Roció de Cactus (crónica de una aventura) - TopicsExpress



          

Roció de Cactus (crónica de una aventura) ………por Ricardo Camino a Saltillo por Concepción del Oro Zacatecas, ruta que tantas veces e transitado, rumbo a Monterrey o la frontera, me preguntaba qué significado tenia esto de Concha del Oro, como le llaman los lugareños. Reflexionando en el tema, me organice con algunos amigos que luego hacemos excursiones ruteando, investigamos sobre lo que podíamos encontrar por la región, con el objeto de conocer la zona. Con entusiasmo nos armamos con 3 vehículos todo terreno y nos fuimos a explorar, nuestra primera impresión cuando llegamos a Concha del Oro, fue que es una cabecera municipal mucho más grande y dinámica de lo que esperábamos, pueblo antiguo de traza colonial, fue un real de consideración y en sus viejas casonas todavía se puede apreciar su pasado esplendor, quiero suponer que en aquellos ayeres realmente estaba aislado, rodeado por tribus guachichiles, eran chichimecas muy belicosos que merodeaban por la zona. Pasamos la noche en un hotel que queda al paso de la carretera. Al día siguiente la aventura nos espera por el desierto, primero cruzamos la sierra de Concha muy alta por cierto, a lo largo del trayecto entre los riscos podíamos apreciar los tiros de las viejas minas y de cuando en cuando pasábamos por algún viejo y deshabitado caserío, ahí se apreció en cabalidad la conveniencia de viajar en 4×4, después de 3 horas de ir encaramados en los riscos, de repente se abrió el paisaje y en la planicie como doscientos metros abajo y unos ocho kilómetros de nuestra ubicación, se apareció ante nuestra atónita mirada el caserío de Mazapil; como un pequeño pellizco de civilización en la inmensidad del desierto del norte de Zacatecas y sur de Coahuila, bordeado por cadenas de azulosas montañas, apenas distinguibles en la lejanía. Mazapil también antiguo real de minas, más viejo que Concha del Oro, pues su fundación data de 1560 por Francisco de Ibarra, de hecho cuando este explorador llego a la región, ya encontró mineros españoles y portugueses asentados en la zona. Resulta que ya estando en el poblado, pudimos investigar cosas y acontecimientos interesantes del lugar, primero el poblado se percibe como sumamente antiguo y semi abandonado, con edificaciones muy interesantes, pero a pesar de sus 12,000 km cuadrados ya que es el segundo municipio más grande de México, la población va decreciendo, solo con 17,000 habitantes incluyendo la cabecera con poco más de 5,000; cuenta con un museo con piezas de valor, aparte de objetos antiguos, narra la historia de personas que a lo largo de los siglos vivieron ahí, revisando archivos, que para no creerse se encuentran aun sin clasificar, nos encontramos con un viejo linaje de varias familias navarras que atraves de la minería se hicieron de incalculable fortuna, así como registros de familias nativas de Mazapil fundadoras de Saltillo, el mismo Monterrey y otras poblaciones del noroeste de México. También encontramos que por los años de 1570 el explorador Francisco Cano con alrededor de 20 españoles, partió de ahí en una expedición a los territorios inexplorados del noroeste, dejando asentamientos, a lo largo de lo que ahora es Coahuila, Nuevo León, Texas, Luisiana y Florida, para ser reclamados por la corona española. Como se podrá apreciar, esto que encontramos rebaso con mucho, nuestras expectativas del lugar. Como a las seis de la tarde y después de comer en una pequeña fonda del único hotel, iniciamos nuestra caravana para internarnos en la región, rodamos hasta que la claridad nos lo permitió alejándonos un centenar de metros de la brecha y acampamos, al día siguiente, ya con luz iniciamos la marcha, un grupo de nosotros se habían equipado con unas bicicletas de montaña y a darle, nuestra meta del día era encontrar un paso por la Sierra Madre hacia Parras Coahuila, pasaron las horas y no llegábamos a ningún paso, la brecha siempre hacia el oeste, los de las bicis con 50 km tuvieron más que suficiente, la tarde se nos hecho encima, a esas horas divisamos una vereda menos rodada, que se dirigía al norte directamente a la sierra, parecía que habíamos encontrado el famoso paso, ya casi obscureciendo nos comenzamos a internar en un cañón, muy bonito por cierto, con un pequeño venero de agua zarca corriendo por uno de sus lados, cuando la obscuridad