TIERRAS DE VIÑEDO CAMINO DEL SUR ARAGONÉS Superada la barrera - TopicsExpress



          

TIERRAS DE VIÑEDO CAMINO DEL SUR ARAGONÉS Superada la barrera del Ebro, el reino aragonés comenzó la expansión al sur del famoso río y con la mirada puesta en las tierras de Teruel que posibilitaban el acceso a las costas levantinas desde las que nuestros Reyes, dominados por el espíritu de la Cruzada, querían marchar hacia Jerusalén. Uno de esos posibles ejes de expansión lo marcan los caminos del río Jalón, el con­junto de tierras del Campo de La Almunia y del Campo de Calatayud, una comarca profundamente dominada por la devoción a la Asunción de Nuestra Señora o los múl­tiples casos de imágenes bajo la advocación de la Virgen del Castillo (en Aniñón, Belmonte del Castillo, Monterde, etc.) que re­ cuerda las hazañas militares de la expan­sión cristiana en la primera mitad del si­ glo XII. El lugar por excelencia es el Monas­terio de Nuestra Señora de Piedra, fundado en 1195 y convertido con el paso del tiempo en un maravilloso vergel ubicado en «el de­sierto de Aragón»: enclave paradisíaco que centra la devoción a la Virgen de Nuestra Señora la Blanca, conservada en una capilla de la portería monástica y considerada por la voz popular como «el terror de los infier­nos» ya que curaba «energúmenos» según indican documentos que nos llevan al lejano año 1427. Para curar posesos, en esta zona está también Nuestra Señora de Pietas, en El Frasno, cuya imagen gótica, según cuenta la leyenda, fue robada tres veces por un ve­cino de El Frasno y tres veces volvió mila­grosamente a su santuario. No hay que ol­vidar que la Virgen de la Sierra, en Villarroya de la Sierra, resucitó a una niña en el año 1500 y una de sus campanas se volteó mi­lagrosamente (en enero de 1571) anun­ciando la victoria anti-turca de Lepanto. La Virgen de la Peana en Ateca se pasaba todo el verano en andas, ante la puerta de la iglesia, para proteger el lugar de las «tempestades de verano» y la Virgen de la Vega, en Moros, que era sometida a una curiosa vigilia con ocasión de ser utilizada para implorar el agua de la lluvia: después de rezar el Rosario en la parroquial, se quedan de guardia seis personas, «con sus luces, toda la noche» y a las cuatro de la mañana se convoca -por medio de las campanas- a todo el pueblo a la veneración y Misa so­lemne. Milagrosa es también la Virgen del Buen Parto, en Calatayud, y en el grupo de los lugares de gran devoción está el Santuario de Nuestra Señora de Tobed que, después de contar con la protección de los Reyes (Martín I entregó la imagen al comendador de Tobed en 1400), vio extenderse su nombre cuando el año 1526 -como respuesta a las fingidas conversiones de los moros aragoneses-la imagen gótica y los dos án­geles que la escoltaban «lloraron y sudaron treinta y seis horas en ese año». Dice la le­gendaria versión que ese sudor recogido en un vaso se volatilizó en 1610. Puntos clave del mapa mariano son otros lugares como el Santuario de la Virgen de Rodanas, en Epila, aparecida a un pastorcillo después de desaparecer de un oratorio francés en To­losa, a causa de los muchos agravios a que fue sometida la imagen por unos heréticos, y el de la Virgen de Cabañas, en La Almunia de Doña Codina. De esta antigua Enco­mienda templaría no quedan más que al­gunas pinturas en la primitiva ermita y, como escribió el padre Faci, en el siglo XVIII se decía que «aunque antiguamente era mucha la frecuencia de los fieles a esta mi­lagrosa imagen, se resfrió después, porque eran hombres los que concurrían: sólo quedó de su culto el decirle aquí Misa todos los días de fiesta como hoy se continúa». El Campo de Cariñena es el espacio geo­gráfico del Somontano Ibérico, tierra de ca­mino entre la llanura del Ebro y las sierras que se extienden al sur de Aragón, un es­pacio con algunos centros propios de de­voción como el famoso Santuario de la Vir­gen de la Sierra, en Herrera de los