15-05-1978 El arrepentimiento genuino... ¿cómo se - TopicsExpress



          

15-05-1978 El arrepentimiento genuino... ¿cómo se identifica? “Un corazón quebrantado y aplastado, oh Dios, no lo despreciarás.”—Sal. 51:17. LOS ancianos no son ‘padres confesores’ que hayan sido autorizados para perdonar todos los pecados que cometan los miembros de la congregación. Es Jehová Dios quien perdona los pecados de los que se arrepienten, y lo hace sobre el fundamento del sacrificio expiatorio de su Hijo. Por lo tanto, el que Jehová perdone a una persona NO depende de que confiese sus pecados a los ancianos. (1 Juan 1:8, 9; 2:1, 2) Sin embargo, por transgresión grave, una persona también puede pecar contra la congregación. Sucede esto porque el craso mal proceder puede acarrear mucho vituperio y dificultad a la congregación con la cual esté asociado el individuo descarriado. Por lo tanto, los ancianos que representan a la congregación deben asegurarse de que el individuo esté GENUINAMENTE arrepentido antes de extenderle perdón por el mal nombrdado a la ...ESTO FUE EL JAKER...ME MOVIO..Y YA NO SE QUE DECIA congregación. 2 El hecho de que la congregación puede perdonar o retener el perdón en ciertos casos se hace patente por lo que el apóstol Pablo dijo a los corintios en cuanto a aceptar de nuevo entre ellos a un expulsado que se había arrepentido. Escribió Pablo: “Deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo.” (2 Cor. 2:7) El apóstol recomendó que perdonaran a aquel hombre porque el propósito de la ‘reprensión que le había dado la mayoría’ se había cumplido cuando se logró que él se arrepintiera. (2 Cor. 2:6) Debido a que el hombre se había arrepentido sinceramente y había ENDEREZADO su vida de modo que estuviera en conformidad con los requisitos justos de Jehová, estaba bien que la congregación lo volviera a recibir. Él había buscado el perdón de Jehová por su pecado y ahora la congregación también lo perdonó, no en el sentido de concederle “absolución” de su pecado, sino en el de perdonarlo por la dificultad, vituperio y PESAR que su mal proceder le había acarreado a la congregación. 3 En ciertos casos el registro de pecado de una persona, cuando sale a luz, puede ser muy vergonzoso. Quizás por espacio de meses o hasta de años el individuo se haya comportado de una manera que hasta en el mundo se consideraría pecaminosa. Posteriormente, quizás venga a los ancianos y declare que desde hace poco ha cesado de su mal proceder y ha orado a Dios pidiéndole perdón. Quizás le parezca que se ha administrado censura a sí mismo. O, al presentársele la prueba de que se ha estado comportando vergonzosamente, quizás diga a los ancianos que se había censurado a sí mismo y, por lo tanto, no había considerado necesario hablarles sobre el asunto. ¿Qué deben hacer los ancianos? Deben determinar qué clase de ayuda espiritual necesita el individuo y si de veras está realmente arrepentido. Esto quizás requiera más que una sola consideración con él para determinar cuáles son en realidad sus sentimientos, motivaciones y necesidades. El individuo que verdaderamente se ha arrepentido recibe con GUSTO y acepta humildemente esta ayuda amorosa que le dan los ancianos. TRISTEZA MUNDANA O ARREPENTIMIENTO GENUINO... ¿CUÁL? 4 Por supuesto, el que ha cometido un mal debe tener sentimientos DE TRISTEZA, REMORDIMIENTO Y PESAR en cuanto a su proceder pecaminoso. Estos sentimientos quizás estén acompañados de lágrimas, o quizás no, dependiendo de la composición emocional del individuo. Sin embargo, los ancianos deben tener presente que NO TODA tristeza, remordimiento o pesar es necesariamente prueba de arrepentimiento genuino. Pablo, el apóstol cristiano, escribió: “La tristeza de manera piadosa obra arrepentimiento para salvación, del cual no hay que tener pesar; mas la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Cor. 7:10) Por lo tanto, apropiadamente los ancianos se esfuerzan por discernir lo que motiva la tristeza del malhechor. 