Nueve meses parte 25: AL FINAL DE LA TORMENTA… ¿DONDÉ QUEDA - TopicsExpress



          

Nueve meses parte 25: AL FINAL DE LA TORMENTA… ¿DONDÉ QUEDA LA CALMA? -Gracias, Ruki…- susurraba Uruha cansinamente, en días anteriores se le había visto casi tan animado como de costumbre, a excepción de esos determinados momentos en que ya decía estar hastiado de que la espalda le doliese tanto con semejante peso que se cargaba encima; pero hoy… según podía apreciar el Matsumoto, lo notaba un tanto desmejorado. Llevaba dos semanas internado, a penas con una sonda intravenosa de suero, lo único medianamente necesario según su médico de cabecera – perdón por causarte tanta molestia haciendo que me traigas de contrabando los juegos para la PSP- en definitiva algo ocurría, incluso esa sonrisa cómplice que el mas alto le dedicaba… parecía muy desanimada, no se necesitaba ser muy inteligente para notarlo. Aoi no demoraría demasiado en llegar a primera hora de la mañana en esa primera hora de visitas, en punto siempre llegaba al lado de la camilla del Takashima, y eso a petición del propio petaco vocalista, que de haber sido de otra manera el pelinegro guitarrista se habría quedado ahí trasnochando de a diario. -No hay de que; supongo que de algo sirvió en un principio timarnos a Aoi para esconder la consola entre tu equipaje- una sonrisa forzada se dibujo en los labios de Ruki. Esa incertidumbre no le gustaba en lo más mínimo – Te veo algo… fatigado. -No es nada, ya ves que otras veces he estado así, con dolor de cabeza y Sugisaki-dono me lo ha controlado todo- los parpados debían de pesarle millones, pues de un momento a otro estos se le cerraron, no significando ello que se hubiese quedado dormido. -¿Hoy han venido a hacerte chequeo medico? Supe que Sugisaki-dono tuvo que salir en la madrugada por una emergencia ¿ha venido alguna enfermera en turno a revisarte en su lugar?- demasiadas preguntas, o eso le parecía a Uruha que no andaba de ánimos para aguantar nada realmente, ese zumbido en sus oídos no le dejaba en paz desde que había amanecido. Comenzaba a enloquecerle… tampoco era como si preocupase demasiado ¿o si? Continuaba con la vaga esperanza que de un instante a otro esa molestia desapareciera. Precisamente no se aquejaba de ningún tipo de malestar con nadie que no fuese el viejo Sugisaki-dono, para que no exageraran las cosas, no siempre se sentía tan mal como todos hacían ver. A lo mucho a ultimas fechas hacia comenzado a padecer una extraña retención de líquidos, sus pies hinchados eran prueba de ello… el médico había fruncido el ceño casi de manera graciosa, para luego acotar que seguro se debía a que alguno de los bebés debía de estar haciendo presión en sus riñones, no era para menos considerando que el cuerpo masculino no era para nada apto para la maternidad, pero al fin y al cabo nada que no se pudiera resolver con unas sesiones de masajes para que el producto se reacomodara por si solo. -¿Uru…?- inquiría todavía precavido el menor. -¿Si? -Te preguntaba si… -No, Ruki. Aun no vienen a hacerme ningún chequeo. La enfermera vendrá a revisarme en un momento y por si también te lo preguntabas me siento estupendamen…- deseaba haber podido continuar inundando de ironía sus palabras, mas sin embargo se lo impidió una taladrante punzada en su cabeza… ¡¿Padecería acaso algún tipo de migraña?! Quien sabe, de un momento a otro lo único que era de su conocimiento fue que cientos y cientos de destellos, muy parecidos a los flashes con los que les atacaban las cámaras fotográficas de las entrevistas, eran los que le imposibilitaron siquiera intentar contemplar el rostro de su amigo vocal… -¡¿Uruha?! ¡Shima! ¡¡Shima!! El zumbido en sus oídos incremento de forma casi tan descomunal como su dolor de cabeza que ahora le hacia sentir incluso vibrar su propio cuerpo… Nunca supo en que momento esos flashes que le imposibilitaron la vista le acompañaron hasta dejarlo en la inconciencia total. Gritos de socorro y un monitor indicando una irregularidad cardiaca repiqueteando de manera irracional, fueron lo que dieron rienda suelta a una situación de crisis total. ¿Quién diría que incluso el magnifico guitarrista de castaños cabellos y labios de patito podría ser también el blanco perfecto de un padecimiento como lo era la “eclampsia” en muchas otras tantas futuras madres? ¿Cómo era posible? ¿Cómo en él… un varón con “suerte” que por fin se había visto con la esperanza de poseer una familia al lado de la persona que mas quería?... tal pareciera que la suerte no siempre les sonreiría… -¿Kai-chan? ¡Diablos! Detestaba enormemente como sonaba su sobrenombre con ese mal agregado “chan” al final del mismo, pero esa sonrisa que se le presentaba de frente nada más abrir los ojos al amanecer… hacia que se le fuera hasta la más mínima muestra de molestia. -… - ¿Otra vez sin querer decir ni una palabra?