Navarros, ubicado en el mismo escenario en el que la Virgen se le apareció a un modesto carbo­nero para recompensar «su sencilla devo­ción y gran fe». A partir de este momento -en 1504- se comenzó a construir el san­tuario y al final hasta se logró fundar una cofradía de Nuestra Señora de la Sierra que fue «de las más numerosas e ilustres de Es­paña». Un milagroso suceso acaecido en septiembre de 1720 hizo muy famoso este santuario: cuando rezaban en su iglesia 85 eclesiásticos -que hacían ejercicios espiri­tuales- una fuerte tormenta provocó que en el templo entraran «muchas centellas y rayos, chispeando como cohetes, encima las cabezas de algunos y rodeando el cuerpo de otros, que asombrados y aturdidos se echa­ ron en tierra, juzgando era hora del juicio de cada uno». Pero, aunque el susto fue monumental, inexplicablemente nadie su­ frió daño alguno. Otro lugar clave es el Santuario de la Vir­gen del Águila, que desde su fundación en el siglo XVI preside el camino del puerto de Paniza y que se vincula a una leyenda que nos habla de dos hombres de Paniza que son enviados a Montserrat para que la Vir­gen les indique cómo concluir con dieci­siete años de gran esterilidad. Y por último el Santuario de Nuestra Señora de Lagunas, cuya gótica imagen libró a los de Cariñena de la peste de 1507 o las plagas que des­truían la vid -estamos en tierras del vino­ en 1748 «cuando con chirimías y bajón, cantando letanías en tono de rogativa, surcó estas tierras la procesión con la efigie de Nuestra Señora de Lagunas», entre hachas encendidas, faroles y velas». Además están la imagen de la Virgen de la Fuente en Muel, o la de Nuestra Señora del Mar, en Encina­ corba, con una imagen gótica -alabastro policromado- del siglo XIV que tiene una peculiar historia: hacia 1520 vuelven a Es­paña siete caballeros de la religión de San Juan, tras perderse la isla de Rodas, que su­fren en la travesía una espantosa tormenta que les hace encomendarse a la Virgen Ma­ría. «Apareció sobre las aguas la Santa Ima­gen de Nuestra Señora y luego cesó la tem­pestad», arribaron a puerto y allí se sortea­ ron los caballeros la sagrada imagen, tocán­dole en repetidas suertes al Comendador de Encina corba que la llevó a su iglesia en la que nunca faltaron exvotos y «presenta­llas». El territorio de las antiguas aldeas de la Comunidad de Daroca, formada en 1248, guarda importantes muestras de lo que ha sido la imaginería mariana: el Santuario de Nuestra Señora de la Olmeda en Santed, el de Nuestra Señora del Pilar en Used, el de la Virgen del Sermón en Acered o el de la Vir­gen de Guialguerrero en Cubel, ermita esta última a la que subían los de Aldehuela de Liestos recibiendo de su concejo un pan, dos huevos y un litro de vino. Hay muchas más y además se observa la proliferación de la advocación de la Virgen del Rosario, vin­culada a edificios de una cronología cer­cana al año 1600, junto a otras curiosas como la Virgen de Nazaret en Daroca o la Virgen de Belén en Torralba de los Frailes. Esta última -ya narran en el siglo XVIII­ fue imagen milagrosa en los «riesgos evi­dentes de los partos, en los cuales, invo­cada por sus devotas, las ha asistido, viéndose aquellas libres de la muerte; por lo que abrió a todos la puerta de la Vida». Muy importante artísticamente es la Virgen Goda, custodiada en el Museo Colegial de Daroca y fechada a finales del siglo XII, y singular devoción concitó Nuestra Señora del Buen Acuerdo, en Gallocanta, a cuya imagen gó­tica del siglo XIII se reconocen actuaciones milagrosas: cuenta el padre Faci, en el si­glo XVIII, que ha visto en la ermita «muestra de sus prodigios: muletas, mortajas, brazos y piernas de cera ...». No deja de ser curiosa la narración del portentoso suceso que acaeció a un clérigo que -al intentar sacar la pequeña imagen para hacer una rogativa pidiendo agua- no la pudo coger por el enorme peso de la misma hasta que «con­fesándose luego, volvió a sacar