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Por Mario Anibal Ferreiro. Tengo la impresión de que el presidente electo Horacio Cartes está comenzando a delinear el perfil, -por lo menos inicial-, de su modelo de liderazgo con miras a la asunción al mando del 15 de agosto. El pacto por Paraguay, o Pacto Azulgrana, logrado en el Congreso, ya fue un interesante ejercicio de búsqueda de consensos que lo situó en un lugar de privilegio en ese sentido. Y si bien el esfuerzo por ese acuerdo fue de varios sectores, -incluyendo líneas internas de la ANR, – el mérito se lo llevó claramente el futuro ocupante del sillón de López. Acto seguido llegó la impactante decisión de llevar adelante el famoso impuesto a la soja, una determinación sorprendente y atrevida que irrita al sector más duro y conservador de nuestra sociedad. Para lograrlo, el futuro mandatario disciplinó casi totalmente a sus senadores, arrastrando tras la tentadora iniciativa a liberales y socialistas del Frente Guasú. El momento era el adecuado. Luego de la reciente campaña si algo quedó en claro es que el país ya no soporta la bajísima presión tributaria de la que tanto se han aprovechado algunos en el pasado reciente. Y finalmente la cereza de la torta: el renovado desplante hacía el MERCOSUR, desvalorizando cualquier guiño de arreglo emitido desde Montevideo en la reciente cumbre, para atrincherarse en la línea argumental del entorno diplomático más inflexible y temerario. Esto es: señal clara de estar dispuestos a quemar naves y no volver al bloque en estas condiciones (a sabiendas de que difícilmente habrán otras), mirada decidida al Pacífico, y obediencia indirecta a los deseos no tan ocultos de Washington. La flaca memoria colectiva o quizá, el mero reconocimiento de que las promesas de campaña no son más que eso, HC antes de ser gobierno se baja de dos discursos que a mí por lo menos no me los contaron sino que los escuché desde un sitio privilegiado: el supuesto desacuerdo con la implementación de un impuesto a la exportación de granos (“prefiero que se pague un 10 por ciento sobre las ganancias”, dijo en el foro de la UGP en el Teatro Municipal el lunes 25 de febrero de este año), y su firme decisión de volver al MERCOSUR luego del 21 de abril (debates presidenciales de CERNECO en el BCP en marzo del presente año). De esta manera, el inicio del así llamado nuevo rumbo se enmarca dentro de una dinámica en la que el nuevo presidente parece tener una agenda mucho más definida de la que algunos sospechaban. Y en ese sentido ha tenido incluso la habilidad de quedar bien con unos y mal con otros en proporciones equitativas. Claro que todavía en este momento con el respaldo que otorgan más de un millón de votos, y la expectativa positiva que antecede a todo nuevo desembarco presidencial. Solo el tiempo dirá si el que estamos viendo ahora es el verdadero Cartes y sobre todo, si aún quedan más sorpresas que develar en estos primeros escarceos con el poder real. Mientras tanto: muchos de los que brindaron con champán, triunfales aquél 21 de abril a la noche, hoy comienzan a preguntarse si hicieron bien en apoyarlo. Y otros, que creyeron ingenuamente en que la foto con Maduro, Dilma, el Pepe y Cristina era inminente, hoy tendrán que enviar largos mails de explicaciones a algunos amigos del exterior. Lo más prudente es esperar un poco más para descubrir en su totalidad cual será el estilo del nuevo presidente. Todavía tiene el enorme beneficio de la duda. En ese sentido los tradicionales primeros 100 días serán cruciales. En ese tiempo ya se sabrá si tendrá la suficiente fuerza como para llevar a cabo sus verdaderos planes con respecto a nuestro país. Por las dudas, no han faltado aquellos que ya han lanzado veladamente una advertencia que en el Paraguay, observando nuestro pasado reciente, no debiera tomarse a la ligera, diciendo públicamente y sin tapujos: “si no sirve, tendrá que irse”. Mario Ferreiro
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 23:05:21 +0000

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