Mario Vargas Llosa: su crimen moral y sus paralogismos Autor: - TopicsExpress



          

Mario Vargas Llosa: su crimen moral y sus paralogismos Autor: Dr. Víctor Manuel Peña En un artículo de marras publicado por el escritor Mario Vargas Llosa en el periódico español El País trata, de manera muy subjetiva, la sentencia del Tribunal Constitucional dominicano que aborda el asunto de la nacionalidad. Antes de entrar a ponderar el contenido del artículo de referencia debo decirles que Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, es un escritor de oficio, concretamente es un novelista de oficio. En el libro La verdad de las mentiras, que es una especie de teoría sobre la novela, del mencionado escritor él plantea cómo es posible llegar a la verdad a través de la ficción o a través de las mentiras. En la página 25 de la edición de Alfaguara de 2002, Mario Vargas Llosa nos dice lo siguiente: “Sólo la literatura dispone de las técnicas y poderes para destilar ese delicado elixir de la vida: la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas”. En esa misma página y en el mismo párrafo que estamos citando nos dice Vargas Llosa: “Una ficción lograda encarna la subjetividad de una época y por eso las novelas, aunque cotejadas con la historia, mientan, nos comunican unas verdades huidizas y evanescentes que escapan siempre a los descriptores científicos de la realidad”. Todo esto da cuenta del afán del autor por deslindar la novela de la historia o la verdad de la novela de la verdad histórica. Ciertamente una cosa es la verdad histórica y otra cosa distinta a ésta es la verdad que se puede establecer a través de la ficción, de la fantasía o de la novela. Pero yo digo que una cosa es fantasear sobre la vida en el marco de la ficción y de la fantasía, teniendo como telón de fondo de manera inevitable la realidad material, y otra cosa es concebir y escribir un artículo, con el pretendido y deliberado interés, de analizar un problema concreto de la vida real concreta. Entonces aquí no tienen ni deben tener cabida ni la ficción ni la fantasía, mucho menos si se están analizando problemas reales de un país real, no de un país ficticio o imaginario. Se trata, por consiguiente, de que en el campo del análisis o de la reflexión histórica, económica, sociológica, política, jurídica o de cualquier otra índole hay que guiarse, lo que supone que hay que dominar primero, por el proceder de la ciencia, porque sólo así, y siempre así, será posible construir juicios sintéticos o analíticos y dar con la verdad, relativa o absoluta, del problema estudiado o analizado. La verdad monda y lironda es que Mario Vargas Llosa no es cientista social, sino novelista. Un literato cree, como lo creen la mayoría de ellos, que el solo hecho de ser escritor lo convierte automáticamente en científico o cientista (sabedor, sabelotodo o sabihondo) y que como tal puede opinar de todo y sobre todo. Es decir Mario Vargas Llosa ha desarrollado unas ínfulas como escritor a tal punto de creerse científico o cientista social y que, por consiguiente, puede “analizar” cualquier problema en cualquier disciplina del conocimiento o de la ciencia. Y ocurre que cuando no se es especialista en el área, siendo escritor o no, se cae en el campo de la especulación y de las generalidades, y no pudiendo analizar con rigurosidad científica y a profundidad el problema, cualquiera que sea, se cae en la subjetividad, en la superfluidad, en la puerilidad o futilidad y en la esterilidad. Y de esa manera se es un opinante cursi, pop o superficial. El escritor, a diferencia del ciudadano común, tiene una cultura general que le permite opinar sobre muchos temas pero siempre en el campo de las “generalidades” (generalidades y generalizaciones no científicas), pero no puede penetrar en el mundo de las especificidades y de las profundidades, por lo general, porque carece de la formación académica y profesional al más alto nivel para ello. Claro, como hombre público, como ciudadano e incluso como novelista puede opinar sobre lo que él quiera, porque vivimos en medio de sociedades democráticas, pero debe tratar de ser objetivo y honesto (máxime cuando se es premio Nobel de literatura), sobre todo cuando se refiere a problemas estructurales e históricos como los de la República Dominicana, para que no destruya la condición de hombre moral en que debe sustentarse la existencia de un escritor. Bien, en el artículo de marras de Mario Vargas Llosa se nota que él queda atrapado en una serie de prejuicios y de presunciones (hegemonía o predominio de los sentimientos sobre la razón) que aparecen expuestos en sus paralogismos, lo que denota un muy pobre y un muy lamentable conocimiento histórico de la sociedad dominicana en general, por un lado, y de que ignora, porque no las ha leído, el contenido de la sentencia del Tribunal Constitucional dominicano y el contenido de la Constitución de la República Dominicana. ¡Qué pena y qué vergüenza