No hace falta citar. Creo que ambos recuerdan que en la novela de Zambra hay una parte donde menciona que veía Robotech y Chungking Express. Seguramente Carlos se entiende perfectamente conmigo. Fui fan de esa caricatura japonesa televisada en el 5 durante muchos años. Me gustaban los Batleloids, esos mechas como los Mobile Suits de Gundam. Vaya que esos aviones que se transformaban en robots me sorprendían. Pero vaya, lo que me fascinaba en realidad era la trama: el complicado triángulo amoroso entre Ichigo Hikari. Misa Hayase y Min Mai Lee, tres adolescentes complejos con vidas complejas. Chunking Express fue la única película de Wong Kar Wai distribuida en América por Rolling Thunder, la productora de Quentin Tarantino (también fan de Wong). Aquella película se asemeja mucho a la serie. Hoy, después de mucho tiempo -y a falta de libros nuevos-, volví a leer en un libro de pequeñas semblanzas de escritores, la de Antoine de Saint-Exupéry. Pocos saben que él no fue escritor de oficio, sino aviador; y que tampoco tuvo una vida con un desenlace acorde a su oficio: “… Una calurosa tarde, a los cuarenta y cuatro años de edad, en un vuelo de reconocimiento, todo le pareció desconocido. Dirigió las palancas de su avión hacia abajo y se estrelló contra el mar”. El biógrafo cuenta que fue por desamor. Sí, así ocurrió la cosa con el autor de El Principito. De niño me imaginé siendo piloto del Skull de Fokker, que después pasó a ser de Ichigo, desde luego. Creo que inconscientemente los hombres siempre mantenemos latente esa ensoñación de sentirnos pilotos. Lo digo porque tal vez nos acostumbramos al vértigo, a las turbulencias de la vida cotidiana. Creo que nos pasa como el título del apartado de la semblanza en el libro dedicada a Edgar Allan Poe: La imperiosa necesidad de caer. ¿No lo creen? Ah, qué Zambra. Caray. Aún sigue sorprendiéndome.
Posted on: Thu, 18 Jul 2013 23:12:57 +0000
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