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texto completo de editorial de villalobos en la pagina Nos quieren ver la cara En nuestro país los oligarcas controlan totalmente las empresas más grandes y, de forma directa o indirecta, a docenas de firmas intermedias. Esto les facilita subordinar a la mayor parte del empresariado y a la clase política de la derecha. Los empresarios están todos en una sola gremial, en un sólo tanque de pensamiento y en un solo partido político conformando el trinomio ANEP-FUSADES-ARENA. Última actualización: 08 DE OCTUBRE DE 2013 19:58 | por Joaquín Villalobos En el siglo XIX se produjo la apropiación de tierras que dio origen a la oligarquía y a partir de 1931 los militares se convirtieron en su instrumento para gobernar. Entre 1931 y 1982, El Salvador fue gobernado por seis generales, cuatro coroneles y siete juntas militares. En ese período los golpes de Estado fueron el mecanismo más frecuente para cambiar gobierno. Las elecciones eran una burla; en 1956 el coronel Lemus y en 1961 el coronel Rivera ganaron las elecciones como candidatos únicos. En 1972 el coronel Molina y en 1977 el general Romero se impusieron con fraudes electorales. La guerra civil fue la consecuencia, los oligarcas sembraron vientos y cosecharon tempestades. El 15 de mayo de 1936, el régimen militar legisló para proteger a la oligarquía de la competencia de inmigrantes considerados “razas indeseables”; éstas eran los “árabes, palestinos, libaneses, sirios, turcos, chinos, persas, hindúes y armenios”. A todos ellos se les prohibía establecer droguerías, farmacias, fábricas, laboratorios químicos y empresas agrícolas y agropecuarias. La forma voraz de apropiarse de recursos y de impedir la democracia fue fuente de conflictos con algunos militares y miembros de familias acaudaladas que demandaban democracia y una economía más justa. En abril de 1944 (antes de que yo naciera) y marzo de 1972 (antes de que fuera guerrillero), facciones descontentas del ejército combatieron en la capital usando artillería, aviación, blindados e infantería. La ignorancia sobre la historia ha sido ventaja para que la política actual pueda continuar basándose en miedos y emociones. Jeffrey Winters, en su libro “Oligarchy”, dice que “la extrema inequidad material produce extrema inequidad política” y resume la definición de oligarquía diciendo que son “individuos empoderados por la extrema concentración de la riqueza”. En nuestro país los oligarcas controlan totalmente las empresas más grandes y, de forma directa o indirecta, a docenas de firmas intermedias. Esto les facilita subordinar a la mayor parte del empresariado y a la clase política de la derecha. Los empresarios están todos en una sola gremial, en un sólo tanque de pensamiento y en un solo partido político conformando el trinomio ANEP-FUSADES-ARENA. El Salvador tiene una economía de mercado jerarquizada por la concentración de la riqueza que impide el desarrollo de un empresariado más amplio, económicamente diversificado y políticamente plural. En democracia el poder político es temporal y quienes son ministros, presidentes, diputados, magistrados, jueces o funcionarios y sus familias necesitan espacios en el mercado de trabajo. Siendo un puñado de súper ricos los empleadores privados más importantes del país, el poder para subyugar disidencias es enorme. No son pocos los casos de personas que resultado de un conflicto personal con algún oligarca, no volvieron a encontrar empleo en ningún lado. La mayoría de medios orientadores de opinión pública y articulistas se ven obligados a autocensurarse y someterse al poder económico. No es casual que la izquierda se financie con petróleo venezolano o con los impuestos de los contribuyentes europeos vía ONGs. Los oligarcas tienen control ideológico del mercado y no permiten la pluralidad en el sector privado. El temor al desempleo o a perder clientes sirve lo mismo para regular la libertad de expresión como para someter a funcionarios e instituciones. De esa forma pueden omitir críticas que los