor a pasto y a tierra húmeda, el olor a pan recién horneado. Apresuré los pasos hacia la casa de Tracey, ya me estaba dando hambre. Cuando llegué a la sencilla pero bonita casa de un piso –actual residencia de mi hermana-, toqué timbre y esperé a ser atendida. Realmente la imagen que me recibió era tan increíble de imaginar, tan irreal. Mi hermana Daisy, con su cabello atado en un rodete adornado con la flor de cerezo que antiguamente se colocaba en un costado de su cabellera dorada. Vestía un suéter ancho rosado adornado con un cinturón grueso de color blanco y unas calzas negras. Y sin una pizca de maquillaje. Era un cuadro muy simple al lado del recuerdo de mi hermana mayor. —¡Misty! —me saludó abriendo los brazos—. ¡Qué bueno que viniste! —se corrió de la entrada para hacerme paso—. ¡Pasa! —Permiso —dije y me encontré con la sala de sillones azules y sobre la alfombra de pelo largo del mismo color de los sillones estaba boca abajo mi pequeña sobrina sosteniendo su cabeza. Me agaché hasta ella. Sus ojos verdeazulados tan iguales a los míos y a los de mi hermana, su cabello verde oscuro, sus mejillas rosadas y su tez blanca. Era un bebé encantadora—. Hola Rose… —enseguida buscó mi voz y sonrió. A pesar de que no la viera hace casi un mes, es bueno ver que me recuerda—, ¿cómo estás? —Estaba esperando a su tía para que la acompañara a desayunar —respondió mi hermana tomándola en brazos—. Si es la niña más tierna del mundo, ¿verdad? —le dijo a la bebé jugando con sus dedos en la pancita de Rose… Mi hermana realmente había cambiado mucho, se la veía tan maternal. Tracey estaba terminando de preparar la mesa cuando entre en el comedor y lo saludé. —¿Te ayudo? —le pregunté, al verlo con los platos en una mano y en otra, las tazas. —No te preocupes —dejó las cosas sobre la mesa y las distribuyó en tres—. Ya está todo listo. Nos sentamos a desayunar, había tostadas, frutas y una rica tarta de manzanas. —¡Esta deliciosa! —exclamé apretando los ojos de la emoción—. ¡Daisy, ¿cuándo aprendiste a cocinar así? —le pregunté, ella quitó a Rose de su pecho y la llevó a su hombro para acariciarle la espalda. —Misty, llevo un año casada, uno se las apaña para todo —miró a Tracey y él le devolvió la mirada con una sonrisa. Había tanto amor en ellos. —Qué envidia —balbuceé dándole otro mordisco a mi porción de tarta—, se ven tan felices. —Somos felices —afirmó Daisy—. Me costó mucho este estilo de vida, pero después descubrí que no se necesita grandes lujos para ser feliz. Mientras estés con la persona correcta, lo demás son detalles insignificantes en la vida. —Ya veo —dije bajando la mirada y suspiré. Estúpido Ash… —Bueno —dijo Tracey levantándose de su asiento para tomar su plato y su taza—, ¿vámonos? —Deja ahí —lo detuvo mi hermana—, yo levantó y lavo todo. Vayan al laboratorio nomas. —Gracias —le sonrió y tras despedirnos de ella y de Rose, nos fuimos hacia el laboratorio Pokémon. El profesor estaba encantado de recibir a mis pokémon en los campos, así que inmediatamente después de saludarnos me condujo hacia los campos en la parte de pokémon de agua. Estaban separados en dos áreas como era de esperarse, los pokémon de agua dulce y los pokémon de agua salada. En la fosa de pokémon de agua dulce se quedaron los dos Goldeen, dos Seaking, Psyduck, Politoed, Gyarados, Azumarill. En el área de pokémon de agua salada dejé a Dewgong, a Seel, Corsola, Cloyster, Staryu, Starmie, ambos Luvdisc y la estrella de mi gimnasio, Kingdra. En este tiempo también había conseguido un Lanturn, un Quarsire y un bello Lapras. Pero ellos se habían quedado en el centro Pokémon de ciudad Celeste. Aún tengo que esperar que la Joy me los reenviara. Pero esos son todo los hermosos pokémon de mi gimnasio. Se veían tan felices en sus nuevos hogares que no me importó dejarlos ahí. Sabía que estaban seguros y además iban a estar bien cuidado. El profesor Oak se retiró tras mostrarme que mis pokémon iban a estar bien, al parecer tenía que hacer algo importante y salía de viaje. Tracey estaría a cargo del lugar por tres días. —¡Puedo ayudarte! —le pregunté con mis puños cerrados frente a mí, me encantaba ese trabajo del laboratorio. —Estaba esperando a que te ofrezcas —comentó con una risa burlesca mi querido cuñado—. ¡Me vendrán muy bien dos manos extras! —¡Claro! ¿En