nos cubrió, quedo eso como boca de lobo, ya que estaba parcialmente nublado, y decidimos acampar, apagamos la fogata como a las dos de la madrugada, e inmediatamente comenzamos a escuchar audios de coyotes realmente se sentían a unos metros del campamento, para esas horas la luna había salido en todo su esplendor, nos levantamos unos dos o tres a resguardar los alimentos, por eso de los coyotes y no vaya a ser que algo más, apreciamos lo aislados que estábamos literalmente en medio de la nada, y reflexionamos sobre lo intrépido que debieron de ser estos exploradores españoles, para andar vagando por estas regiones desérticas sin jeeps con poca agua, e infestado de tribus nómadas de indios guachichiles que eran los que merodeaban la región. Al día siguiente como no nos quedaba claro donde nos encontrábamos, y el lugar era bello, decidimos no levantar las tiendas hasta no encontrar el paso, unos salieron por senderos de mulas en sus bicis hacia la sierra, otros salimos a ver que veíamos o encontrábamos a pie, y precisamente los de a pie nos dimos cuenta de nuestra realidad; el cañón se hacía cada vez más angosto y terminaba con unos peñascos formando una pequeña caída de agua que baja de la sierra, este no era el paso. Por lo agitado del día ya que los de las bicis regresaron tarde, hambrientos y deshidratados, ya que se fueron sin alimento y agua para pasar el día en la sierra, decidimos quedarnos una noche más en el mismo lugar, finalmente nos encontrábamos relajados y disfrutando la zona, era semana santa y realmente no teníamos prisa de llegar, valga la expresión, nos podíamos dar el consentimiento de perdernos un poco. Al día siguiente levantamos nuestras chivas (expresión regional), obviamente antes de salir, aprovechamos el agua que rodaba por ahí y nos echamos un baño vaquero y a darle. Casi saliendo del cañón nos topamos con una bifurcación, un camino hacia el sur de donde habíamos llegado y otro al suroccidente, y hacia allá seguimos, los de las bicis ese día no las rodarían, estaban cansados, pasaron dos y tres horas, para ese momento ya deberíamos de estar en la brecha principal pero nada, por ahí del medio día divisamos en la lejanía un par de jinetes arreando ganado, paramos los vehículos y ni modo, los de las bicis cansados pero tuvieron que ir con los de a caballo para pedir orientación, de mientras hicimos una fogata para preparar algo de comer, tardaron cercas de la hora en regresar y traer noticias, que esperábamos con anhelo, la comida se puso tensa y acalorada, por la información que nos dieron los vaqueros, ya que ahora si no podíamos darnos el lujo de perdernos otro día mas, supimos por que no encontramos la brecha principal; unos kilómetros adelante de donde nos habíamos desviado, gira a su izquierda al sur en ruta hacia Estación Camacho Zacatecas comunidad a unos 150 kilómetros de ahí, teníamos entonces tres opciones mismas que dividieron la opinión del grupo; regresar hasta Mazapil y retomar la ruta perdida, eso nos tomaría como unas 15 horas, o regresar al entronque donde dejamos la brecha principal y de ahí dirigirnos a Estación Camacho, esta opción nos tomaría como doce horas, o seguir en la dirección que ya estábamos, según los vaqueros en tres, cuatro horas a lo más, estaríamos en San Juan de los Charcos población de unos 500 habitantes, ya en ruta para Torreón, y por ahí seguimos, para ese momento habíamos desistido de ir a Parras Coahuila, y dirigirnos a Torreón, solo que esta opción era casi a campo traviesa, las rodadas de los caminos de tanto en tanto se bifurcaban en barias a su vez, y en las más de las ocasiones ni eso, avanzábamos sin camino, los de las bicis unos metros por delante de los vehículos con un sistema de radios nos guiábamos paso a paso, lo hacíamos lentamente, el terreno ayudaba, ya que era casi plano y con poca vegetación, finalmente desierto, el inconveniente era que el suelo era arenoso y a pesar de contar con vehículos todo terreno, dos o tres veces se quedaron varados en la arena dificultando más nuestro avance, efectivamente a las cuatro horas, queriendo oscurecer en la lejanía alcanzamos a divisar unas luces, y hacia allá nos dirigimos, unos 5 kilómetros antes de llegar decidimos acampar, ya que había obscurecido completamente, por sentido común y experiencia sabíamos que no debíamos de llegar a un ranchería de noche. Temprano decidimos ir solo algunos