afecten, convertir mentiras en verdades y evitar que se debata sobre la escandalosa concentración del poder económico. Exigen transparencia por miles de dólares a los diputados, pero uno sólo de sus presidentes se hizo de un banco mientras gobernaba, para luego venderlo por mil millones de dólares y de esto no se habla. Es común que los nuevos empresarios se quejen porque sus proyectos son frustrados o robados. Los competidores y los nuevos ricos son estigmatizados como ladrones, corruptos y hasta narcotraficantes. La regla social de la oligarquía es que “quien no ha heredado ha robado”; los ricos no se deben enorgullecer por su pasado de pobreza, sino por ser hijos de papá. El país tiene un capitalismo primitivo de apellidos que mata la creatividad e impide el progreso. En Estados Unidos los ricos más admirados son los que nacieron pobres y allí puedes llegar tan alto como tu creatividad te lo permita. En nuestro país puedes llegar tan alto como los oligarcas te lo permitan. Muchos salvadoreños que emigraron a Estados Unidos saltaron de pobres a ricos en pocos años, cuando en nuestro país habrían continuado de peones. Este es el contexto bajo el cual Antonio Saca, candidato por el movimiento UNIDAD, ha sido señalado como corrupto, sin presentar ni cargos ni pruebas. Se han propuesto aislarlo e impedir el desarrollo de una tercera fuerza, saben que ésta cambiaría radicalmente los términos de la competencia política. Montaron una campaña diciendo que Saca tiene una mansión que cuesta 17 millones de dólares, usando fotografías de otros países. En El Salvador no hay ninguna casa que cueste esa cantidad, ni siquiera las de los propios oligarcas. En los 80 montaron una campaña similar contra un diputado demócrata cristiano, dijeron que se había construido una mansión en la Colonia Miralvalle. En esa colonia de clase media no existen mansiones. Conozco bien este tipo de campañas, me han acusado de haber recibido millones por el IVA, de haber sido comprado por la CIA y de ser dueño de prostíbulos en Nicaragua y de mansiones en El Salvador, entre otras cosas. Nada necesita probarse, solo repetirse y si el atacado intenta defenderse cae en la trampa de convertir una difamación en debate nacional. Es importante distinguir entre una mentira que no está sustentada, de los casos en los que hay pruebas, procesos judiciales abiertos o son hechos respaldados por evidencias históricas contundentes. Paradójicamente ahora sólo hay evidencias e investigaciones abiertas por corrupción y malversación de fondos contra el candidato presidencial de ARENA y dirigentes del COENA. La Democracia Cristiana gobernó casi 10 años y los oligarcas usaron la acusación de corrupción para destruirla, sin embargo no existe ningún demócrata cristiano millonario. Decían que los democristianos era comunistas “verdes por fuera y rojos por dentro” y ahora repiten la misma historia diciendo que Antonio Saca es aliado del FMLN. Nuestra historia está llena de casos en los cuales se acusó de corruptos a los opositores de la oligarquía. Me limito a un caso muy emblemático. En 1956 Roberto Edmundo Canessa, millonario cafetalero que había ocupado, entre otros, el cargo de canciller de la República, decidió ser candidato a la presidencia por la oposición. El Concejo Central de Elecciones le negó la inscripción y lo acusaron de comunista. Una de las volantes de la campaña contra Canessa decía: “Roberto Edmundo Canessa conspirador contra la paz de la República. Este hombre que se robó la herencia Montobbio destinada al Hospital de Santiago María. Dios, la Patria y el Pueblo condenan a quien con su robo descarado, ha perpetrado el más negro de los crímenes”. Edmundo Canessa fue capturado y torturado por la Policía el 4 de septiembre de 1960 y murió a consecuencia de esa golpiza en enero de 1961. Dice un proverbio que “cuando nos engañan la primera vez la culpa es de quien nos mintió, pero que cuando nos engañan por segunda vez la culpa es nuestra”.
Posted on: Wed, 09 Oct 2013 16:03:04 +0000

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