Paco Ignacio Taibo II Tenía treinta y dos años y solo había - TopicsExpress



          

Paco Ignacio Taibo II Tenía treinta y dos años y solo había sido un engranaje menor de la conspiración. Pequeño comerciante de Querétaro, Epigmenio González era propietario de un taller ubicado en su casa de la calle de San Francisco. Junto a su hermano, que se llamaba, Emeterio, fabricaba las astas para las lanzas, y ayudado por unos coheteros ya habían manufacturado unos dos mil cartuchos. Cuando la conspiración fue denunciada, su nombre fue uno de los primeros en salir a la luz y el día 15 de septiembre los alguaciles registraron su taller, encontrando un haz de largos palos y un hombre rellenando de pólvora unos cartuchos; dos escopetas, dos espadas y una lanza. Antes de ser detenido Epigmenio tuvo tiempo de enviar un mensajero a los conspiradores de Guanajuato. Luego llegaron los gendarmes y a jaloneos y empujones se lo llevaron a la cárcel. Mientras los acontecimientos de todos conocidos se sucedían, los participantes en la conspiración detenidos cayeron en un lamentable rosario de entregas, debilidades, vacilaciones y peticiones de perdón y clemencia. Epigmenio fue uno de los pocos que conservó su dignidad y no denunció a nadie. Detenido en la Ciudad de México, mientras esperaba proceso, participó en la conspiración de Ferrer. Nuevamente descubierto fue condenado a cadena perpetua en el régimen de trabajos forzados y enviado al Fuerte de San Diego en Acapulco, donde enfermó y quedó baldado. La humedad de los calabozos y los malos tratos hicieron que empeorara su condición. Más tarde fue deportado a Manila, donde siguió en régimen carcelario con una condena de por vida. Desde lejos, siempre desde lejos, asistió como espectador impotente a los alzamientos y los fracasos del largo rosario de combates de guerra civil. Cuando en 1821 la defección de Iturbide y su alianza con Guerrero consumaron militarmente la independencia, Epigmenio seguía en prisión. Los españoles no reconocieron la nueva república y mantuvieron en cárcel y reclusión a los presos políticos a los que no admitían en su nueva calidad de mexicanos. No sería sino hasta 1836, cuando se firmó la propuesta de paz, que Epigmenio fue liberado. Había pasado veintisiete años en las prisiones imperiales. La liberación resultó tan terrible como la cárcel. Sin dinero, enfermo, sin poder pagar el viaje para retornar a México, por fin consiguió de las autoridades locales pasaje para España y allí, tras mucho peregrinar, un comerciante se compadeció de sus desventuras y le prestó los dineros. Se podían contar ya veintiocho años fuera de su país. Cuando al fin llegó a Querétaro, de sus viejas amistades, de los conspiradores originales, no quedaba nadie, ni siquiera su parentela le había sobrevivido, con la excepción de una anciana tía. Se acercó al nuevo gobierno y le preguntaron: "¿Y usted quién es?" y Epigmenio González contestó muy orgulloso: "Yo soy uno de los padres de la patria, el primer armero de la revolución." Y le dijeron: "No, cómo va a ser, la lista oficial es: Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos...Para ser padre de la patria hay que morir de manera gloriosa y estar en la lista oficial. Usted no está en la lista..." Terminó su vida como velador de un museo, olvidado de todos, abandonado hasta de sus recuerdos. Afortunadamente un periodista curioso lo descubrió en 1855 y Epigmenio narró al diario La Revolución su apasionante historia Epigmenio González Flores, novohispano de ideología liberal que al igual que su hermano Emeterio , participó en la Conspiración de Querétaro, antes de iniciar la Independencia de México. Dedicado al comercio en la Plaza de San Francisco de nuestro Querétaro. Participó en las famosas tertulias literarias (donde el tema central era en contra del yugo español) organizadas en la casa del Corregidor Miguel Domínguez. Es precisamente en estas tertulias en donde se comenzó a trazar un plan de independencia para la creación de una Junta de Gobierno. A estas reuniones asistían, Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez, Ignacio Aldama e Ignacio Allende. La casa de los Hermanos González, almacenaba y creaban cartuchos, sin embargo fueron denunciados por Francisco Buera, como consecuencia ambos fueron aprendidos y llevados a la Ciudad de México. Fiel a sus convicciones, no reveló los secretos de la conspiración ni aceptó el indulto ofrecido. Se le encerró en el Fuerte de San Diego y después desterrado a Manila. Muere el 19 de julio de 1858. Este personaje queretano, poco recordado al momento de hablar sobre la conspiración que dio inicio al movimiento por la Independencia de México, fue el encargado de redactar los documentos que establecen la creación de una Junta de Gobierno una vez que el poder estuviera en manos de los insurgentes y, junto con su hermano Emeterio, fabricaba armas y cartuchos para enfrentar al Ejército realista. Epigmenio González nació en 1778, en la ciudad de Querétaro, donde se dedico al comercio y logró tener una mediana educación pues no pudo asistir a los mejores colegios. Sin embargo, fue invitado a las reuniones organizadas por el Corregidor Domínguez y Doña Josefa, en las que conoció al cura Miguel Hidalgo y Costilla, a los militares Ignacio Allende, Juan Aldama, Ignacio Aldama, Mariano Abasolo, Juan Nepomuceno y Juan Arias entre otros, convirtiéndose en un ardiente partidario de la Independencia. En su casa de la Plaza de San Francisco, donde también se encontraba su tienda de abarrotes, habilitó una fábrica y un depósito de armas que fueron descubiertos la noche anterior al grito de Dolores. Emeterio fue aprendido, recluido en una cárcel primero en la capital de la Nueva España y después deportado a una prisión en Filipinas de donde regresó hasta el año de 1836. Sin recurso y al no encontrar a sus familiares en Querétaro, se traslado a Guadalajara en julio de 1839, cuando Nicolás Bravo le asigna una pensión de 100 pesos mensuales y lo nombre vigilante de la Casa de Moneda de aquella ciudad. Epigmenio González falleció el 19 de julio de 1858, a los 80 años de edad. En 1890 sus restos fueron trasladados al Panteón Municipal de Querétaro y se colocó una placa conmemorativa en la calle de Pericos, donde vivió sus últimos días.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 03:52:57 +0000

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