qué te ayudo? Así pasamos toda la mañana dándole de comer a los pokémon, vi a varios de los pokémon de Ash. Todos fuertes y bien cuidados como era de esperarse de él. Eran más de las tres de la tarde cuando logré terminar y me dejé caer sobre el sillón de la sala del profesor Oak. —¡Estoy agotada! —exclamé con los brazos extendidos en el respaldo del sillón—, no quiero más guerra por hoy. —No te preocupes, por hoy terminamos —me dijo Tracey extendiéndome un sándwich—. Tienes que reponer energías. —Gracias —tomé el sándwich y me lo devoré de tres bocados, estaba realmente hambrienta. —Bueno —tomó una bolsa y me la entregó—, Delia me pidió que le consiguiera esto. Dáselo de mi parte por favor. —Claro —tomé la bolsa y salí del laboratorio con dirección a la casa de Ash… ¡Oh es verdad! Llevé mi puño a la boca para contener el grito. Ash llegaba a la una, tenía que haber regresado hace más de dos horas. Pero por otro lado, tendrían un poco de convivencia madre e hijo; no quiero incomodarlos tampoco. ¡Está decidido! Afirmé con la cabeza. Iba a pasarme el día recorriendo todo pueblo Paleta. Recorrí las tiendas, y al ver que se ponían unos puesto de artesanías, decidí esperar en la plaza mientras ellos se terminaban de establecer. Me acerqué a una hamaca y me senté en ella para columpiarme mientras pasaba el rato. Y de pronto, aumenté la velocidad, realmente había olvidado lo que se siente esa adrenalina de subir y bajar impulsada por el movimiento de piernas. Lo hice cada vez más alto hasta que mi mente omitió todo pensamiento idiota. No quería pensar en nada, ni en mi gimnasio destrozado por un estúpido terremoto ni en el estúpido de Ash que me esperaba en su casa. «Misty» Escuché mi nombre en una voz que me hizo detener de golpe. Busqué la voz pero no la encontré, escuché alguien gritar y tras ver de reojo que señalaba hacia el cielo, levanté mi mirada justo a tiempo para ver como una gran bola de fuego venía directamente hacia mí. —¡Ah! —logré saltar justo a tiempo para evitar la potente llamarada de Charizard—. ¡¿Ash eres idiota o te pagan?! —le grité apretando mis puños, al verlo sobre el pokémon naranja que estaba muerto de la risa. —¡Al menos logré llamar tu atención de alguna forma! —contentó con una enorme sonrisa y demonios me hizo querer tenerlo cerca para darle una buena trompada. —¡Podrías haberme llamado! —bajé la mirada con rabia al ver como descendía del pokémon alado. —Dejaste tu móvil en casa —me informó cuando quedó frente a mí. Dos años, habían pasado dos años y el condenado me pasaba de estatura y ni hablar de cómo lucía ahora. Me sentí una niña—. Mamá me mandó a buscarte porque dijo que te esperaba a la una y aún no llegabas —lo miré de reojo y lo ví rascarse la mejilla nervioso—. Creyó que no querías volver a casa por mi culpa, y me ha dicho uno de sus sermones… —¿Es muy tarde? —pregunté omitiendo su última frase, Ash curvó una ceja y me señaló el cielo. Estaba empezándose a teñir de colores cálidos—. ¿Qué hora es? —En esta época del año, a las seis empieza a anochecer —comentó como si fuera la cosa más obvia del mundo. —¿Son las seis de la tarde? Vaya —sin dudas, el tiempo pasó tan rápido que ni lo había sentido. —¿Vamos? —me dijo metiendo a Charizard dentro de una de su pokébola. Pero no contesté. —Quería ver los puestos —se los señalé—, eso estaba esperando. Si quieres puedes volverte yo regreso al rato. —No —lo miré y llevaba las manos ocultas en su chaqueta verde oscura—, te acompaño no tengo nada que hacer. —Bueno —dije, y la verdad no sabía cómo sentirme. Por un lado estaba la sensación de volver a estar con él, y por el otro lado, el hecho de que estuvimos peleados… —¿Misty? —me llamó y sacudí mi cabeza para salir de mis imaginaciones. —¿Sí? —¿Cómo estás? —preguntó mirándome fijamente, tanto que hasta me intimidó un poco. —Bien —afirmé—, dentro de lo que cabe, estoy bien. —Ya veo —no dijo nada más, corrió su mirada y se encaminó hasta los puestos. Yo lo seguí como cuando era una niña de diez años, siempre detrás de él. Luego de recorrer los puestos y comprar una que otra chuchería, me invitó a tomar un café. Tras dudar, lo acepté. Supongo que nos debíamos una charla.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 00:51:49 +0000

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