PARTE II SOTERIOLOGIA El ministerio de los apóstoles, - TopicsExpress



          

PARTE II SOTERIOLOGIA El ministerio de los apóstoles, especialmente de Pablo, lo evidencia en las siguientes citas: Hechos 2.24, 32; Hechos 3.15, 26; Hechos 4.10; Hechos 10.40; Hechos 13.30-37; Hechos 17.31; Romanos 4.24-25; Romanos 6.4, 9; Romanos 7.4; Romanos 8.11; Romanos 10.9; 1 Corintios 6.14; 2 Corintios 4.14; Gálata 1.1; Efesios 1.20; Colosenses 2.12; 1 Tesalonicenses 1.10; 2 Timoteo 2.8; 1 Pedro 1.21. 1. La resurrección del Señor Jesús, fue obra de la trinidad. a. Por la participación directa del Dios Padre. “…y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,…” (Efesios 1.19-20). “…al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella (Hechos 2.24). “A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase;…” (Hechos 10.40). “Mas Dios le levantó de los muertos” (Hechos 13.30). Romanos 10.9; Colosenses 2.12; Romanos 6.4. a. Por la participación misma del Señor Jesús. “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10.17-18). Cuando hace alusión de su cuerpo, lo ilustra como un edificio físico (templo); para representar la restauración de Su propia obra: “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2.19). De alguna forma, el Señor Jesús actuó de manera separada del Padre; pero, esto demuestra un gran portento, en el cual, el Señor Jesús no estuvo pasivo. Reflexione un momento, en el hecho de estar muerto y resucitarse a sí mismo; esto es sencillamente, una maravilla divina. a. Por la participación del poderoso Espíritu Santo. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;…” (1 Pedro 3.18). “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8.11). 1. La resurrección del Señor Jesús, fue una obra verdadera. El Señor Jesús, verdaderamente murió. Existe una teoría acerca del desfallecimiento, del Señor Jesús en la cruz y unas manos llenas de lástima le bajaron, porque pensaron que había muerto; una vez colocado en la cueva que sirvió de tumba, recibió aire fresco y revivió; de esta manera, salió de la tumba, como si hubiera resucitado de entre los muertos.Esta teoría es obvia, su falsedad. El Señor Jesús cuando se apareció a sus discípulos, estaba en completo vitalidad de salud y fuerza; de otro modo, no los hubiera impresionado. Las consecuencias, del ser colgado durante seis (6) horas en una cruz, dejaban el cuerpo de la víctima en una condición física, muy deteriorada y en tres (3) días no podía recuperarse totalmente. Por las afirmaciones contrarias a la verdad, tomo de las Sagradas Escrituras, las siguientes pruebas bíblicas irrefutables y las incluyo a continuación: a. Los soldados romanos, confirmaron el estado de muerte del Señor Jesús. Estos soldados romanos eran profesionales en su labor, estaban entrenados para realizar las crucifixiones y tenían la experiencia; por lo que no podían ser engañados, en su actividad. “Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas” (Juan 19.33). b. Un centurión certificó su muerte. Un centurión era u oficial romano que mandaba cien (100) soldados. Casi todos los centuriones eran romanos y soldados profesionales. Constituían la columna vertebral del ejército romano. En el Nuevo Testamento se mencionan a menudo. El centurión encargado de la ejecución del Señor Jesús y dos ladrones, llevo el informe sobre el cumplimiento de las ejecuciones de ese día a Pilato, que era su jefe inmediato. Quien a su vez le llamó personalmente, para que corroborara su informe. “Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,…” (Marcos 15.44-45). c. Un soldado romano, introdujo su lanza por el costado izquierdo del Señor Jesús. Los soldados romanos, para asegurarse de la muerte de los ejecutados, introducían una lanza por el costado izquierdo del ejecutado traspasándolo; con el fin de partir el corazón del condenado y de esa manera, quitarle la vida definitivamente. Científicamente se evidencia, que cuando sale agua y sangre del corazón, es porque este fue cortado; como consecuencia, la muerte es instantánea. “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19.34). d. José de Arimatea, confirmó de que estaba muerto el Señor Jesús. “José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús” (Marcos 15.43). e. Las mujeres que estuvieron presentes en la ejecución del Señor Jesús. Después de transcurrido el día de reposo, las mujeres que habían presenciado la muerte del Señor Jesús y acompañaron a José de Arimatea, al lugar donde colocaron el cuerpo muerto del Señor Jesús. “Cuando pasó el día de reposo,* María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle” (Marcos 16.1). f. El Señor Jesús, también lo afirmó. El Señor Jesús, quien es la “verdad”, confirmó que Él murió: “…y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1.18). 1. Fue una resurrección física o corporal, la del Señor Jesús. La resurrección, nunca es una conexión con el espíritu; porque el espíritu, nunca muere. La Biblia aporta abundantes pruebas, de que el cuerpo del Señor Jesús, fue literalmente revivido o devuelto a la vida; estas son: a. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, estaba conformado de carne y huesos. No fue un fantasma. “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24.36-39). b. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, podía ser tocado y palpado. “…he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron” (Mateo 28.9). “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24.39). “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20.27). c. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, comió delante de ellos. “Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos” (Lucas 24.41-43). d. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, fue reconocido por sus discípulos y por sus seguidores. “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista” (Lucas 24.31). “Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas” (Juan 20.16-18). “Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Juan 20.20). “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar” (Juan 21.7). e. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, tenía las señales de los clavos y la lanza. “Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies” (Lucas 24.40). “Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Juan 20.20). Las sagradas Escrituras indican, que esas heridas serán visibles en su segunda venida: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12.10). “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zacarías 13.6). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apocalipsis 1.7). f. El cuerpo de la resurrección del Señor Jesús, Él mismo lo había profetizado. “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Más él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Juan 2.19-22). g. El rey David tuvo la convicción, de que su cuerpo resucitaría un día. “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción” (Salmo 16.10). Los judíos tenían la convicción, de que el cuerpo a los cuatro (4) días después de su muerte, se manifestaba la corrupción en él. El Señor Jesús, resucitó al tercer día. También tiene sentido la expresión de Marta, con relación a la muerte de su hermano Lázaro: “Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días” (Juan 11.39). 1. Fue una resurrección única. La Biblia registra ocho (8) cuerpos que estaban muertos y volvieron a la vida: a. El hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17.17-24). b. El hijo de la mujer sunamita (2 Reyes 4.17-27). c. El hombre que llevaban a sepultar y su cuerpo cayó sobre la tumba de Eliseo (2 Reyes 13.21). d. La hija de Jairo (Marcos 5.22-43). e. El joven de Naín (Lucas 7.11-17). f. Lázaro (Juan 11.40-44). g. Dorcas o Tabita (Hechos 9.36-43). h. Eutico (Hechos 20.7-12). La Biblia, antes de la resurrección del Señor Jesús, no especifica que estos cuerpos al ser resucitados, no resucitaron para ser inmortales; por lo que realmente, ellos murieron posteriormente a su resucitación. Muy contrario a estas personas y las otras que se levantaron de sus tumbas, al momento de la resurrección del Señor Jesús: “y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mateo 27.52-53). En 1 Timoteo 6.17, se enseña que sólo el Señor Jesús “tiene inmortalidad”. Pablo continúa enseñando: “…sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive” (Romanos 6.9-10). El mismo Señor Jesús afirmó: “…y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1.18). El cuerpo del Señor Jesús que resucitó, era el mismo cuerpo que había ministrado y vivido; pero, ahora con algo diferente. Era un cuerpo libre de ataduras o limitaciones físicas, era un cuerpo glorificado; no estaba sujeto a las leyes de la naturaleza física, era un cuerpo investido de un poder celestial (Juan 20.19-26). Era un cuerpo único, a veces irreconocible; como fue el caso de los discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24.13-16; Marcos 16.12); en la tumba, cuando María lo confunde con el hortelano (vigilante del lugar) (Juan 20.14-15) y los discípulos en el mar de Galilea (Juan 21.4-5). CONCLUSIÓN: En una época en que el sincretismo constituía un grave peligro, la resurrección es un hecho que sin duda, disuadiría a los hebreos de prestar demasiada atención a la idea. • Poco hay sobre la resurrección en el AT, lo que no quiere decir que no se la mencione, sino que no alcanza prominencia. Los hombres del AT eran muy prácticos, y se concentraban en la tarea de vivir la vida presente al servicio de Dios; poco tiempo tenían para especular sobre la vida venidera. • Durante el período intertestamentario, cuando el peligro no era tan inminente, la idea se vuelve más prominente. No se alcanza uniformidad y aun en la época del Nuevo Testamento, los saduceos todavía negaban que hubiera resurrección. Pero para entonces, la mayor parte de los judíos, ya había aceptado alguna idea acerca de la resurrección. Generalmente pensaban, que el mismo cuerpo volvería a la vida tal como estaba. • No sólo es verdad, que el Señor Jesús resucitó; sino, que un día también resucitarán todos los que hayan recibido y confesado al Señor Jesús, como su salvador. • La significación cristológica de la resurrección, es considerable. El hecho de que el Señor Jesús haya profetizado, que se levantaría de los muertos al tercer día, tiene importantes consecuencias para Su persona y los creen en Él
Posted on: Sat, 16 Nov 2013 21:12:58 +0000

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