Ocaña, el col de Menté y una vida rota Han pasado 42 años desde - TopicsExpress



          

Ocaña, el col de Menté y una vida rota Han pasado 42 años desde la terrible caída que le impidió ganar el Tour de 1971 Ganaría el Tour en 1973, en el que no participó Merckx Dos años después de la tragedia de Menté, Luis Ocaña ganaría el Tour. Se hacía justicia. Eddy Merckx no tomaría la salida en la prueba. Había ganado Vuelta y Giro y cinco grandes clásicas, entre ellas Milán-San Remo. Se tomó un descanso. En la etapa entre Moutiers y Les Orres, se escaparon Ocaña y José Manuel Fuente. Subieron solos el Galibier y el Izoard. En la llegada final, Ocaña dejó a Fuente. Las diferencias fueron modelo Coppi (el italiano metía unas minutadas terribles a sus rivales). Thévenet terminó a más de siete minutos, Zoetemelk y Poulidor estaban a más de veinte. Ocaña no dejó de atacar en todo el Tour. Después de los Pirineos, Thévenet y Fuente estaban a más de un cuarto de hora de Ocaña. El Tour de Francia vuelve a colocar en su recorrido el puerto de Menté, una ascensión corriente, situada en un momento de la etapa que no es estratégico, lo que no impide que esté escrito con letras de sangre en la historia del Tour. Con sangre, drama y tragedia, la caída que sufrió Luis Ocaña, uno de esos ciclistas que está metido en la leyenda de la prueba, fue terrible. Ocaña murió en Mont-de-Marsan el 19 de mayo de 1994. Nunca quedó clara su muerte, o mejor dicho, mucha gente evitó decir que se suicidó debido a los problemas económicos que tenía, lo que le ocasionó una fuerte depresión. También tenía hepatitis C. Fuera de la bicicleta tenía un carácter indomable, una persona que vivía a ciento cincuenta por hora. En uno de los accidentes de coche que tuvo, era un loco del volante, le visitamos en el hospital de Baiona. Nos recibió. Con el cuerpo lleno de cicatrices, roto, le dijo al fotógrafo de DV, «si te acercas mucho me vas a sacar todos los defectos de la cara». La tenía también cruzada de cicatrices, deformada. Vivió a velocidad de vértigo, miraba a la muerte de frente, por la necesidad, por lo que le costó sacar su vida adelante, por ese accidente que le costó un Tour de Francia y pudo dejarle muerto en la carretera. En 1971, Ocaña estaba convencido de que Eddy Merckx era superable, que tenía posibilidades de derrotarle. Le atacó en la undécima etapa de aquel Tour, entre Grenoble y Orcières-Merlette, junto a Joaquín Agostinho, el portugués que combatió en la guerra de Mozambique, un ciclista pequeño, rocoso, cetrino, una fuerza de la naturaleza. Diferencias de escándalo Le metieron nueve minutos, que ahora son una eternidad pero que entonces, y con Merckx de por medio, no lo eran tanto. Ocaña se vistió de amarillo. Dos días más tarde, entre Orcières-Merlette y Marsella, Merckx lanzó un ataque de ¡250 kilómetros! y le quitó dos minutos a Ocaña. Llegó a la meta con dos horas de adelanto sobre el mejor horario previsto por la organización. Fue un golpe moral. Llegaban los Pirineos, en la etapa de Luchon, y Ocaña creía que era su momento. En la subida al puerto de Menté, el primero en atacar fue Merckx. Ocaña le siguió con algunas dificultades. En ese momento, se desató una tormenta en la que no faltaba de nada, agua, rayos, truenos. Una tormenta en plena montaña, a mil metros, que se convirtió en el Apocalipsis. La bajada se complicó hasta extremos insospechados, se puso muy peligrosa. El granizo sucedió a la tormenta. La carretera se barnizó de blanco y se puso cada vez más resbaladiza. Los frenos de las bicicletas estaban inutilizados. Los corredores tenían que sacar los pies de los calapies para poder frenar poniéndolos en el suelo. Merckx se cayó. No se hizo nada. Se levantó rápido y continuó en carrera. Luis Ocaña se cayó a continuación. Cuando se estaba levantando le golpeó por detrás Joop Zoetemelk, que no pudo frenar. Se lo llevó por delante. Corría en el equipo Bic. Se quedó tirado en el suelo, sin poder levantarse, inmóvil. Tenía golpes por todo el cuerpo. Se negaba a abandonar el Tour vestido de amarillo. No le quedó más remedió que hacerlo. No podía ni tenerse de pie. Merckx se quedó tocado moralmente cuando se enteró de lo que le había pasado a Ocaña, al que admiraba. Pensó en abandonar, pero siguió. Cuando llegó a Luchon sufrió el abucheo de los aficionados. Se negó a vestirse de amarillo por respeto a Ocaña. El jurado de comisarios aceptó cambiar el reglamento admirados por el gesto de Merckx.
Posted on: Mon, 08 Jul 2013 10:27:35 +0000

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