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aqui les traemos la critica de los juegos del hambre:en llamas En otra época -los años setenta y ochenta- y con otro Hollywood -más exigente con el cine comercial-, Los Juegos del Hambre sería homologable en forma y fondo a productos como Rollerball o Perseguido. Una distopía chillona y estridente que esconde un jugoso subtexto sociopolítico bajo el armazón de una aventura de supervivencia. Pero vivimos otros tiempos y el cine está como está, así que lo antes era simplemente entretenido y crecía como fenómeno de culto en los videoclubes, ahora es un hype diseñado solo para disparar las hormonas y amasar centenares de dólares. Sí, solo, porque las dobles lecturas de las novelas quedan neutralizadas y no dejan poso. La propuesta ha ganado empaque narrativo y visual con la sustitución de Gary Ross por Francis Lawrence (Soy leyenda), mejor director en todos los aspectos, desde la mera composición de planos hasta la puesta en escena y el desarrollo de las escenas de acción. También el guion ha cobrado solidez atreviéndose a explicitar las tensiones sociales de ese futuro tan hortera como vulgarmente totalitario. Las servidumbres de la fama, las cavernas del tinglado mediático, la manipulación de las masas, la mediocridad de las élites dirigentes, la incultura como germen del adocenamiento social, la dramática brecha entre ricos y pobres... El de Suzanne Collins es nuestro mundo llevado al extremo y expuesto en toda su crudeza, eso resulta obvio y agita conciencias. El problema es que la revolución, el estallido contra el estado de las cosas en Panem, que nos olemos desde el principio, no trasciende la pantalla. Jennifer Lawrence es una heroína de cartón piedra que juega con cartas marcadas. Es la elegida, vale, y no cabe duda de que triunfará. Lo trágico es que no acompaña su valor de ideas que el público adolescente pueda emplear para cambiar o cuestionarse su dolorosa realidad, más allá de ciertas proclamas de manual. Mientras la sangre solo empape la ficción, las mentes bienpensantes de Hollywood pueden respirar tranquilas y contar billetes. Crítica de Los Juegos del Hambre: En llamas Es esa indignación de postín, ese espíritu libertario hueco y epidérmico, lo que anula un espectáculo por lo demás muy bien rodado y mejor interpretado. Talentos como el de Jennifer Lawrence, Donald Sutherland y Philip Seymour Hoffman elevan el listón dramático habitual en este tipo de producciones, aportando credibilidad, magnetismo y gancho. Formalmente, insistimos, el film es un bombón y saca músculo en el planteamiento de los juegos extremos. Ahí funciona, y muy bien, una propuesta condenada al éxito que curiosamente en EE. UU. colecciona los elogios que se le niegan a otras superproducciones más honestas. Pienso en El Hobbit. Falta verdad, carácter y auténtica mala leche; no estamos tan lejos de la bonhomía de Crepúsculo. Los Juegos, película, funciona como los Juegos en su referente literario. Estan ahí para crear una ilusión de cambio que al final estrangulan los de siempre. Los que vende pan y circo. Panem et circenses.
Posted on: Sat, 23 Nov 2013 03:18:30 +0000

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