La sombra vino; era más espesa que el espacio, más retorcida que la locura, más infinita que la imaginación, y apestaba a sufrimiento. Corrí por mi vida, esperando que mi cuerpo no me traicionara y me dejara mirar atrás. Pero finalmente me atrapó. Me engulló, me hizo parte de ella, y en su interior había una infinidad de colores que parecían bailar y cantar a la vez, pero no podía verlos porque daban demasiado miedo. Mi pasado, mi presente y mi futuro se desmembraron en mi conciencia a medida que comenzaba a sentir el frío ardor de sus pensamientos fusionándose con los míos. Sentí que me acercaba al corazón de la criatura a la vez que me movía entre oscilaciones de destellos y espejismos deformes, escuchaba a la distancia los imparables latidos de una estructura atrofiada, un músculo venosos e irrigado de fluidos que parecían ser más veneno que sangre. Finalmente, cuando alcancé este centro de caos y mutilamiento, sentí como si de mi alma se despojara hasta los últimos fragmentos de lo que yo recordaba ser, llenando el vacío con una identidad hecha de dolor y sufrimiento. En mi interior sentía las fuerzas de la rabia, la locura y la desesperación estallar como estrellas colosales, desplazando mi sentidos a una dimensión que no podía descifrar y situando a todas mis esperanzas de un final rápido dentro de un abismo oscuro y lleno de maldad. Cuando volví a abrir los ojos me sentí paralizado, sujeto a una estructura que no era mi cuerpo. Entonces sentí la pestilencia de mi alrededor y descubrí lo que nunca debió haberme pasado. Podía ver el cosmos flotando e irradiando fuego a mi alrededor desde las musculaturas fluidas y casi etéreas de la sombra que me había tragado. Lo encontré maravilloso, pero horrible a la vez, y desde aquel instante comprendí porque la sombra viajaba y consumía todo lo que encontraba, reconocía ese impulso semi humano que la arrastraba a cada rincón del universo: Era el odio.
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 22:59:23 +0000
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