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SABADO DEPORTIVO DIGITEX Las nuevas reglas del fútbol y el voley Así se juega ahora Duda no cabe que a partir de los insólitos hechos ocurridos el sábado último, las normas para ganar cualquier juego de mesa, de barrio o torneo olímpico habrán de reformularse y los reglamentos reescribirse. Harta labor queda para los entendidos del deporte y las imprentas. De nada valdrán los goles, no los metan más: lleven una moneda. Normalmente ocurre que se gana con más goles o puntos y un mejor esfuerzo. Y pocas veces uno se convierte en testigo insólito de un evento peculiar por partida doble, donde se gana por la cara o sello de una sencilla moneda o por ausencia del equipo rival. EL INICIO Tras numerosas menciones en reuniones del pre-turno, había llegado la mañana en que partiríamos al Centro Deportivo, ubicado a la espalda del nuevo Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) en San Borja, a disputar con otros call centers de Lima un torneo de voley y fútbol. La mañana de ese sábado, a nuestro temprano entusiasmo deportivo le antecedió un prolongado feriado de tres días por fiestas patrias en Chile que nos permitieron más tiempo familiar en casa, viajando o haciendo compras, y hasta tal vez husmeando películas en cines. Pero el consenso general aquel 21 de setiembre frente al 357 del jirón Lampa, casi un juramento, fue que esos días, en realidad, transcurrieron muy rápido, más que de costumbre, como agua del arroyo veloz que escapa de entre la juntura de nuestras manos. La reunión inició incipiente con unas siete personas apostadas en las rejas detrás de la Catedral de Lima a las 10 y 30 de la mañana y aun algo antes. Y a medida que los demás hacían su aparición, no faltaron esos relatos detallados de vivencias en los feriados recientes, contados con cierta nostalgia pues no habrían de repetirse otros tan extensos en lo que queda del año. Así de ameno transcurría esa hora hasta que luego de las 11 finalmente bajó del edificio Jimmy y tras él, Pedro. Se habían hecho esperar. Y pronto, sin demora, organizaron partidas rápidas en taxi, en pequeños grupos de 5. Y partimos en varias unidades, la nuestra atravesando la siempre variopinta e insegura La Victoria, huyendo pronto hasta tomar Canadá en dirección hacia la avenida San Luis, una vía más calmada hacia nuestro destino. Increíblemente, y pensando lo contrario debido a nuestros “varios” atajos, llegamos último. EL COMPLEJO DEPORTIVO La sensación de encontrarme al interior de un recinto deportivo me resultaba tan extraño y evasivo como asistir a misa, debido a la fervorosa creencia de ser víctima de un contundente pelotazo o la sin novedad del sermón dominical interrumpido con la reunión de la limosna (háganla antes o después). Pero era innegable. Desde la misma entrada este complejo tenía un aspecto muy acogedor, semejante a una residencial, de amplios jardines con juegos coloridos de antaño para montones de niños, como coincidí con Maryorie. Más allá, prosiguiendo el sendero marcado por una serpenteante vereda, se alzaban paredes de redes de 6 metros de alto, encerrando canchas de tenis, otras de fútbol y voley en un total de al menos cinco. Una vez todos juntos sumábamos poco más de una treintena, entre teleoperadores, recursos humanos, supervisores, encargados, back office y formador. Parecía un paseo campestre alegre, mejor hubiera sido. Llegaron las provisiones compuestas por bebidas rehidratantes y comidas breves. Aquellos seleccionados para campeonar se probaban las camisetas blancas con pequeños motivos logrados, cada cual con número respectivo bien estampado. Elizabeth, Cira, “Charo”, Olga, Annie y otras las vestían para el voley a cargo de Miluska. En el fútbol hacían lo propio, adicionalmente con “shorts” negros de reglamento, Jimmy, Roberto, Francesco, Jorge, Alejandro y algunos nuevos. El resto de nosotros, con Cristian, Conan, Félix, Gilberto y Manuel, aligerábamos nuestras prendas debido al creciente calor, reuníamos todas nuestras ganas para animar a nuestra gente y finalmente cargamos las mochilas, pertenencias y fiambres al interior de la loza designada frente a nosotros. Las mujeres partieron más lejos buscando su cancha. Por allí también iban Helen, Luisa, otra supervisora y demás