5 Es posible que la tristeza mundana brote simplemente de un sentido de fracaso personal y la desilusión concomitante, o de preocupación por la pérdida de estimación o de ciertos beneficios, o de la perspectiva de sufrir disciplina o vergüenza. Esta es una tristeza por los resultados indeseables y perjudiciales del mal proceder, o por el hecho de que el mal proceder haya salido a luz. Si estos sentimientos, aunque normales en sí, son las únicas razones de la tristeza, entonces al individuo no le pesa en verdad haber cometido el pecado; solo está angustiado porque ha quedado descubierto. En realidad no le preocupa el vituperio que su transgresión le ha acarreado a Dios. 6 El caso de Esaú ilustra bien esto. Por una sola comida vendió sus derechos de primogénito a Jacob. Años después, cuando Jacob recibió la bendición que le correspondía al primogénito, Esaú cedió a un estallido emocional de pesar. Clamó “de una manera extremadamente fuerte y amarga,” con el deseo de persuadir a su padre Isaac para que cambiara de parecer en cuanto a bendecir a Jacob. A Esaú no le pesaba la actitud no espiritual que lo había impelido a ‘despreciar sus derechos de primogénito.’ No, lo que le pesaba era el hecho de que por su proceder había perdido beneficios.—Gén. 25:29-34; 27:34; Heb. 12:16, 17. 7 Otro caso a propósito es el del rey Saúl. Cuando el profeta Samuel le dijo que había hecho caso omiso del mandato de Dios de dedicar a los amalequitas a la destrucción, Saúl trató de justificarse e insistió en que había llevado a cabo la palabra de Jehová. Con términos inequívocos Samuel entonces señaló el fracaso de aquel rey y agregó: “Puesto que tú has rechazado la palabra de Jehová, él en conformidad te rechaza de ser rey.” Al escuchar esto, Saúl reconoció: “He pecado; pues he traspasado la orden de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y por eso obedecí su voz. Y ahora, por favor, perdona mi pecado y vuelve conmigo para que me postre ante Jehová.” (1 Sam. 15:17-25) Pero este reconocimiento de pecado no era arrepentimiento verdadero. ¿Por qué no? 8 Saúl todavía minimizó su pecado, al tratar de EXCUSARLO con el argumento de que había cedido al temor que le causaba el pueblo. No hizo un reconocimiento sincero de haber pecado contra Jehová. Evidentemente se sintió impelido a expresarse así por el temor de ser rechazado como rey y sufrir vergüenza pública. Esto queda patente por la súplica que hizo Saúl de que Samuel volviera con él. ¿Por qué? No se trataba solo de que Samuel regresara para ofrecer una oración de intercesión a favor de Saúl. Cuando Samuel insistió en irse, Saúl suplicó: “Hónrame, por favor, enfrente de los ancianos de mi pueblo y enfrente de Israel y vuelve conmigo.” (1 Sam. 15:30) De modo que Saúl se preocupaba por su APARIENCIA ante los ojos de otros. Quería verse honrado por la presencia de Samuel, no deshonrado por su ausencia. Por eso, la admisión de su pecado por Saúl fue simplemente una expresión de sus labios. No era “tristeza de manera piadosa” por haber ofendido a Jehová Dios. 9 De lo que la Biblia dice acerca de Esaú y el rey Saúl, podemos sacar algunos puntos vitales que pueden ayudar a los ancianos a obtener discernimiento en cuanto a si un malhechor está arrepentido o no. Pudiera ser que expresiones de pesar verdadero estuvieran acompañadas de lágrimas. Sin embargo, como sucedió en el caso de las lágrimas de Esaú, los despliegues emocionales en sí no demuestran arrepentimiento. De la misma manera, la ausencia de ellas no necesariamente significa que la persona que ha errado no esté arrepentida. La cosa importante es que al individuo le pese INTENSAMENTE el mal, y que lo reconozca como un pecado