antes que estar pendientes que somos inocentes y arto trabajo me - TopicsExpress



          

antes que estar pendientes que somos inocentes y arto trabajo me ha costado, es bueno que no olvidemos ni un instante que: "Dios tuvo compasion de mi" Original en audio: 24 min. 6 seg. Esta parábola ha hecho llorar muchísima gente, con toda la razón. Ponerse uno a pensar que ese papá le gastó tardes o noches, esperando la vuelta del hijo; ese diálogo que se establece, esa alegría incontenible, que es un reflejo de la alegría del cielo, cuando un pecador se convierte. Esto conmueve profundamente al corazón humano; sobre todo, cuando uno puede reconocerse en lo que hizo ese hijo menor; cuando uno reconoce que le dio la espalda a Dios; trató mal a Dios, y se fue, y al regresar, pudo encontrar al mismo que había abandonado. La verdadera herencia del hijo no fueron los bienes; esos bienes se perdieron. La verdadera herencia estaba en el corazón amoroso de ese padre; esto conmueve profundamente, y es tanta la ternura que inspira este relato, que nos ha hecho llorar tantas veces. Además que uno hasta se puede olvidar de para quién fue dicho el relato. Fue dicho, según nos explica el evangelio, por aquellos que murmuraban contra el mensaje de misericordia que predicaba Cristo. "Mire con quién anda; mire, vea, ¿si lo ve, con quién anda? ¡No, anda con pecadores, anda con publicanos, come con ellos!; ¿con quién gasta su tiempo? ¿Qué clase de Mesías es éste?" De alguna manera ese otro aspecto de la parábola, es menos bonito; uno quisiera quedarse sólo con la parte de la misericordia, y la ternura; pero Cristo proclama ternura con fuerza; este es un mensaje de ternura; pero dicho con muchísima fuerza. Y está dicho para esos que murmuraban, evidentemente. De lo que se trata es que ellos entiendan que están haciendo el papel del hijo mayor; de lo que se trata es que se vean retratados ahí en ese hijo mayor, y por eso vamos a dedicar un momento de nuestra atención a las palabras del hijo mayor. Porque la intención de la parábola va en ese sentido. Originalmente, lo impresionante del caso es que el hijo mayor se negaba a entrar, esa es la frase que atrae mi atención en este momento. El hijo mayor vuelve del campo, encuentra con que hay un banquete, una fiesta, música, alegría, pregunta: "¿Qué es?" San Lucas 15,26 , y dicen: "Es fiesta por tu hermano" San Lucas 15,27 , y el hijo mayor dice: "Si es por mi hermano, yo no entro” San Lucas 15,28 . Eso es lo que yo quiero subrayar. Porque la actitud del hijo mayor es: “O él, o yo”; el hijo mayor quiere poner al papá en situación, de que escoja, “si quieres, vete a tu fiesta con tu hijo”, no lo llama mi hermano; "vete a tu fiesta con tu hijo"; ese es siempre el lenguaje de la dureza; "váyase, entonces, con ese hombre", "haga lo que quiera con esa mujer", "váyase con su gente", "vaya a su grupo"; el lenguaje expresa lo que hay en el corazón. El hijo mayor quiere romper todo vínculo con el hermano menor, y por eso dice: “¿Cuándo ha venido ese hijo tuyo?” El lenguaje del papá es distinto: Deberías alegrarte, porque este hermano tuyo, es mi hijo, es tu hermano". Pero, vuelvo a mi pensamiento, el hijo mayor quiere que el papá escoja: "o él, o yo"; "si hay fiesta para él, es fiesta para él; no es fiesta para mí, porque cuando vaya a ser mi fiesta, me haces el favor de darme un cabrito, aunque yo mereciera más, pero por lo menos un cabrito, para tener mi reunión con mis amigos"; el hijo mayor quiere que el papá escoja; el papá no quiere escoger. En cierto sentido, la parábola acaba en tensión. En cuanto al recorrido que hizo el hijo menor, la cosa está clara, esa historia acabó bien; pero la otra historia queda en punta, y eso era lo que quería Cristo, porque el desenlace de esta parábola no son las palabras que siguen en el evangelio de Lucas. El desenlace de la parábola es, ¿ahora qué vamos hacer nosotros? El verdadero desenlace de la parábola está en qué va a suceder con nosotros. El padre le dijo: “Tú estás