Si la “verdad” significa que lo permitido, lo apropiado es sólo lo que tiene una explicación racional, le abro la puerta a mi mentira y le doy la bienvenida. Transformo mi mentira en mi verdad. Si es “mentira” todo aquello que no se puede comprobar su existencia, pero que resulta ser lo único que te hace feliz, entonces decididamente prefiero mentirme. No me podría adaptar a nada más. ¿Alguien tendrá algo que decirme? Todo lo que hay en la vida va en contra de lo que eres. Por eso tiene sentido la mentira, jugarle una gran broma, tomarla con tus manos y ponerla al revés. Miente, ya que esa “mentira” es mucho más valiosa que tu “verdad”. Si ya no sabes si vas por el camino correcto, si no sabes si vales. Si dudas de todo lo que te había dado cierta felicidad porque no sabes si es verdadero, porque no lo puedes comprobar. ¿Estamos obligados a que sea verdad para ser felices? ¿Se comprueba realmente en la vida que algo sea verdad? Quizás lo único que sepamos si es verdad o mentira es lo que sentimos. Quizás lo único que podamos saber con certeza es si nos mentimos a nosotros mismos, si hicimos o dijimos algo que en realidad no queríamos hacer o decir. Así, no puedo ser optimista sólo porque se supone que es bueno serlo. Quiero ser optimista porque, aunque no sé lo que soy, sé lo que no soy, y que eso siempre lo tendré. Quizás es por esto que tengo una atracción hacia todo lo que es extraño, divergente, curioso, hacia los que parecen seguir caminos sin leyes, prohibidos, hacia los que parecen vivir fuera del mundo, hacia los que parecen estar alejados, los que viven en las orillas de la vida, los solitarios, los hermitaños, los anónimos, los que no se explican a sí mismos, los que no temen quedar como raros, tontos, ridículos, pesados, aburridos, cursis. Hacia los que parecen no tener más guía, ni leyes, ni reglas, ni pilares, ni ejes, ni centros de gravedad ni brújulas que lo que sienten, que la intuición. Ellos son de las pocas cosas que me dan esperanza, mucho más que filosofías-y religiones-e intelectuales-y gurús. Aquellos para quienes no hay nada más importante, que lo hacen ver tan simple, que no se complican con nada más. Aquellos que se siguen a sí mismos y van cambiando únicamente de acuerdo a lo que les dicta su propio pulso, y no temen cambiar, y van dejando las pieles viejas en el camino, incluso si parece completamente contradictorio comparado a períodos anteriores de su vida y eso les vale ser crucificados o recibir burlas. Creo que por eso también me llaman la atención y tengo cierta admiración por las personas que viven en la calle, que a veces hasta se me asemejan casi como seres superiores, tenidos por todos, casi en su mayoría, como fantasmas, completamente ignorados. Porque se preocupan de cosas sencillas, totalmente irrelevantes para el resto; sus vidas, se mueven a un ritmo totalmente distinto al de los demás. No están muy preocupados de la opinión común o de si sus vidas son más “elevadas”, y no se detienen ningún segundo a cuestionarse si está bien o mal lo que hacen. Estos son mis héroes, aquellos que guardan pocas cosas en su mochila, que andan livianos. Aquellos que no necesitan de religiones, ni doctrinas, ni dogmas, filosofías ni ningún “ismo”, y no necesitan tomar muchas decisiones. No hay muchas cosas más que, imaginándome cerca de la muerte, me pudieran hacer sentir que no desaproveché mi vida. Hay poco que me pueda importar más. youtube/watch?v=XUjAtYQkFm8
Posted on: Mon, 17 Jun 2013 03:18:58 +0000
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