en bicicletas, nuestra primera impresión fue que algo no estaba bien, ya que ahí, a lo más había un puñado de casas, todas con foto celdas de energía eléctrica, una voladora de viento al centro de la ranchería, algunas camionetas desperdigadas entre los corrales, gallinas, cerdos y algunos perros ladrando, ¿¿qué paso ahí no era San Juan de los Charcos, decidimos regresar un poco más tarde, probablemente por ser viernes santo las personas no habían salido de sus casas aun, desesperados como a las nueve de la mañana habíamos levantado el campamento y todos en los vehículos estábamos de regreso, una mujer que nos alcanzó a ver entro a su casa inmediatamente, a los pocos minutos salieron tres hombres del lugar, solo tres nos acercamos a hablar con ellos, con recelo pero cordiales, nos recibieron, nosotros pusimos de nuestra parte la mejor de las caras, y efectivamente ahí no era San Juan, pero buenas noticias si estábamos ya en ruta, debíamos tomar una brecha que salía de la ranchería y en dos horas estaríamos en San Juan de los Charcos de ahí dos horas a lo más, estaríamos en Viesca Coahuila, en ese mismo lugar inicia la carretera pavimentada, a unos ochenta kilómetros de Torreón, el ánimo regreso al grupo, la tensión bajo y todos comenzamos a bromear. Nos permitieron tomar agua de la pileta, otro baño, negociamos un desayuno con las mujeres del lugar, saboreamos unos deliciosos frijoles de olla con guiso de queso ranchero enchilado, además tortillas recién comaleadas; Como si nos estuvieran esperando. Después de un buen desayuno y una amena charla con nuestros anfitriones, ya que nos pusieron al tanto de varios aspectos regionales, se mostraron atentos para informarnos todo lo que les preguntábamos, comentamos lo de los coyotes y nos enteramos que no solo hay coyotes, también oso negro, puma, y lince así como venado bura, cola blanca, jabalí, guajolote y fauna menor. El día se acorto y la distancia mucha, con ganas de seguir en la charla nos tuvimos que despedir, y poco antes de la once de la mañana, estábamos en ruta, las siguientes dos horas la tónica del paisaje fue similar a lo que habíamos recorrido, pasamos por San Juan sin detenernos, y unos diez kilómetros adelante, la misma sierra que nos impidió el paso los días pasados; se cortó de tajo formando un espectacular cañón de unos cien metros de ancho, mismo que conecta a la zona con la región de la laguna y el bolsón de Mapimi (región donde se encuentra la zona del silencio). Millones de años de erosión se presentan ante nuestros ojos, ya que las paredes del cañón conforman gigantescos riscos de mármol duro, después nos enteramos que la variedad principal de mármol es el negro ¿con razón se podían percibir esos gigantescos acantilados de color negro. 50 kilómetros de cañón de una magnificencia increíble; como si una gigantesca mano hubiera utilizado un martillo y cincel para cortarlo a canto, alguien se le ocurrió la idea de sentarse arriba del vehículo para tomar película, y el mal ejemplo cunde; llevábamos tres pájaros en las canastillas, en fin… Saliendo del cañón y unos kilómetros antes de llegar a Viesca ¿como si no hubiéramos tenido suficiente tomamos un atajo hacia el noreste, para dirigirnos a una zona de dunas o médanos, al estilo del Sahara, llamadas dunas de Vizcaya, arribamos a la zona como a las cinco de la tarde y como niños con juguete nuevo, cada quien a su manera nos fuimos a la montañas de arena. Unos en sus bicis otros se montaron en los todoterrenos y otros simplemente nos deslizamos por las pendientes de las gigantescas dunas, aprovechamos para ubicar un lugar para acampar, en un especie de oasis pero de cactus, limpiamos, revisamos que no se encontrara ningún bicho raro, e instalamos el campamento, la noche se puso de folklore nos divertimos a la luz de la fogata comentando todo lo que habíamos pasado, ya casi a punto de recogernos en las tiendas; un espectáculo increíble, hasta cierto punto surrealista, la claridad de la luna nos permitió entrever esos gigantes que nos resguardaban, la dunas de arena a la luz de la luna llena, en ese momento pensé sin desmerecer lo anterior ¿esta vista vale el viaje, y como si no estuviéramos cansados, subimos a la duna más cercana para poder contemplar este paisaje extraño para nosotros, que nos provocó un sentimiento, encontrado de exaltación, a nuestra condición de “homo urbanus”. Con los primeros