para un escritor de su calado hablar u opinar sobre un tema sin conocimiento de causa! Al calificar en su artículo como racista, xenofóbica, discriminatoria, bárbara, aberrante, fascista, genocida e inmoral la sentencia del Tribunal Constitucional dominicano, Mario Vargas Llosa asumió la condición propia del idiota, del tonto o del imbécil que emite juicios categóricos sin conocimiento de causa. Pero también tuvo la cachaza, la descortesía y el tremendismo de igualarnos o compararnos con los crímenes de lesa humanidad cometidos en contra de los judíos, pero también en contra de los alemanes que se opusieron a su régimen, por el monstruo de Adolfo Hitler. Estos conceptos no se aplican ni a la sentencia ni al pueblo dominicano y los juicios construidos con estos conceptos son apócrifos, verdaderos paralogismos, que se evanescen (o evanecen) como la espuma en la superficialidad y en la mentira. Con este artículo Vargas Llosa no sólo contradijo todo lo que ha escrito en la vida, sino que echó a rodar por el suelo sus obras y su condición de escritor y de premio Nobel de literatura. El perfecto idiota latinoamericano se vuelve contra él mismo: irracional, superfluo, subjetivo y emocional. Pero Mario Vargas Llosa fue más lejos en la intención perversa y malsana que subyace en el contenido de su artículo: tuvo el despropósito de hacer extensivos estos epítetos inflados e irreales al pueblo dominicano. Como en el Tribunal Constitucional dominicano lo que ha hecho es interpretar y aplicar la Constitución al pie de la letra, ¿de dónde saca Vargas Llosa esos adjetivos abombados y desajustados para calificar la sentencia del Tribunal Constitucional? Los saca de la ficción, porque al escribir el artículo se colocó no en el marco de la realidad dominicana, sino en el marco de la fantasía, de la ilusión, de los prejuicios y de las presunciones totalmente irreales. Es increíble que Mario Vargas Llosa se haya convertido en esclavo o siervo de los prejuicios que tienen los intelectuales y los diplomáticos haitianos en contra de la República Dominicana, quienes se han estado moviendo en la comunidad internacional abogando siempre porque nuestro país sea condenado. ¡Cuánta ingratitud, indignidad y podredumbre de parte de estos diplomáticos e intelectuales haitianos! Aún no siendo un cientista social pudo haber escrito un artículo con un cierto nivel de seriedad y de honestidad profesional. Resulta muy cuesta arriba que a la comunidad internacional y a los escritores que están haciendo causa común con el gobierno de Haití sólo les preocupe la situación legal de los descendientes de haitianos en República Dominicana, pero no les preocupa en lo más mínimo la terrible situación de pobreza y de miseria que vive el pueblo haitiano, donde hay millones de haitianos que son muertos civiles, expresión grandilocuente del terrible drama que vive la población haitiana en su propio territorio pero también expresión de que el Estado haitiano hace tiempo que colapsó, siendo en realidad un verdadero Estado fallido. ¡Cuánta hipocresía y cuánta demagogia vestida de aparente solidaridad! ¿Qué ha hecho la comunidad internacional para cambiar ese terrible drama que vive el pueblo haitiano en su propio territorio? Nada, absolutamente nada. Pero otro punto donde Vargas Llosa comete otra gran tropelía, atropello y desconsideración a la dignidad y al patriotismo del pueblo dominicano fue cuando acusó a éste de la matanza de haitianos de 1937. La matanza de haitianos en 1937, totalmente repudiable y condenable por execrable, es responsabilidad única y exclusiva de Trujillo, jamás del pueblo dominicano. ¡A Vargas Llosa le preocupa esta matanza, cometiendo el crimen moral de endosarle esta matanza al pueblo dominicano, pero no cuestiona ni critica la matanza de miles de dominicanos ejecutada por Trujillo (otro monstruo de la misma calaña de Hitler), en un acto propio de la barbarie y de un hombre de ultratumba, quien encabezó una de las dictaduras más horrendas, sanguinarias y sangrientas del Continente! Trujillo convirtió los campos, las ciudades y las calles polvorientas de la República Dominicana en incontenibles ríos de sangre, de dolor y de muerte. ¿!Dónde estaba usted, señor Vargas Llosa, que no usó su pluma para cuestionar, y aún no cuestiona, esta tragedia colosal de Trujillo contra el pueblo dominicano, con la que Trujillo conculcó todo el tiempo el derecho del pueblo dominicano a vivir en libertad, en democracia y en paz!? Estoy convencido que Mario Vargas Llosa, por las equívocas convicciones expresadas, ha faltado olímpicamente tanto a la verdad moral como a la verdad histórica, en su atormentado y torturador tránsito a la muerte moral que se ha labrado, y, por consiguiente, ha ofendido la dignidad del pueblo dominicano, de la República Dominicana y de sus instituciones. Publicado en el periódico El Nuevo Diario
Posted on: Tue, 12 Nov 2013 22:24:43 +0000

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