Nos comparten... -Carlos XXIV Es tarde, la ciudad se adormece. La noche es un café entre mis manos, la música danzando alrededor de mi sala, tinta, papel, un sillón y abrigo. No existe inspiración posible. El invierno arremete contra la calidez de mi cuerpo, y este se hiela si no escribo, pero se enardece con un sorbo de su ausencia... y entonces escribo. El mundo me ataca. La soledad se hace presente, y los muros de la casa se contraen hasta no dejarme respirar. El frío, nuevamente ese frío intenso, despierta entre mis entrañas y se expande, me ahoga. Mi noche se transforma. El sol se apagó en la tarde y ahora el cielo entristecido llora esa perdida. Llueve.Y cada gota de lluvia es un pinchazo feroz en la piel que deja huellas eternas. El cosquilleo del viento me recuerda la penumbra que cobijo en mi alma y el olor a humedad aviva mi pasado. Agonía, la musa constante de mis palabras. Las calles se iluminan con lúgubres artificios; la gente, me mira y se aleja presurosa sin motivo. Me hago pequeña como un insecto, temo que los pasos me lastimen. Camino. Paso a paso, esquina a esquina. Recorro mi mente en busca de recuerdos, pero no encuentro nada. Olvidé todo, resolví olvidar todo. Mi nombre y mi voz. Levanto la vista, esos ojos entre la multitud me llaman, piden eso que jamás soy capaz de ofrecer. Me asusto, y sin pensar me despido. Pero siento un bombeo incesante en mi pecho ¿qué es eso que late y lleva calor al resto de mi inanimado cuerpo? Vuelvo. Solo quedaba a resguardo mi corazón y ahora es suyo, lo reconoció como su dueño, como su libertador. - A.G. -
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 21:51:44 +0000
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