siempre conmigo” San Lucas 15,31 ; ¡que bonito!, pero mire, este argumento fantástico, esta lógica maravillosa del amor, “tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo” San Lucas 15,31 ; "como yo tengo un hijo, mi hijo es tu hermano", realmente, eso es lo que le dice el papá. "Si tu quieres realmente beber de la cercanía, de la ternura, del amor de mi corazón, comprende, por favor, que en mi corazón está ése, que tu rechazas; tu no puedes alimentarte de los bienes de mi casa, tú no puedes gozarte de la dulzura de mi amor, tú no puedes ser feliz en mi presencia, si no aceptas lo que hay en mi corazón, y en mi corazón está un personaje, que se llama mi hijo menor, que es tu hermanito". O sea, que si pierdes a tu hermano, me pierdes a mí; "tú estás siempre conmigo. Deberías alegrarte; tu hermano estaba muerto, ha revivido, se había perdido; lo hemos encontrado”. “¡Deberías alegrarte!” San Lucas 15,31 ; el hijo mayor le dice: “Escoge, o el degenerado ése, o yo, que me he portado bien”; y el papá le dice: “-Mira tu que te has portado bien, sabes que somos de los mismos, cierto” Yo tengo un hijo, ese hijo es tu hermano, entonces ¡vamos a la fiesta! Le dió la vuelta al argumento, y ahí termina el texto. ¡Se acabó! ¡Qué pesar! ¡Ahí termina! Y eso es lo último que dice; porque ya después, lo sigue es otra parábola. Y el desenlace, la gran pregunta es: ¿entró el hermano mayor en la fiesta, o se obstinó, y no entró? ¿Fue, compró un cabrito y organizó una fiesta con sus amigos? ¿Sí entró a la fiesta? ¿Cómo saludó al hermano menor?: "-¿Qué hubo? ¿Qué más? ¿Bien? Bueno". ¿Realmente se portó, como hijo de ese papá? ¿Fue digno hijo de ese papá? ¿O se portó, como un empleado de ese papá? La parte candente de la parábola, la parte decisiva de la parábola, no está ahí; está en lo que nosotros hagamos. Ahora, tenemos que preguntarnos cuántas veces le decimos a Dios lo que el hijo mayor dijo; obviamente, siempre poniéndonos del lado bueno, ¿no?: "Esos degenerados, los criminales, los terroristas, los guerrilleros, las autodefensas, los ladrones, los secuestradores, los violadores, toda ese gente, o yo; escoge Señor". Y Dios nos va a repetir siempre lo mismo: “Te escojo a ti; todo lo mió es tuyo; tengo unos hermanitos para ti” "-¿Qué?" “-Todo lo mio es tuyo" San Lucas 15,31 , esa es la frase, ese es el negocio más terrible que le puede proponer a uno Dios. "Todo lo mio es tuyo" San Lucas 15,31 , porque en lo de Dios está la gente que nos cae mal, está la gente que no quisiéramos ver, está esa gente, que si nosotros somos sinceros, somos capaces de decirle a Dios “-Oiga, ¿usted por qué creó a ese señor? El mundo perfectamente hubiera podido seguir sin ese señor?” Y uno considera que ese es un pensamiento válido; que eso se puede decir; “¿usted para que creó a ese señor?” Y Dios nos sigue diciendo, “Son mis humildes hermanos”, ese fue el lenguaje que utilizó Cristo cuando se trataba de las personas más miserables: “Son mis humildes hermanos” Ustedes se acuerdan cuando se convirtió Mateo; entonces organizaron un banquete, y Mateo fue con los de la pandilla, hermano; Mateo fue con el parche, allá se apareció con el parche, y Jesús aceptó a Mateo, y aceptó el parche; claro, las otras personas, que eran hijo mayor: "No, ¿pero cómo así? Por favor"; es decir, guardemos proporciones, o sea, guardemos proporciones. ¿Qué queremos nosotros, el banquete del Reino, o un cabrito con nuestros amigos? Esa es la pregunta gorda del evangelio; ¿un cabrito con mis amigos, o el banquete de Cristo? Con el riesgo de que llegue Cristo con Mateo y el parche de Mateo, Bartolomé; y el parche de Bartolomé, Tadeo; y el parche de Tadeo, cada uno. Ese es el problema de celebrar la Misa; el problema de la Misa es ese, que la Misa es anticipación del Banquete del Reino, y si no me cabe en la Misa, la gente que está en el corazón de Cristo, ya sabemos lo que va hacer Cristo, se va a su banquete con su gente, y tú organiza tu cabrito. Hay un detalle medio alegórico, medio místico