- todos los días le despertaba con aquella pregunta ese alocado solista con el que ahora moraba en su apartamento, esperando como que realmente algo variara en esos tantos días en que habían comenzado a “compartir” sus vidas… ¿Qué no venía siendo tiempo ya de que Miyavi partiese a su gira?- no has hablado desde hace casi dos meses… extraño tu voz… - confesaba el mas alto como una confusa expresión de enternecedora tristeza… ahí con el mentón recargado en el borde de la cama en la que él aun reposaba, Miyavi se contemplaba como una imagen para despertar muy agradable. -Rei-chan ha llamado, se preguntaba si tal vez querrías ir al hospital… me ha dicho que encargaría a los niños con Ruki-kun, ya sabes que con Aoi no puede contarse demasiado últimamente- explicaba el flacucho tomando entre sus manos la mano diestra que hacia tiempo no tocaba ni una baqueta. Una lánguida lágrima recorrió la mejilla acurrucada en el almohadón donde Kai reposaba… que triste era recordar la situación en que se hallaba la que antes fuese su estupenda banda. Un llanto silencioso a primeras horas de la mañana, siempre había creído que había sido gracias a su ruptura con Aoi lo que le había sacado su lado ahora tan sensible en todo, más sin embargo nunca se dio cuenta alguna de que aquel triste suceso encajaba perfectamente a la par con el hecho de que Miyavi, su incondicional compañía para cualquier momento, le confesase sus sentimientos hacia su persona, de que comenzase a atosigarle día y noche y con ello a desvivirse por hacerle sentir amado por sobre todas las cosas. Él siempre estaba ahí… Para él sin problema alguno… Y él, simplemente no sabía como darle una oportunidad a ese chico, al que ahora veía encantadoramente… ¿y si no se enamoraba de él? ¿Y si terminaba suspirando el nombre de otro pelinegro que no era precisamente Miyavi? ¿Y si no conseguía más que herir al joven solista…? Asaber cuantas veces no habría llorado ya por su culpa el más alto; por ahora era reconfortante saber que lo tenía ahí para él y por él. Miyavi se hallaba con él, a diferencia de Aoi, quien ahora se sumía en su propia desgracia. Miyavi le abrazaba, le mimaba y besaba, contrario a Yuu que ahora no vivía para otra cosa que no fuera la de beber café aferrado a la inerte mano del que hacía poco menos de un año fuera todavía su compañero de cuerdas… Miyavi le amaba y cuidaba, muy diferente de Aoi que había perdido todo el amor propio que pudiese tenerse para dedicar toda su existencia, su triste y deprimente existencia al cuidado de ciertos monitores que marcaban el ritmo cardiaco tranquilo y apacible de cierto alguien que se negaba rotundamente a abrir los ojos… En su “relación” no existía compromiso alguno, no eran una pareja formalmente dicha pese a vivir juntos desde hacía ya un buen de semanas… no eran más allá de un par de amigos, un enfermo y su cuidados que velaba por el sin descanso, por él que ya como un sujeto autista que prefería mil veces perderse en la inquieta mirada del encargado de su bienestar, que seguir siendo testigo de la crisis en su entorno. Que agradecido se encontraba con ese tierno guitarrista que ahora con el dorso de su mano acariciaba su ya empapada mejilla en lagrimas. -No…- grandemente se abrieron los ojos del solista que detuvo su amago de volver a acariciarle, eso era una negativa y a la vez su primer palabra luego de permanecer en esa cama casi tan inerte como aquel chico que alguna vez respondiera al nombre de Kouyou; no deseaba hacerle enfadar ni mucho menos, aún así y maravillado con el hallazgo se limito a esperar a lo que pudiese acontecer después de aquello. -…- se abstuvo de decir cualquier tontería que en lugar de levantarle el animo o hacerle reír terminará por hacer que le aborreciera de nuevo, más nunca llegó a esperarse que aquella quieta mano suya pronto fuese tomada entre las del batero para luego ser besada por el mismo… Como un niño fascinado luego de aprender a andar en bicicleta, una amplia sonrisa adorno sus labios… y su mirada encantada apreciando el rostro de su acompañante con mas vehemencia que nunca… parecían sonreír también con él; nunca imaginó que tanto podrían descolocarse las palabras que a continuación le tenía preparadas el Yutaka, sin ser influenciadas por nadie, aquella sola línea salio de los labios del gazetto como si siempre hubiese estado ahí para él… esa sola línea le hizo tan calido el corazón como nadie tenía idea… -No… No te merezco… - podrían haber parecido un susurro, pero una vez que le tomasen del cuello para confesárselo al oído para después ser aun mas sorprendido por un desesperado abrazo… consiguió que nada más a su alrededor le importase. Los sonoros golpes a la puerta del apartamento del “joven Matsumoto”, como