la Santa Imagen, que con facilidad removió de su trono». Al este del mapa aragonés, los caminos que bajan hacia el Sur pasan necesaria­mente por las infinitas llanuras de las Tie­rras del Bajo Aragón que se centra en Caspe (para las tierras hoy de la provincia zara­gozana) y en Alcañiz para las que se englo­ban en la provincia de Teruel. No hay que olvidar que aquí nos encontramos con el lugar de Calanda, lugar natal de Miguel Pellicer que verá cómo la Virgen del Pilar le implanta milagrosamente la pierna cortada años antes, y que esto supone la existencia e una extendida devoción pilarista. En esta zona el Santuario más famoso es de la Virgen del Pueyo, en Belchite, que tuvo hasta 1936 la primitiva imagen románica y hasta 1980 la gótica que sería robada. Son muy importantes sus milagros y de ellos desta­can dos: el acaecido con ocasión de una plaga de gusanos que destruyeron las viñas hasta que los devotos fueron en procesión «cubiertos de polvo y ceniza de penitencia». El otro milagro es de 1710 Y coincide con el final de una grave sequía gracias a una tronada tan grande «que inundó todos los tér­minos de la villa y quedó socorrida su co­secha copiosa». Al estallar la tormenta todos contemplaron cómo «se removía de su altar la Santa Imagen». El agua es la gran nece­sidad de estas comarcas; por ello es curiosa la advocación de Nuestra Señora del Agua, en Castellote, que antaño fue conocida como «Virgen del Llovedor». Es una talla del siglo XII a la que la tradición supone in­mune a moscas ya que dicen como «acercándose un moscardón al rostro de Nuestra eñora, como dándola giros, se vio, antes de tocar el rostro, caer muerto sobre el ara» del altar. En Alcañiz está el Santuario de la Vir­gen de los Pueyos, con romería el 9 de sep­tiembre y con milagrosas intervenciones en las sequías de 1699, 1702, 1703, 1710, 1713, 1730, 1737 ... En Chiprana está la re­cuperada imagen pétrea de la gótica Virgen de la Consolación, recientemente encon­trada y convertida en imagen procesional; en Albalate del Arzobispo, la ermita de La Virgen de los Arcos, que se conoce en el len­guaje popular como «la Virgen de acotar calenturas» y que se apareció a un pastor manco que recuperó la mano en ese mo­mento. Y sobre todo ello, digamos como el cronista dieciochesco que «no se hallará en Aragón (y quizá ni en España) ningún pue­blo más dichoso que Bordón pues logra adorar como titular de su iglesia parroquial Nuestra Señora de la Carrasca, aparecida en ésta, y Nuestra Señora de la Araña, en la misma iglesia». La imagen en alabastro de la Virgen de la Araña, notable ejemplar de la estatuaria gótica del siglo XIV, desaparecido en 1936, debe su nombre a la presen­cia de la araña, símbolo del demonio, a los pies de María. Recientemente se ha escrito que puede ser una interpretación del dogma de la Inmaculada Concepción, reempla­zando la figura demoníaca por la araña re­pugnante que significa la potencia del mal. En esta zona, en el suroeste de la co­arca del Bajo Aragón y en los límites de la Sierra de Montenegreto, está el Santuario de la Virgen de la Fuente, a dos kilómetros de Peñarroya de Tastavins, que surgió bajo el impulso de los caballeros calatravos y que ya está documentado en 1291. Al hablar de este conjunto mariano turolense, no cabe duda de que se debe reseñar cómo su parte más notable es el templo gótico-mudéjar del santuario, edificado en el siglo XIV y decla­rado Monumento Nacional en 1931. Y al hablar de la dimensión milagrosa lo que debemos anotar es el famoso suceso, acae­cido en la segunda mitad del siglo XII, que se produjo cuando un caballero entró con su cabalgadura en el templo. El animal se inclinó, pues el sacerdote estaba consa­grando, y el jinete cayó de bruces en el suelo, justo en el lugar en el que después se puso una herradura para memoria de lo su­ cedido.
Posted on: Tue, 30 Jul 2013 07:37:54 +0000

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