NOCHE DEL 14 AL 15 DE ENERO DE 1881 MIRAFLORES ESTADO MAYOR - TopicsExpress



          

NOCHE DEL 14 AL 15 DE ENERO DE 1881 MIRAFLORES ESTADO MAYOR GENERAL DE LOS EJERCITOS PERUANOS El General Pedro Silva, Jefe del Estado Mayor General de los Ejércitos Peruanos, se acarició con la mano derecha su grueso y bien cuidado mostacho, tras el Jefe Supremo era el encargado de la defensa de la capital, dos días atrás, contaba para este fin, una fuerza de dos Ejércitos de línea y uno de Reserva, divididos en cuatro cuerpos de Ejército de Línea y dos cuerpos de reserva, fuertes en unos 26.000 hombres en total. Se repetía así mismo, que sí tan solo hubiese tenido algunas semanas extras de tiempo, hubiese podido dar más coherencia a sus tropas, mejorado la instrucción de muchos de los reclutas que apenas si habían logrado descubrir por qué parte del fusil salían las balas, y haber dotado a las distintas Divisiones de las compañías de Servicios e Ingenieros, que les hubiesen dado la autonomía necesaria para operar con mayor flexibilidad. Hasta hace unos días atrás, la directiva estratégica para la defensa de la capital, había sido desgastar al ejército enemigo en la primera línea de defensa, y en caso de que dicha línea no fuera suficiente para contener la ofensiva enemiga, al menos debía dejarlo en estado de no poder tomar la segunda, donde el ejército de línea se reposicionaría y se reforzaría con el Ejército de Reserva, en el papel dicho plan sonaba como coherente, sin embargo, lo que no había sido previsto por los directores de la guerra, era la posibilidad de que el Ejército enemigo, a pesar del grueso costo pagado para tomar la primera línea, quedara en mejores condiciones que los defensores; en efecto, la hecatombe del 13 había significado perder lo mejor de las tropas, y la dislocación de una buena parte de las restantes, el I Cuerpo de Ejército, con sus tres divisiones y nueve batallones, el más grande de los cuatro que componían el ejército de Línea, al completo había sido aniquilado, así como la División Volante formada por Guardias Civiles, los otros tres Cuerpos de Ejército habían sufrido graves bajas, especialmente sensibles habían sido la sufridas por el IV Cuerpo de Cáceres en San Juan y las del II de Suarez, que había sufrido muchas bajas tanto en San Juan cuando intentó reforzar a Cáceres como en los contrataques lanzados contra Chorrillos, también se había perdido muchas piezas de artillería, incluyendo algunas de grueso calibre de las fortalezas del morro Solar, y el Comandante General de la Artillería, Coronel Arnaldo Panizo había sido capturado, peor aún se había visto naves enemigas desembarcando nuevas tropas y pertrechos para el enemigo directamente en Chorrillos, con lo que habían acortado considerablemente su línea logística y de transporte. Miró su reloj de bolsillo, había pasado más de una hora desde que comenzará a trabajar, y aunque intentaba concentrarse en la reorganización de sus fuerzas, una montaña de dudas taladraban su mente, y maldijo en silencio la falta de una directiva estratégica destinada a preparar movimientos ofensivos de sus tropas, ¿Qué hubiese pasado si la línea de defensa se hubiese tendido en el Río Lurín? Y es que algunos plantearon privadamente que los chilenos no hubiesen podido abrirse paso hasta el agua, que se encontraba recién en el río Lurín o bien les hubiese sido sumamente difícil, pero como se trasladaban los recursos necesarios hasta dicho punto, y además estaba siempre la duda de si las tropas propias habrían tenido fuerza para retirarse hasta líneas posteriores en caso de una derrota en dicho lugar. El General bebió un trago de café muy cargado que le había servido su ordenanza hacía rato, hizo una mueca de desagrado, pues ya estaba helado, tenía aún unos momentos de soledad en su despacho antes de que un amanuense entrara y le informara que ya se había redactado las ordenes del día ¿Hubiese resultado lanzar un contra ataque la noche del 13 al 14 como sugería el Coronel Cáceres? Y es que el General abrigaba dudas en que la Reserva y los restos desmoralizados de los Ejércitos de Línea hubiesen podido llevar adelante este asalto lo que pudo haber terminado como un inútil derroche de vidas y recursos; y es que ¿cuanto se podría confiar en el Ejército de Reserva? en los últimos meses, se habían producido numerosas deserciones, al nivel de dejar algunas unidades en cuadro, de modo que las 10 divisiones con 30 batallones que originalmente formaban a esta fuerza habían debido reducirse a 4 divisiones con 16 batallones, como ejemplo sólo la 9° División había quedado reducida al equivalente a sólo un batallón, se consoló pensando que permanecían bajo las banderas solo los decididos realmente a luchar; pero esta fuerza se trataba tan solo de un ejército improvisado, con solo seis o siete meses de existencia y apenas dos o tres meses acuartelados, se preguntó si podría el solo patriotismo de jueces, comerciantes, obreros y estudiantes, lo mejor de la sociedad limeña, ponerse a la altura de la experiencia y disciplina de los veteranos soldados enemigos, la respuesta que se dio nole gustó, pues solo el combate mismo lo diría. Sintió los pasos fuera de su despacho acercarse, sabía que ya era hora de comenzar oficialmente el día, y dirigió sus pensamientos al punto que más le obsesionaba desde el fin de la última batalla, la moral de las tropas, como retemplarla, como hacer que estuvieran en condiciones de plantar una nueva batalla, y aunque le disgustaba un poco, sabía que la idea de realizar una revista frente al enemigo era riesgosa por decirlo menos, pero la visión del propio número del Ejército, así como la marcha de toda la Caballería que disponía serviría indudablemente para devolver la confianza a los hombres, al menos en eso estaban de acuerdo con el anciano General Ramón Vargas - Machuca, quien aún se mostraba disgustado por el hecho de que su comando sobre el Ejército del Norte, poco antes de la batalla se había transformado en un mando más nominal que efectivo, ya que al crearse los cuatro Cuerpos de Ejército estos se hicieron depender directamente del Estado Mayor General saltando el comando de los Ejércitos, y aunque Silva intentó atenuar la situación, ordenando que los comandantes de Cuerpo debían informar sus órdenes a los comandantes de Ejército, a su juicio este hecho no había sido bien asumido ni asimilado por los comandantes. Cuando la puerta, tras los dos toques de costumbre se abrió el rostro del General era otro, no reflejaba preocupación, sino resolución, el amanuense, hombre moreno y algo crespo, con su uniforme militar hecho a la medida se puso firme – El Subjefe de Estado Mayor, así como todo el resto del personal le espera mí General – Silva, le dirigió una mirada al hombre que estaba en la puerta en una posición tan militar, y recordó que antes de entrar al servicio del Estado Mayor General, había sido funcionario de una de las Notarías de Lima, y que unos meses atrás se le había presentado con una carta de recomendación, el hombre, a pesar de su impecable uniforme no era un guerrero, difícilmente se le podía imaginar ensartando a un enemigo con la bayoneta, pero había servido muy bien en el puesto de batalla que el destino le había asignado – Conforme, vamos allá entonces – Poniéndose rápidamente de pie el General se alisó de un tirón su guerrera y a paso decidido salió del despacho, seguido por el amanuense que portaba un maletín con sus acostumbrados útiles de escritorio.
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 18:46:31 +0000

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