contra Jehová. Todo arrepentimiento que alegara tener quedaría en tela de juicio si continuara justificando o excusando sus acciones. El individuo debe llegar a odiar el proceder incorrecto, debe abominarlo. Aunque pueda haber una medida natural de embarazo en él por haberse hecho culpable de pecado grave, su preocupación no debe deberse principalmente a las consecuencias desagradables de su mal proceder sino, más bien, al VITUPERIO que ha acarreado sobre Jehová Dios y la congregación de su pueblo. Debe pesarle sinceramente el haber causado daño a su relación con el Altísimo. ¿QUÉ ESTÁ ENVUELTO EN EL ARREPENTIMIENTO VERDADERO? 10 El sentimiento de tristeza de alguien por haberle acarreado vituperio a Jehová no es algo que necesariamente esté aparte o aislado de su sentimiento de remordimiento en lo que toca al daño que haya causado a sus hermanos y congéneres. El apóstol Juan muestra que el amor a nuestros hermanos es evidencia del amor a Dios; de hecho, es una parte inseparable de él. (1 Juan 3:11, 17; 4:7, 8, 11, 12, 20, 21) Inevitablemente, el mal proceder siempre es perjudicial. Si alguna vez nos viéramos envueltos en algún grave mal proceder, bien pudiéramos meditar en cosas como éstas: 11 Habiendo cometido tal mal, ¿nos sentimos HERIDOS en el corazón al darnos cuenta de que NO hemos sido como el amoroso y recto Dios a quien servimos, que hemos obrado de manera egoísta, hasta codiciosa, y no hemos mostrado consideración por los intereses de otros? (1 Tes. 4:3-6) ¿Pudiéramos en verdad pensar que un mal proceder, como el de la inmoralidad, podría contribuir alguna vez a la felicidad verdadera de otros? ¿Cuánto interés hemos demostrado en el bien duradero de ellos y su esperanza de vivir en el favor de Dios? Pudiera ser que nuestras acciones no hubieran afectado directamente a otros, pero todavía afectamos a la gente por nuestro ejemplo e influencia. (Rom. 14:7) Entonces, ¿estamos tan concentrados en nosotros mismos que estamos dispuestos a complacernos aunque sepamos que estamos poniendo un mal ejemplo, que estamos obrando como una influencia debilitante que puede corroer la fuerza espiritual de otros? (Contraste con Romanos 15:2, 3.) Según Jesucristo, el camino a la vida es ‘angosto y estrecho y pocos son los que lo hallan.’ (Mat. 7:14) Nosotros mismos debemos saber cuánto esfuerzo se requiere para permanecer en la senda de la justicia. Por eso, ¿queremos ser como alguien que, en realidad, va caminando por esa senda angosta y deja caer piedras grandes que pueden hacer que otros tropiecen o por lo menos hacer más difícil de lo que ya es su progreso? ¡Cuán diferente sería eso de como es nuestro Padre celestial! (Isa. 40:11) Como declara el apóstol Pablo, ciertamente ‘no hemos aprendido que el Cristo sea así.’ (Efe. 4:19-24) Si verdaderamente amamos y admiramos a Dios y su Hijo por sus cualidades espléndidas, ¿no nos causa vergüenza y pesar el obrar de manera que tanto difiere de como ellos obran, traicionando la confianza que ellos ponen en nosotros? Sí, pensamientos como éstos están en armonía con el arrepentimiento verdadero. 12 Se ilustra otra parte vital del arrepentimiento en el caso del rey Manasés de Judá. Tocante a su pecado, la Biblia nos dice: “Hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová, para ofenderlo.” (2 Rey. 21:6) Finalmente, en una expresión del juicio de Jehová, Manasés fue llevado a Babilonia en condición de cautivo. Allí se arrepintió. Informan las Escrituras: “Ablandó el rostro de Jehová su Dios y siguió humillándose mucho a causa del Dios de sus antepasados. Y siguió orándole a Él, de modo que Él se dejó rogar por él y oyó su petición de favor y lo restauró a Jerusalén a su gobernación real.” (2 Cró. 33:12, 13) Después de eso Manasés hizo cuanto pudo por rectificar sus males; eliminó de su dominio las prácticas idolátricas, hizo sacrificios a Jehová y estimuló a la gente a servir al Altísimo. (2 Cró. 33:15, 16) Esto muestra que el arrepentimiento verdadero envuelve tanto el abandonar el proceder incorrecto como hacer un esfuerzo resuelto por efectuar lo que es correcto. 