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LA CONFUSIÓN IMPERA EN EL ESTADO Una de las razones por las que este país se ha hecho ingobernable es la confusión. La mayoría absoluta del PP crea un cálido abrigo parlamentario bajo el que Rajoy y sus ministros se cobijan para proseguir con viejas inercias: repartir pedacitos de tarta para el nacionalismo de PNV y CiU en cada negociación. Los ciudadanos normales creen que el duopolio sólo negocia con el nacionalismo cuando lo necesita para gobernar. No es así, negocian con ellos siempre y están convencidos de que ceder algo a sus pretensiones –más o menos en función del asunto que se trate– es la manera de tenerlo amansado. La realidad catalana les da la prueba empírica en sentido contrario, pero ellos siguen, erre que erre, llamando para negociar, por ejemplo, la ley de cajas con los dos partidos nacionalistas antes que con UPyD. Lo mismo ha ocurrido con la ley clave de la política exterior –que se tramita en el Congreso–. La política exterior, es decir, lo que de manera inequívoca caracteriza y define a un Estado, lo negocian con quienes se quieren ir de España y no con los que queremos construir España. Pero aún hay más: lo negocian con grupos parlamentarios que tienen menos votos, es decir, menos representatividad. Y todavía hay gente que juzga progresista toda esta componenda. La cuestión confusa de nuestro país es que el verdadero poder político –y el contrapoder– está en las comunidades autónomas. Y ahí, ni el PSOE ni el PP están en condiciones de controlar nada de lo que ocurra en los próximos meses. En el caso del segundo, las trifulcas han llegado con la financiación autonómica, que se abrirá en los próximos meses con el mismo temor que una caja de truenos. Las discrepancias van mucho más lejos. Son completas: que el presidente de la Comunidad de Madrid apueste por una reforma constitucional (que según Rajoy nadie en España ha pedido) y bajadas de impuestos es definitivo. Esas bajadas de impuestos son muy bajas, pero precisamente por eso, porque su valor es sobre todo simbólico, cobran cuerpo como mensaje político –al líder del PP– y electoral, a los votantes del PP. En cuanto al PSOE, qué decir de su desgarro norte-sur: PSC versus federación andaluza. Al parecer, aún hay socialistas que no se han dado cuenta de que el PSC es el plomo que los señoritos de la oligarquía catalana le han puesto en las alas al PSOE. Forma parte de la gran confusión el pensar que el nacionalismo catalán es progresista, por eso los socialistas están desconcertados. Eso y algunos buenos amigos que tendrán en el PSC, no digo que no. Cuando se introduce claridad en un debate, muchos quedan cegados. Ayer pasó desapercibido otro estrambote de marchamo autonómico. Se trata de una reforma legal para que el Gobierno de Murcia pueda gobernar por decreto, facultad de la que hasta ahora, al parecer, carecía. La confusión estriba en que cuando el Gobierno de la nación usa el decreto se comporta de forma autoritaria, pero, cuando quiere hacerlo un gobierno autonómico, todo se vuelve loas al progresismo descentralizador. El uno es siempre decretazo y el otro decretuelo alegre y jovial. Así las cosas, toda la cámara ha votado a favor del decreto para Murcia, salvo UPyD. Habrían tenido que oír ustedes a la alcaldesa de Cartagena argumentar que la soberanía popular reside en el parlamento murciano, con la misma convicción que si fuera a proclamar un nuevo cantón. Fue una derogación de la Constitución en toda regla, pero como la alcaldesa es del PP, la aplaudieron. De este tenor es la confusión, de esta magnitud: sobre lo que es España, la soberanía, la democracia; cosas básicas, en fin, que tendremos que seguir aclarando hasta que estalle la penúltima burbuja.
Posted on: Sat, 02 Nov 2013 11:55:13 +0000

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