que da escalofrío. El único animal del que la Biblia dice que podía recibir, y que debía recibir el peso de los pecados, y de los malos espíritus, es el cabro; por eso tantas representaciones del demonio lo presentan como un macho cabrío. Porque, efectivamente, el Pentateuco, la Torá, manda eso; había una ceremonia de expiación en el que el sumo sacerdote, a un cabro, simbólicamente, le echaba encima todos los pecados, le echaba encima todos los malos espíritus, y dice, luego había que mandarlo al desierto; es el único animal del que se manda eso. Un ritual muy extraño del Antiguo Testamento, pero que debe tener algo que ver con esto; la comida del hijo menor es ternero cebado, es comida no sólo fina, sino limpia; la comida que busca el hermano mayor es comida peligrosa; el cabrito no es animal que haya sido bien recibido como alimento; se podía comer, pero no era bien recibido como alimento. Porque, repito, es el único animal del que cargaba con los pecados, y los malos espíritus, de acuerdo con ese ritual; eso no tiene nada que ver con las cabras y cabros que podamos ver en nuestro tiempo; obviamente, no tiene nada que ver con las comidas santandereanas; o en fin, lo importante es qué clase de comida recibe cada uno; el ternero cebado, comida fina, y limpia; o el cabrito tan cercano al pecado y al mal espíritu. Son dos banquetes distintos, y de alguna manera, hay que escoger: ¿Qué banquete quieres? ¿Quieres el banquete del Reino, o quieres el cabrito con tus amigos? Tenemos que pedirle al Señor Dios que nos ayude a no escoger; pero, sobre todo, que nos ayude a no hacer el papel ridículo y dramático del hijo mayor, de pedirle a Dios: “¡Escoge!” "¿Y Cómo hago para no escoger? ¿Acaso me puedo juntar yo con un desgraciado hijo de mala madre que destruye, que roba, que secuestra, que asesina inocentes? ¿Yo me puedo juntar con esa gente? ¿A nombre de qué? Yo no he hecho esas cosas, yo soy una persona de bien, yo he vivido bien, ¿yo por qué me tengo que juntar con esa gente?" Es evidente, que cuando uno está mirando la inocencia de uno, eso es una lógica implacable. Uno llega a la oración del fariseo, y llega a la postura del hijo mayor: "O escoges esa porquería, o conmigo". Mientras uno esté en postura de, “soy el inocente, y harto trabajo me ha costado mi inocencia”, uno se siente autorizado para descartar, para anular, para cancelar al otro: "Ese no merece, no merece, porque yo no he hecho esas cosas; yo no he hecho eso, él sí las ha hecho, él no merece estar donde yo estoy". Viene en nuestro auxilio la Primera Carta la del Apóstol San Pablo a Timoteo; aquí tenemos cuál es la actitud de corazón que permite superar la postura del fariseo; mientras yo esté mirando mi inocencia, caeré en lo del fariseo; mientras yo esté mirando mi inocencia, siempre le pediré a Dios: “Escoge la gente puerca y mala, o nosotros los buenos”; mientras yo esté mirando mi inocencia, siempre obraré así. ¿Pero qué dice San Pablo? “Doy gracias a Cristo Jesús, que me hizo capaz; se fió de mí, y me confió este ministerio” 1 Timoteo 1,12 . "-Muy bueno, claro, es que Dios sabe cómo hace las cosas! Escogió un Pablo, que era un tipo inteligente, bien preparado; un hombre que, seguramente, hoy en día hubiera estudiado en un Harvard, en una cosa así; es decir, era un tipo que valía; sería por eso que lo eligió Dios; sería por eso, por lo que se fió de él". Sigamos leyendo; “Yo, antes era un blasfemo, un perseguidor, y un violento” 1 Timoteo 1,13 . "¿Qué es esto, hombre? Pero, pongámosle orden a las cosas; entonces, ¿cómo se pone ahí a empezar a elegir blasfemos? ¡Ay,¡Señor, por favor, esto no va a funcionar así!” "Esto no va a funcionar así; porque usted eligiendo blasfemos, perseguidores, y violentos, ¿a dónde vamos a parar? Tiene que elegir la gente pacífica, inocente, y de buena sangre; gente que, realmente, sepa lo que es llevar a cabo una empresa de tan grandes proporciones". San Pablo, cuando miraba adentro de su corazón, no se miraba inocente; por eso, podía