TEOLOGÍA DE LA GRACIA Y TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD - TopicsExpress



          

TEOLOGÍA DE LA GRACIA Y TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD (EXTRACTO) (El desafío permanente de las teologías populares) Arturo Piedra Universidad Bíblica Latinoamericana. San José, Costa Rica, Enero del 2004 La teología de la prosperidad, con su gran atractivo para los pobres, exalta la crisis de la teología tradicional y de conceptos bíblicos tan ricos como la gracia. En la actualidad una de las diferencias de esta tensión con respecto al pasado, radica en que la teología de la prosperidad surge en un momento de gran confusión cultural, además de la crisis que afecta a la teología tradicional. El nombre de teología de la prosperidad alude básicamente a un énfasis en el bienestar material como bendición de Dios más que a una escuela de pensamiento religioso. Los predicadores de estas doctrinas comienzan intencionalmente a identificarse dentro de un esquema teológico que sus críticos llamaron primero “teología de prosperidad”. En principio habría que reconocer que esta teología es parte de un paquete religioso neopentecostal, que tomó fuerza en América Latina a partir de los 1980s. Incluye un conjunto de doctrinas que van desde la guerra espiritual, el ministerio quíntuple, el discipulado de los doce, hasta la restauración del culto y un programa agresivo de crecimiento de las iglesias. Escritores que aprueban el movimiento lo presentan como parte de una “tercera ola” neopentecostal que se manifiesta en todas las denominaciones; la primera ola es el pentecostalismo clásico, y la segunda el movimiento carismático católico romano. La corriente religiosa de la prosperidad se enmarca dentro de la enseñanza de los “hijos de rey”, por medio de la cual se sostiene que el seguimiento y aplicación de las ordenanzas reales divinas es suficiente para una vida materialmente próspera: Los hijos del Rey tienen derecho a recibir un tratamiento especial porque gozan de una relación especial viva de primera mano con su Padre celestial, que hizo todas las cosas y sigue siendo dueño de las mismas. Muchas son las personas que dentro de esta teología están seguros que la prosperidad material es lo que Dios ofrece hoy. Esta teología es todo un movimiento religioso que en su forma más visible esta dominado y conducido por “hombres fuertes”, por profetas y apóstoles de nuevo cuño. El énfasis en la prosperidad es la punta de un iceberg, el lado más visible y exitoso que, según esta teología, Dios está dispuesto a dar a todos los cristianos. Es un movimiento que Algunos llaman también “evangelio de riqueza, salud y felicidad”. El sustrato ideológico de esta teología se liga con el idealismo y optimismo filosófico estadounidense del siglo XIX, aunque su origen formal se desarrolla, más que todo, en los Estados Unidos, principalmente en los 1950s. En este tiempo fueron vitales las enseñanzas y liderazgo de W. Kenyon, popularizadas pronto por Kenneth Hagin. Las raíces de esta teología se relacionan con el marco incomparable del boom económico después de la Segunda Guerra Mundial, Posterior a los años 1960s, las ideas del psicólogo Norman Vincent Peale, en especial su libro “El poder del pensamiento tenaz”, será de gran influencia en personalidades destacadas de esta teología. Un ejemplo es Robert Schuller, gestor del llamado “pensamiento posibilista”, para quien el progreso material individual depende de una actitud mental positiva. En América Latina la influencia mayor de esta teología viene de Benny Hinn, otra de las figuras más emblemáticas de la teología de la prosperidad a nivel mundial. Entre los predicadores más conocidos que recorren este continente propagando la visión de esta teología están Claudio Freidzon, de Argentina y Cash Luna, de Guatemala. Además tienen representantes en cada país, cuya autoridad está incluso, en unos países más que en otros, por encima de las alianzas o confederaciones evangélicas. La teología de la prosperidad tiene dos zonas de influencia muy definidas. Una es la representada por los predicadores estadounidenses, y la otra proviene de Corea del Sur. De la nación asiática se distingue David Yonggi Cho, fundador en Corea, de la iglesia local más grande del