Que le falta para ser perfecto ....? Un hombre, llamado Don - TopicsExpress



          

Que le falta para ser perfecto ....? Un hombre, llamado Don Anselmo, había vivido y envejecido en aquel pueblo. A pesar de no tener una educación formal, le encantaba leer, así que como autodidacta acumuló conocimientos sobre muchos temas. Y cuando la gente le consultaba, siempre tenía una respuesta sensata que darle. Creó así fama de ser, además de un hombre entendido, un hombre sabio. Con el tiempo desarrolló cierta arrogancia, que ocultaba bien a los demás. Estando en su lecho de muerte, junto a él estaban algunas de las personas a quienes había ayudado con sus indicaciones. Conversaban en voz baja ensalzando sus incomparables virtudes. El cura de la iglesia dijo: “Desde Salomón, no ha habido nadie más sabio que él”. “Y estoy segura —dijo una señora— que su paciencia es solo comparable a la de Job”. Un joven no se quiso quedar atrás, y comentó: “Pienso que su inteligencia solo puede rivalizar con la de Albert Einstein”. Y así siguieron las comparaciones para exaltar sus virtudes. Este, oía desde su lecho los elogios con que lo glorificaban. Estaba encantado, y se mostraba orgulloso con las palabras que aquellas personas le prodigaban. Pero se veía muy intranquilo. Su mujer se acercó: “¿Qué más pueden decir de ti? ¡Todos hablan de tu grandeza!”. Él le pidió que se acercara: “Los he oído a todos”. La esposa entonces, casi en susurros le dijo: “¿Por qué estás entonces tan perturbado?”. Y Don Anselmo, casi inaudiblemente le contestó: “Mi humildad. Nadie ha dicho nada de mi humildad”. ¿Ha conocido usted gente a la que solamente le falta humildad para ser perfecta? Cuentan de un obispo que se arrodilló un día frente al altar, y en un arranque de fervor religioso, se golpeaba el pecho diciendo: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!”. El párroco de la iglesia, movido por aquel ejemplo de humildad, se arrodilló también, se golpeó el pecho y exclamó igualmente: “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!”. El sacristán se sintió tan impresionado que hizo lo mismo, cayó de rodillas y exclamó también; “¡Ten piedad de mí, que soy un pecador!”. Al verlo, el obispo dio un codazo al párroco, y le dijo sarcásticamente: “¡Mire nomás quién se cree un pecador…¡” LO NEGATIVO: Sentirnos tan íntimamente superiores a los demás, que caigamos en la auto idolatría. LO POSITIVO: Pedirle a Dios que si nos da sabiduría... también nos dé la suficiente humildad. Por : Emilio Santamaría
Posted on: Sat, 31 Aug 2013 04:03:55 +0000

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