Lo que yo quiero como resultado de este triste asunto es aquello que sea lo menos malo para los españoles, no lo más ajustado a las estrecheces del derecho positivo. En cualquier caso, bastante malo está siendo y va a ser. Es que eso de todos somos iguales ante la Ley, aparte de una irrealidad fáctica, en su aplicación no dejaría de ser una simplificación pragmática de una tesitura jurídica mucho más compleja. (a veces, los jurados populares son más capaces de adecuarse a esas tesituras). Considero que las circunstancias de cada yo tienen su importancia, y que de alguna manera en casos como el de nuestra infanta -como en el de Isabel Pantoja-, si no en la Ley escrita, sí en sus aplicaciones, es bueno que se tengan en cuenta, aunque sea en forma no confesa. Es que con la condena, seguramente justa según la letra de la Ley, de la Infanta se me está condenando también a mí, y conmigo a todos los que crean que, hoy por hoy, cualquier daño en la Corona repercute en otro daño en España. Y también que si fuéramos capaces de valorar las penas en sus efectos subjetivos, las ya sufridas y las por sufrir por Dª Cristina, como por Dª Isabel, apreciaríamos una intensidad muy por encima de la que afectarían el común de las gentes. Además, considero que la exención de cualquier condena en los casos de referencia también dañaría o hubiera dañado a la comunidad nacional de los españoles. Así que estamos entre la espada y la pared. ¿Qué hacer? Quizá, pienso yo, no esté desacertado del todo el fiscal Horrach, en la medida que su postura pueda matizar el rigor de la decisión judicial. Y acaso, Cristina debería haber ya renunciado a cualquier honor o título de los que hasta ahora disfruta por su condición nata de hija de rey, para que así adelgace su circunstancia, ahora sólo la de hermana de rey (mejor así). Y si es el caso, mejor sería que el juez no condenase en más a la esposa del socio del Urdangarín que a la de este mismo.
Posted on: Wed, 10 Dec 2014 09:14:03 +0000
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