mundo, con más 700.000 miembros. Cho creó una filosofía de la prosperidad basada en leyes cuya aplicación comprobada creyó haber demostrado: ley del diezmo, la ley de la siembre y cosecha, la ley del eco. Dentro de su esquema no cabe la indigencia de muchos cristianos, quienes, para él, son “mendigos perpetuos”. Es obvio que sus críticos evangélicos no se impresionan ni por las cifras de crecimiento ni por los alcances optimistas de este movimiento. Para ellos no es más que un acontecer religioso ficticio y engañoso que apunta a la crisis más grave que el cristianismo ha afrontado en toda su historia: una serie de poderosos y crecientes engaños que están sutilmente cambiando interpretaciones bíblicas y minando la fe de millones de personas”. Uno de los cuestionamientos que permanentemente se le hace a la teología de la prosperidad es la ambición de sus promotores por el dinero. La objeción tiene asidero, en gran medida, por el énfasis en los pactos económicos que identifican las maratónicas en sus emisoras de radio y televisión, y que se retratan de cuerpo entero en las que Enlace lleva a cabo periódicamente desde Costa Rica. Sus críticos evangélicos les atribuyen una dependencia en los “bienes de este mundo” y un descuido de la vida “espiritual”: “El cristianismo está en crisis porque los cristianos han puesto sus miradas en las pasajeras fantasías terrenales, en lugar de agarrarse de los eternos tesoros celestiales. Esta no es nuestra morada definitiva; nosotros simplemente somos peregrinos en nuestro camino hacia el otro reino”. La teología de la prosperidad aduce que la iglesia necesita recuperar el enfoque bíblico sobre las bendiciones materiales que Dios promete a sus hijos aquí en la tierra. Atribuyen, por otro lado, la ignorancia en este campo a la mala influencia de una religión que sólo puede ofrecer bienes más allá de la muerte y de la tierra: “Dios no lo destinó a usted a la miseria, la escasez y la necesidad, dice uno de los promotores de esta teología, Él lo llamó para bendecirlo. Usted debe saber esto. Es imprescindible que lo sepa”. Yamil Jiménez, Op. Cit., p.17. La preocupación que liga el cristianismo con los problemas concretos de la vida, obliga a esta teología a reinterpretar todas las doctrinas básicas de la fe cristiana. La expiación, que siempre se ha leído como la derrota del pecado en términos espirituales, es presentada por esta teología como un hecho que garantiza sanidad divina, buena salud y riquezas en este mundo. Young Hoon Lee, Op. Cit.35. La teología de la prosperidad, se distancia del rechazo pentecostal del mundo y plantea la posibilidad de la instauración del Reino de Dios en la tierra. También con ello se escribe una nueva página sobre la relación del cristianismo con el mundo, una página muy diferente, según Youngg Hoon Lee, a la de los pentecostales: “los pentecostales rechazaron la sociedad porque creían que era corrupta, malvada, hostil, mientras que la sociedad rechazó los pentecostales porque los creía insanos y fanáticos y emocionalmente inestables. Por más que se concuerde con la crítica hecha contra la teología clásica, la teología de la prosperidad reduce la gracia de Dios a logros, más materiales que humanos, de quienes buscan de Dios. De ahí que Dios pierde autonomía y libertad ante una conciencia religiosa que le dice cómo y cuándo debe ser fiel a sus promesas. En palabras de Barth, la catástrofe de la religión impide que Dios diga el Sí y el No definitivos. Por otra parte, la antropología, que sustenta a estos predicadores, ayuda a oscurecer la persona misma de Dios y de Jesucristo. La riqueza del Jesús de los evangelios, y la narración bíblica en general, fue sustituida por la fuerza de doctrinas de significado y lenguaje metafísico. La debilidad cristológica está, también en la teología de la prosperidad. Jesús no es entendido el principio y fin de toda reflexión teológica, como lo reclama Barth: “La teología debe comenzar con Jesucristo y no con principios generales...La teología debe terminar con El y no en conclusiones generales”. “En los años recientes multitudes que nombran el nombre de Cristo han adoptado una percepción ampliamente distorsionada de lo que verdaderamente significa ser un cristiano. Quizás aún más alarmante, millones