rayos de sol y el cantar de varios pájaros, nos despertaron con la resaca de algunos, a pesar de la desvelada, antes de las siete ya estaba afuera de la tienda, echando leña a la lumbre, me aleje un poco a caminar y fui observando lo que pasaba a mi alrededor, me acomode en la parte baja de una duna, ya que apenas clareaba y el sol no acababa de salir, observe el movimiento del desierto, …la calma del lugar me ensimismo unos minutos, observando vi con atención, como un par de pájaros se paraban sobre las espinas de los cactus, y bebían agua del roció de la madrugada, me di cuenta de lo sabio de la naturaleza; habré espacios de vida en los lugares más inhóspitos, absorto me encontraba cuando de repente unos sonidos estruendosos irrumpieron la belleza del momento; me estaban llamando por medio de los cláxones de los vehículos, la magia se acabó. En el desayuno nos pusimos de acuerdo sobre los objetivos del día; nos íbamos ya para Torreón o explorábamos la zona, lógico nos fuimos a explorar, sobre un viejo mapa delineamos la ruta a seguir, trazamos una más o menos diagonal en dirección noreste rumbo a la carretera que llega de Saltillo a Torreón, como unos noventa kilómetros de donde nos encontramos, salimos divididos en tres grupos, los de a pie, los de bici y los de jeep. La idea era que mientras trotábamos unos diez kilómetros, por el desierto uno de los jeep en un punto dado y por medio del radio o tocando el claxon ubicaría su posición, mientras tanto, estarían ruteando en la arena, los de las bicis se fueron directos hasta la carretera, entre dunas siguiendo un camino apenas señalado, así se organizó el día Resulta que recorrimos los diez kilómetros como a las doce del mediodía, la temperatura había subido a más de cuarenta grados, nos recostamos a la sombra de una vieja biznaga de más de un metro de ancha, tan agotados estábamos que no nos importó que no estuviera el vehículo aun. como a las dos de la tarde empezamos a preocuparnos por qué no venía nadie, dejamos una señal y caminamos siguiendo las rodadas de las bicis, como aquello de las cuatro de la tarde decidimos parar otra vez, aprovechamos uno frondoso cactus que se topó en nuestro camino, la realidad es que traíamos algo para comer y a cada quien con su ración de agua, decidimos ya no movernos de ese lugar, una hora más tarde escuchamos por la radio que nos hablaban; estaban por nosotros, subimos a la duna mas alta, para ver donde venían, rápidamente la polvareda ubico el vehículo, por medio de la radio lo dirigimos a nuestra posición. Nos enteramos el motivo de la tardanza; se habían quedado varados los tres vehículos en la arena, con pala y un poco de esfuerzo sacaron el primero el segundo y tercero salieron arrastrados con cuerdas, en fin estábamos en camino y por los de las bicis, esperábamos encontrarlos en el entronque del camino con la carretera, y así fue. Como a las seis de la tarde emprendimos el último trayecto de viaje antes de regresar a casa, nos dirigimos directamente a Gómez Palacio Durango, al igual que Lerdo, ambos se conurban a Torreón Coahuila divididos todos por el rio Nazas, rio que baja de la Sierra Madre Occidental, anteriormente a la construcción de algunas presas, alimentaba de agua la región lacustre de la laguna, ahora desierto de Mayran. Desde el mismo desierto de Mayran salimos para Torreón-Gómez Palacio, casi a las ocho de la noche llegamos al hotel “Paraíso del Desierto” para no variar con la tónica del viaje. No quiero ver la impresión que dimos a los de la recepción y huéspedes que andaban por ahí, una bola de tipos sucios y con arena hasta…las orejas Por lo demás excelentes habitaciones buena comida ¿¿y lo más importante una deliciosa alberca que disfrutamos hasta que nos mandaron a dormir. Al día siguiente después de un rico y prolongado desayuno salimos para nuestro lugar de origen, una aventura más que a la posteridad será cantera de gratos recuerdos. FIN P.D Este viaje se realizó en semana santa del 2001, dos años después regresamos a la zona ¿no podíamos dejar ese paso sin encontrar, armados con planos de bajo relieve y posicionadores satelitales “GPS” finalmente lo encontramos, solo para internarnos en el bolsón de Mapimi, la zona del silencio y la región lacustre de Cuatro Ciénegas…pero ese es otro viaje.
Posted on: Mon, 26 Aug 2013 03:02:13 +0000

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