los vecinos le conocían, hicieron completo eco en toda la estancia, aun cuando no había tenido demasiada fuerza… hacía tanto tiempo que no se escuchaba ningún sonido que diera vida al lugar que incluso el caminar de un ratón prófugo de la justicia de un gato se escucharía fuerte y claro. Veloces y raudos… los pasos del dueño de aquel “hogar”, si todavía podía llamársele así, se dirigieron desde esa habitación a oscuras en la que regularmente solía instalarse el propietario a ultimas fechas, hasta el recibidor… sitio en el que su andar se detuvo en seco. ¿Era posible que aun ahora y con todo lo que acontecía… la presencia de aquella persona detrás de la puerta aun le afectara tanto? -No… ¡No, nena! No llores, ya tío Taka-chan te hará las volteretas que quieras- Que adorable había sonado ese “Taka-chan” recién mencionado… le hacía recordar tantas cosas. Casi podía imaginarse a ese sujeto desnarigado apañándoselas para conseguir cargar a ese par de pequeños, que a sus dos escasos meses eran bastante trabajosos, la fémina risueña siempre empeñada en que la trajesen en brazos y el varoncito dormilón, pero con un sueño tan ligero que rompía en llanto hasta con el más mínimo ruido o la más pequeña incomodidad- vamos, Taka. Ayúdame con ella o él se me despertará y comenzara a llorar antes de que me vaya… “Él y ella”, “la nena y el nene”… esos pequeños engendros que vueltos locos los tenían, aun no poseían un nombre, considerando que los padres se encontraban más que indispuestos para pensar en otra cosa que no fuera la vida de uno de ellos… había preferido no comenzar a llamarlos de ninguna manera. ¡Porque confiaban en que su antiguo guitarrista abriría los ojos! ¡Apostaban por ello! ¡Abriría los ojos y les reñiría por haberles puesto un nombre sin su permiso! Ahí estaban esas lagrimas luchando por no salir de sus ojos, recien había conseguidos dejar en un cunero, adquirido de emergencia, a esos que ya consideraban sus ahijados, cuando no pudo contener más su silencioso llanto… ¿Qué culpa tenían esos dos pequeñitos de las circunstancias? ¿Por qué debían de estar tan descuidados?... Tres veces por semana les tocaba a Reita y él cuidar de “los niños”, la familia de Aoi y Uruha vivían demasiado lejos como dejárselos a ellos… además de que seguramente no tendrían tiempo de ir a visitarlos tan seguido como quisieran, y como si les interesara demasiado… ahora lo que más les preocupaba el bienestar de sus propios hijos, ese par de guitarristas egoístas… uno no queriendo despertar y el otro como idiota esperando por el regreso a la vida de su pareja… -Pobres nenes… Con el rostro agachado las lágrimas del más bajito continuaban cayendo hasta el suelo mientras acariciaba la mejilla de la pequeña, quien todavía despierta ahora tomaba esa misma mano para intentar llevársela a la boca, como todo infante de escasos meses adoraba babear cualquier cosa al alcance, por tanto nunca olvidaba lavarse bien las manos antes de poder cuidarles. -Aunque me parece comprenderles- un rápido ojeo por parte de la mirada del de la bandita y se dio por enterado de que el Tsuzuki tenía su completa atención en lo que dijera –supongo que yo también estaría muerto en vida si la persona que amo desapareciera… Ambos sabían perfecto a que se refería con “desaparecer”. Era peligroso que sus miradas se encontraran, por eso aunque siempre amigables evitaban a toda costa ponerse demasiada atención a su persona… El propio bajista nunca se dio por enterado del momento en que aquellas abundantes lágrimas en el vocalista le destrozaron por completo. No deseaba verlas, algo en él se removía, aún ahora le lastimaba más de lo que pensaba… ¡Carajo, que nunca había dejado de dolerle el sufrimiento de Ruki! Siempre intentando hacer ver que se hallaba bien para darle más fuerza a Ruki en la tarea de olvidarle, ahora teniendo al menor abrazado con desesperación y con el rostro hundido en esa curvatura en el cuello del más bajito… se percato de cómo todo el cuerpo le temblaba. ¡No le daría el lujo al vocal de verle llorar! ¡En definitiva no lo haría! Ahora parecía que había sido él siempre el más afectado luego de esa ruptura… ¿y si en verdad lo era?... -Me moriría si tú desaparecieras… Palabras involuntarias de parte del más alto… pero justo en ese momento parecían más que adecuadas para acomplejar las que indirectamente el petaco le dedicará hacía tan solo un par de minutos. Ese no era su estilo para demostrar su cariño. Pero en tiempos desesperados, medios desesperados eran los que comúnmente se utilizan… y por ahora… no le importaba que tan desesperado y desahuciado pudiese apreciarse, solamente deseaba estar así con ese enano, así con él por un largo rato… Ɲαʀαкᴜᴮᴹ
Posted on: Tue, 12 Nov 2013 22:31:06 +0000

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