más han sido alejados de considerar seriamente las demandas de Cristo porque perciben el cristianismo como un fraude y los líderes cristianos como artistas del fraude”. El cuestionamiento de Hanegraaff es todavía más hondo al comparar este movimiento (teología de la prosperidad) con un cáncer provocado por una dieta o “cristianismo de comidas rápidas”; un cristianismo de agradable apariencia, pero sin sustancia, aunque con fuerza para expandirse: “Los proveedores de esta dieta carcinógena han utilizado el poder de las ondas etéreas, tanto como una plétora de libros y casetes atractivamente presentados para inducir a sus víctimas a comer…” Estos grupos, según este autor, están en capacidad de invertir grandes sumas de dinero con tal de lograr sus objetivos: “Quienes están impulsando este cáncer ocupan muchas de las más poderosas tribunas dentro del cristianismo. Controlan vastos recursos y están dispuestos a gastar millones de dólares si fueren confrontados. Los intereses son tan grandes que los que están precipitando el cristianismo a esta crisis parecen estar dispuestos a hacer y a decir virtualmente lo que sea necesario para acallar la oposición y silenciar las demostraciones públicas”. Hank Hanegraaff, Counterfeit Revival, Op.Cit. p.1223. Tom Stipe, un pastor que después de participar activamente en este movimiento termina decepcionado, compara la gravedad con la crisis de fin del medioevo que dio a luz la Reforma Protestante: “La urgencia de una corrección bíblica nunca se ha hecho tan urgente como hoy. Tiempo atrás, en 1517, un enorme contingente de la iglesia había caído bajo el ardid de un monje carnal: Johann Tetzel. El embaucó a los creyentes de la época para que compraran indulgencias que les garantizara escapar del purgatorio. Un escandalizado Martín Lutero clavó sus 95 Tesis, desafiando la explotación de las inseguridades espirituales y el analfabetismo de las gentes. Quizás nosotros hemos regresado a esa misma época oscura con la aparición de un falso avivamiento”. Los protestantes siempre han dicho, como otras religiones, que el abandono de vicios que dañan la salud y consumen recursos económicos (licor, drogas, infidelidad matrimonial) facilitan el bienestar personal y familiar. Sin embargo, la teología de la prosperidad va más allá de ese marco micro ético, al plantear la superación de la pobreza y la enfermedad por vías espirituales. No se discute que una religiosidad sana fomenta una vida sana, pero lo que se puede cuestionar es la tendencia a resolver de manera metafísica y esotérica problemas materiales que requieren soluciones materiales. Advertir multitudes detrás de un movimiento religiosos o político, no garantiza la autenticidad de los fines que se persiguen. De ahí, la sospecha de quienes ven en la teología de la prosperidad un método más de burla y engaño de los pobres. Por supuesto, que un análisis crítico de un movimiento religioso tan popular en todas las iglesias, deberá plantearse una diferencia entre las multitudes que buscan respuestas a sus problemas concretos, y un sector del liderazgo que ofrece, a cambio de sacrificios económicos de los mismos pobres, una solución fácil de todos los problemas existenciales, especialmente, la pobreza y la enfermedad. Se hace difícil, por otra parte, que en estos tiempos se pueda asimilar la idea de que más allá de la educación, que ha llegado a ser una línea divisora importante entre la pobreza humillante y una vida relativamente digna, existan métodos espirituales que pretendan resolver los problemas, cuyo origen está en las desigualdades sociales. Finalmente, toda teología tiene sus deficiencias, y no se podrá eliminar a una, por más mala que se crea, con base en las bondades de otra. Los grandes teólogos de la gracia, católicos y protestantes, incurrieron en grandes errores que les llevaron a desoír y marginar a quienes no pensaron como ellos. La historia de la iglesia cristiana ha sido un testigo de las apariciones permanentes de los “arrios” que incomodaron a Atanasio, los “pelagios” que fastidiaron a Agustín, los “muntzers” que molestaron a Lutero y de los “servets” que desesperaron a Calvino.
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 22:07:04 +0000

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