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V. Humanidad redimida, mundo redimido La iglesia es la humanidad que ha sido redimida por la sangre de Cristo. Todo esto tiene un significado muy especial. La redención es el acto de la soberana voluntad de Dios, de libertar al hombre de su condición caída. Esto significa que somos liberados del abismo de oscuridad y trasladados a la luz de Cristo. Y entonces quedamos absueltos de la condenación eterna. El tema de la redención es central en la vida de todo hombre creyente en Jesucristo, porque describe nuestra condición y relación con Cristo. La muerte de Cristo trajo redención y reconciliación al hombre y al reino. La palabra redimir significa «comprar de vuelta», y reconciliar tiene la idea de «hacer las pases», o «volver a la amistad original». La sangre de Cristo ha sido el pago de nuestro rescate y por eso ahora estamos en paz con Dios. No podemos hablar de la redención sin el conocimiento de la voluntad de Dios, de su gracia, del pecado, de las consecuencias del pecado, del arrepentimiento y de la conversión. La redención es un tema amplio y significa más que nada: re-creación, restauración y re-dirección. Redención significa re-creación. Cuando el pecado apareció en la vida del hombre, afectó la totalidad de su ser. La imagen que implica verdadera justicia, santidad y sabiduría se vieron distorsionadas. Es necesario que la imagen del hombre sea re-creado mediante el nuevo nacimiento. Este nuevo nacimiento es obra de la gracia de Dios, no es hereditario, ni es logrado por el esfuerzo humano, porque al caer en el pecado quedamos imposibilitados a todo bien. Sólo a través de la obra del Espíritu Santo quien persuade nuestra voluntad, y nos convence de nuestro pecado, prepara el terreno para que nos arrepintamos, y nos convirtamos a Cristo, y vueltos a Él caigamos a sus pies. Redención significa restauración o re-instalación. El hombre fue creado para tener una tarea universal, el ejercer dominio sobre la creación. Este oficio fue distorsionado por el pecado. Pero Cristo en su muerte restauró la antigua posición del hombre. Y ahora el hombre de Dios es nuevamente re-instalado a su antiguo oficio universal. El creyente es restaurado para ejercer una vez más el oficio de profeta, sacerdote y rey. El cristiano es profeta para anunciar las virtudes de su creador. Su labor profética debe mostrarse en todos los campos del quehacer humano, pues es testigo de Dios. Ser restaurado al oficio sacerdotal significa que ha de ministrar la totalidad de la creación y traerla a los pies de Cristo, como una ofrenda a su creador y Señor. También el creyente es restaurado al oficio de rey para ejercer dominio sobre toda la creación. Es decir, el cristiano siempre debe ir a la vanguardia en todos los campos del quehacer humano. Somos reinstalados para desarrollar la cultura y no para ser seguidores de una cultura que ofende a Dios. Esto es, porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de ante mano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10 RVR60). El texto habla sobre la nueva creación del hombre, que en Cristo somos nuevas criaturas para el buen oficio. Obras significa trabajo u oficio; así que, somos nuevas criaturas para el buen trabajo. La iglesia cree en las buenas obras y las practica porque ellas son los frutos de su redención. Cree en ellas y confiesa que: Las buenas obras son solamente las que Dios ha ordenado en su Santa Palabra y no las que, sin ninguna autoridad para ello, han imaginado los hombres por un fervor ciego o con cualquier pretexto de buena intención. Estas buenas obras, hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los frutos y evidencias de una fe viva y verdadera; y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, fortalecen su seguridad, edifican a sus hermanos, adoran la profesión del evangelio, tapan la boca de los adversarios, glorifican a Dios; pues los creyentes hechura de él, creados en Cristo Jesús para buenas obras, para que teniendo por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna (Confesión de fe de Westminster). La redención prepara al hombre para las buenas obras; por consiguiente, no puede haber buenas obras sin redención. Redención significa re-dirección. La redención produce un cambio de dirección en el hombre, este cambio se le llama «conversión». Esto indica que hay un retorno a Dios. Pero esta re-dirección que se comienza en el corazón del hombre, necesariamente se traduce o se manifiesta en la creación. La creación es el hogar y el campo de acción del hombre. Por esta causa, la totalidad de la creación debe ser re-dirigida. Esto es lo que el apóstol Pablo entendió cuando dijo: pues la creación aguarda con ardiente anhelo la manifestación de los hijos de Dios (Rom.8:19 RVA). La creación anhela que los hombres redimidos hagan su tarea. Es una exigencia de nuestra fe obrar con justicia en todas las áreas de nuestra vida. Para eso hemos sido rescatados. La humanidad reprobada pervierte el mundo de Dios, hace