acoger a los otros; ese es todo el secreto. Mientras, uno se está mirando inocente, uno está encontrándole todos los defectos a todas las demás personas, y está siempre esperando cuáles son los amigos: "A ver, ese está como más o menos, limpio, clasifica para cena con cabrito; a ver allá, y la señora, sí, está limpia, a cenar con cabrito; a ver allá, el niño, cena con cabrito; vengan, cenan con cabrito ustedes"; mientras uno se sienta inocente, cena con cabrito; los inocentes comen cena con cabrito; eso está escrito en la Biblia. Pero San Pablo mira la cosa de otro modo; “Dios tuvo compasión de mí” 1 Timoteo 1,13 , esa es la clave. Cuando usted quiera pensar en su prójimo, en su enemigo, en el terrorista, en el secuestrador, antes de pensar en todos los males que han hecho, y cómo se les ocurre, y por qué lo hacen, antes de eso, hay que poner esta frase: “Dios tuvo compasión de mí” 1 Timoteo 1,13 . Y ahí se le acaba a uno todo el argumento; "terroristas desgraciados, ¿para qué vinieron a este mundo?" Le ponen a uno un letrero: “Dios tuvo compasión de ti”, ya ahí termina todo; así es como se hace la Iglesia, mis hermanos. ¿Cómo es posible que nos aceptemos unos a otros, si tenemos intereses tan diversos, si tenemos distintas edades, distinta formación, distinta cultura? Hay gente que dice “No, la clave para que las cosas funcionen en la Iglesia, es que empecemos a sectorizarnos”, como quien dice: Ene cenas, con ene cabritos, ¿no? "Hagamos aquí la pastoral de los jóvenes; los jóvenes, entre ellos, se entienden; que los jóvenes se entienden con los jóvenes; jóvenes con jóvenes, cabrito para los jóvenes". "Ahora veamos aquí, para las señoras con señoras; las señoras se entienden con las señoras, cabrito para la señoras; los caballeros...; o si no, los inteligentes, aquí cena cabrito para los inteligentes; los bruticos, entonces, cabrito para los bruticos; es decir, hagamos circulitos pequeños, donde las personas sean tan iguales, que puedan sentir que tienen cenas con sus propios amigos. Hay una manera de mirar la pastoral que es así; yo reconozco que es bueno tener en algún momento algunas actividades separadas; pero, por favor, la Iglesia no es eso. A mí se me parece mucho más a la Iglesia, lo que estamos viendo por ejemplo hoy aquí: está el niño, está la señora, está una virgen seglar, varias; está una religiosa, varias; está un sacerdote, están señores; hay separados, hay viudos, hay solteros; distintas edades, distintas clases sociales. Yo amo esto, me encanta esto, esto se me parece más a la fiesta del ternero cebado. Yo le tengo miedo cuando somos demasiado iguales, porque ya se me parece a comida con cabrito, y los cabritos les echaban encima mucha cosa. "-Yo, mejor, cena con cabrito", "-no; yo prefiero el Banquete del Reino"; pero la manera de abrirse al Banquete del Reino, es poner grande un letrero grande, un letrero en el corazón, que diga: “Dios tuvo compasión de mí” 1 Timoteo 1,13 . "-Pero es que, yo no he hecho eso”. "-Por eso Dios tuvo compasión de ti". "-Pero es que a cualquiera se le ocurre, a cualquiera". "-No, la inteligencia que tú tienes ¿de dónde viene? "-Pues me la dio Dios". "-¿Y Por qué te la dio?" "-Porque se compadeció de mí". Entonces por eso digo yo: ¡Hay que rezar!”; por eso ¡hay que rezar!; por eso ¡hay que pedirle compasión para el mundo!”; por eso el único lenguaje que funciona con Dios es: “Señor, compadécete de esa persona”, visítala, ten piedad de esa persona, cumple tu voluntad en ella”; es lo único que sirve. Eso de telenovela mejicana, o venezolana, o él, o yo; o ella, o yo; o mi grupo, o tu grupo; yo creo que Cristo mira eso con una mezcla de risa y de rabia; no han entendido nada; no se puede hablar así. A Cristo no se le puede hablar así; el lenguaje de Cristo es de todos: “He tenido compasión, y ya que todos caben en mi corazón, que quepan todos en el Cielo . Amén.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 16:10:59 +0000

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