compañeras. Nilda, aparecería avanzada la tarde. EL PARTIDO Una vez dentro, el juego sin tregua inició de inmediato. La adrenalina se esparció como reguero de pólvora en ambos bandos y con ella los gritos lanzados con esputo, defendiendo una jugada o ajusticiando una falta en contra. Entre esos gritos se oyó, a voz en cuello, reiteradas convocatorias de sacar al árbitro, quien vestía una camiseta que a ratos hacía recordar a la muy querida mascota del mundial España 82: Naranjito, a diferencia que nuestro “naranjito” era el más odiado pasada la 1pm. En fin, este ya tenía varias tarjetas amarillas según nuestro punto de vista vengativo y obviamente parcializado. A decir verdad, ambos conjuntos lucharon tremendamente. Sobre todo los rivales, de quienes, como no me gusta el fútbol nacional, hasta ahora ni sé como se llaman... Mejor que las palabras, las fotos capturadas describen a grandes rasgos lo que fue el debate de patadas, carreras de cancha y media cancha, cabeceadas, nerviosismo a come uñas de entrenadores y asesores, pases largos, tocadas eficaces y frustradas, reclamos, menciones precipitadas, sacadas de esquina, sacadas de pelota a la calle por nuestro arquero. Reiterativo, todo valía. Menos penales. Estaban prohibidos. O los tiempos han cambiado y me perdí de algo estos años o ahora el fútbol es así, no lo sé, pero todavía no me importa mucho. Pero entonces ocurrieron los goles: 1 a 1. Juan Fernandez y Cristian le daban duro -extrema tarea- a sus harto conocidas y portentosas voces, de esas que convencen por razón o por la fuerza, pero convencen. En esta ocasión, por ambas. Todos los demás, Conan entre ellos, secundaban reclamos y argumentos sacados de hasta bajo la manga, con la maestría de quien saca conejos del sombrero. ASI SE JUEGA EL BALOMPIE AHORA Y así acabó el primer encuentro. 1 a 1. Entonces sucedió: forzaron el final. Reescribieron las normas. No necesitaron de la FIFA o la FPF. Así no más. Qué habría dicho Pelé, qué habría opinado Maradona en un momento sin estupefacientes en su organismo. De aquí para adelante la historia del fútbol sería distinta. Irreconocible. La situación apuntaba a que, como ya se mencionó, todo penal sería proscrito para el desempate, no permitido. ¡Ni pensarlo! ¡¿Para qué?! Se habían inventado una manera más “tecnológica, eficaz, pronta y decente”. Se zurraron en la historia futbolística de antes de este sábado, adiós a los mundiales. Recurrieron a echar una sencilla moneda al aire, reglas del complejo. Al cara o sello tras una larga jornada de denodados esfuerzos y harto sudor echado. Así que por intervención estratégica, una jugada sin igual de la fuerza del viento, el peso del aire, la gravedad del planeta, una moneda cualquiera de sol peruano y el azar, todos juntos, ganamos el partido. Dudo que en ese instante nos sintiésemos verdaderamente ganadores, tal vez después. Así se definió al ganador. No lo olviden, al próximo encuentro lleven sus monedas. Esas, sí definen. Y EL VOLEY... Echada la suerte, partimos a la cancha de voley, previo paseo, buscando una justificación para la existencia del gol como tal. Grande fue la sorpresa al descubrir que aún no había iniciado la partida. Todas descansaban a los lados de la cancha. Más grande fue la sorpresa al ser enterado de que en realidad ya había terminado. Y más aun, resultaron ganadoras. ¡Y me lo había perdido! Entonces se precipitaron las explicaciones para aclarar que sí, efectivamente, fueron vencedoras. Pero porque el equipo contrario no llegó a tiempo. Por “default”, por defecto. Entonces comprendí por qué no llegaríamos al mundial con Burga este año. Por qué el fútbol era mal visto y el voley podría peligrar con estos ”innovadores” reglamentos. Se dice que ambos equipos, de fútbol y voley, esperaban una segunda ronda, pero más parecía una leyenda urbana ya que luego de dos horas de espera nada sucedía. Y si es que sucedió, que lo cuenten otros porque ya daba la hora razonable de partir a almorzar en casa cuando daban las tres de esa anecdótica tarde para la reflexión. Eso sí, día entretenido por el compartir incesante y para el recuerdo con gente del trabajo. Por supuesto, mejor aun, fuera del trabajo.
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 07:35:08 +0000

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