que gima como una mujer que está apunto de dar a luz, pero el hombre de Dios tiene la tarea de redimirlo. Dios ama su obra y no tirará a la basura lo que ha creado. Por esta causa, Cristo murió y re-instaló a un grupo de personas para re-direccionar los campos del quehacer humano. La iglesia tiene el ministerio de la reconciliación. Cristo ha comenzado la obra reconciliadora y a la iglesia se le ha dado el deber de continuarla. …y si a nosotros se nos ha encargado el “ministerio de la reconciliación” en su favor (2 Cor.5:18), entonces tenemos una tarea redentora dondequiera que nuestra vocación nos coloque en este mundo. (Alverto M. Wolters) El hombre caído pervierte la obra de sus manos y causa estragos a la creación de Dios, pero el hombre redimido ha sido reinstalado a su antiguo oficio, y se le ha encargado el ministerio de la reconciliación; es decir, de traer redención a todas las áreas de la vida. La redención lograda por Cristo no sólo alcanza al hombre y su obra, sino a la creación en su totalidad. El alcance de la redención es tan grande como el de la caída; abarca de creación entera. (Alverto M. Wolters) Seguiremos hablando sobre el alcance de la redención en estos términos bastante amplios. Esto comprende que la redención no solamente involucra al hombre sino al cosmos en su totalidad. Generalmente solemos identificar la redención en términos del hombre y abandonamos el amplio sentido de la palabra. Pero partiendo de la integridad de la Escritura nos damos cuenta que la muerte de Cristo no solamente trae redención a los predestinados, sino también al cosmos. Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Rom.8:21 RVR60). En la gracia y redención de Cristo nuestro Señor, la tierra cual hogar y campo de acción del hombre es recuperada. Cristo es rey y reclama la totalidad de su reino para sí. El apóstol Pablo habiendo entendido esto, declaró: y por medio de él (Cristo) reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Col.1:20 RVR60). El universo encuentra reconciliación por la obra de Cristo. Cristo trajo reconciliación a la creación que había sido maldita por la culpa del hombre. El mismo escritor habla a los Efesios sobre este mismo asunto y les declara que hay un misterio que se les ha sido revelado por la voluntad de Dios. El cual Dios se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra (Ef.1:10 RVR60). La palabra “reunir” también se traduce como “juntar” o “integrar”; esta palabra tiene la idea de «reunir bajo una cabeza». El misterio que se nos ha sido revelado, es que Cristo en el cumplimiento del tiempo, en su obra redentora, logró reunir todas las cosas bajo su autoridad. Ahora Cristo es cabeza no solamente de la iglesia, sino de todo el cosmos, porque todas las cosas encuentran su integridad en Él. El escritor Herman Bavinck resume esta idea cuando dice: La creación procede del Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo con el propósito que, en el Espíritu y por medio del Hijo, pueda retornar al Padre. En otra parte declara: A través de la muerte de Su Hijo, Dios el Padre ha reconciliado Su mundo creado pero caído, y por Su Espíritu, lo renueva en un Reino de Dios. Todo aquello que fue creado, cayó en el pecado, pero por la muerte de Cristo ha sido recuperado. En la consumación del reino de Dios no podrán estar los impíos. La iglesia cree y confiesa lo que la Escritura dice: y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Ap.5:10 RVR60; cf. Sal.37:29). No a los incrédulos es la promesa sino a los justos. En el día final, en la consumación del reino de Dios, la temporalidad será absorbida por la eternidad y entonces serán las bodas del cordero. Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1Cor.2:9; cf. Is.64:4). En el Jardín del Edén fue expulsado el hombre para no comer del árbol de la vida, y evitarle así la horrible pena de vivir bajo condenación para siempre. Al hacerlo recibiría la maldición eterna. En la consumación del reino ese Jardín es ya una ciudad, porque el hombre ha desarrollado la cultura, ha respondido de alguna forma a su oficio. No esperamos volver a un Edén en las mismas condiciones porque la historia no es regresiva. Ahora en la meta de la historia será un gozo pleno, una vida sin fin. El hombre redimido es invitado una vez más a comer del árbol de la vida. Ahora se le dice: Bienaventurado los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puestas de la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira (Ap.2214, 15 RVR60). La sangre de Cristo redime al hombre y al mundo. Nos faculta o da autoridad para realizar nuestra tarea y en ello glorificar su nombre. En la meta de los días habremos de ser mudados a la inmortalidad, esto corruptible será hecho incorruptible. La creación misma será pasada por fuego a fin de ser purificada. Es la ultima parte del articulo "Dios hombre y mundo en la historia de la redención". Bendiciones: SAUL RODRIGUEZ PEREZ
Posted on: Tue, 27 Aug 2013 19:33:30 +0000

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