¡Jenny! El gordo Gonzales se sentó a tu lado… ¿No tuviste - TopicsExpress



          

¡Jenny! El gordo Gonzales se sentó a tu lado… ¿No tuviste miedo? - No te preocupes, querida, es inofensivo. Aunque no creo que su silla piense lo mismo… Ante tal comentario, el aula fue invadida por una bandada de cuchillos disfrazados en forma de risas. Desafortunadamente, nadie salió herido; salvo uno, por supuesto. Este tipo de hechos me da luz verde para extender mis interminables reflexiones filosóficas respecto a la naturaleza humana (femenina, en este caso) pero dada mi condición de escritor, temo aburrir a mi audiencia. Por tanto, permítanme trasladaros a la parte emocionante de esta historia. Sucedió una tarde de mayo, pocas semanas antes de la finalización del calendario escolar. Sufrí extremo deleite al constatar que la oficina de correos había facturado “los paquetes” hasta la puerta de mi hogar en la fecha prevista. Tras analizar la calidad del contenido, corrí como loco hacia el teléfono de mi hogar. Precisaba llamar a Jorge. - ¿Hola? - ¡Jorge! ¡No puedo creerlo! Las trajeron… - ¿En serio? - Ya las revisé, están en perfectas condiciones… - ¡Genial! Al día siguiente, mientras transitábamos a través del campo escolar, ningún docente advirtió la temeridad de nuestro cargamento; ocultado dentro nuestras mochilas, por cierto. Una vez que llegó la hora del almuerzo, Jorge y yo nos instalamos en la mesa central de la cafetería. Al tiempo que esta estuvo repleta de estudiantes, sacamos las metralletas de los morrales y empezamos a disparar como poseídos a la mayor porción de humanidad posible. Fueron los mejores momentos de mi vida: Años de años permanecí cabizbajo ante las incesables burlas y desprecios de aquellos inmisericordes jovenzuelos; pero tanto Dios como Lucifer sabían que la hora de pagar les había llegado. Desde el instante en que acogí al odio, juré jamás abandonarlo. Puesto que el dinero era un componente esencial para mi plan, los últimos tres años he estado trabajando como loco en el almacén de mi tío. Mi salario era escaso, pues al ser estudiante no trabajaba tiempo completo, sin embargo, nunca permití que el desánimo envenenase mis venas. Mes tras mes, dólar tras dólar, eventualmente ahorré la cantidad que necesitaba. Además del dinero, el proyecto requería la participación de un nerd inteligente, condición que me impulsó a cultivar mi amistad con Jorge. Una vez que había ganado su simpatía, le revelé mis maléficos e intrépidos proyectos, frente a los cuales él manifestó natural oposición. No obstante, años filosofando sobre psicología humana habían hecho de mí un auténtico erudito en el arte de la manipulación. Admito que persuadirlo no fue tan difícil, después de todo, él también era un chico abusado y oprimido por la burocracia social juvenil; los fulgores de venganza estaban presentes en su corazón, tan solo faltaba avivar las brazas. Cortesía de sus soberbios conocimientos computacionales, compramos aquellas preciosas metralletas ilegalmente vía Internet, todo a expensas de mis bolsillos, por supuesto.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 04:20:40 +0000

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