13 Como se ve, pues, el que está verdaderamente arrepentido debe poder señalar a “fruto propio de arrepentimiento.” (Mat. 3:8) Esto incluiría el que el individuo hiciera esfuerzos razonables por rectificar las cosas al grado que le fuera posible en sus circunstancias del momento. Por ejemplo, su alegación de arrepentimiento tendría poca substancia si no mostrara interés en compensar por algo que hubiera hurtado. Además, si no se resolviera positivamente a seguir un derrotero o proceder correcto, habría duda seria de que su arrepentimiento fuese genuino. 14 Pero ¿cómo se ha de considerar el asunto si el pecado de un individuo es ofensivo en extremo y ha hecho surgir mucha publicidad mala? De nuevo, el que se expulse o no se expulse de la congregación al malhechor depende de si se ha arrepentido genuinamente o no. 15 En todo caso en que falte evidencia de arrepentimiento sincero, los ancianos tienen que ejercer cuidado para no dejarse gobernar por el sentimentalismo. No pueden pasar por alto voluntariamente el mal proceder, por simplemente no prestar atención al vituperio y la dificultad que el desafuero de alguien que no se ha arrepentido le ha acarreado a la congregación, o verlos como de poca importancia. Si fuesen a permitir tal cosa, esto podría tener un efecto perjudicial en la congregación en conjunto. Podría llevar a algunos miembros de la congregación a atreverse a tomarse libertades y hacer caso omiso del consejo inspirado que dice: “Sean como personas libres, y sin embargo teniendo su libertad, no como disfraz para la maldad, sino como esclavos de Dios.” (1 Ped. 2:16) Además, pudiera ser que el malhechor mismo llegara a considerar con liviandad aquel pecado, ejerciera menos restricción todavía en el futuro y envolviera a otros en el desafuero. El sabio rey Salomón reparó en lo siguiente: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, es por eso que el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo.” (Ecl. 8:11) Por eso, cuando lo genuino del arrepentimiento de un malhechor está sujeto a duda seria y cuando hay evidencia patente de que como resultado de la situación pudiera haber corrupción, los ancianos no deben vacilar en prestar atención a la admonición que dice: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.”—1 Cor. 5:13. MAL PROCEDER POR ANCIANOS Y SIERVOS MINISTERIALES 16 Puesto que los ancianos tienen tan importante responsabilidad en la congregación cristiana, ciertamente su conducta debe ser ejemplar. Por lo tanto, si un anciano comete un grave mal, tiene la obligación moral de informar al cuerpo de ancianos acerca de esto, aunque se haya arrepentido de su error. ¿Por qué? Porque, habiendo cesado de ser irreprensible, ahora está descalificado y no puede continuar sirviendo de superintendente. (1 Tim. 3:2) El que hombres con graves tachas espirituales sirvieran de ancianos no estaría en conformidad con la norma de santidad de Dios.—1 Ped. 1:15, 16; compare con la ley en Levítico 21:17-23, que prohibía que varones de la casa de Aarón llevaran a cabo deberes sacerdotales si tenían un defecto físico. 17 Por supuesto, a semejanza de todos los demás miembros de la congregación, vez tras vez los ancianos yerran el blanco en cuanto a reflejar perfectamente la imagen de Jehová. Debido a repetidas fallas por su parte, un anciano quizás llegue a creer que ya no satisface los requisitos bíblicos y traiga esto a la atención de los otros ancianos. Sin embargo, después de considerar el asunto y también tomar en consideración los sentimientos y conciencia de la congregación en conjunto, los demás ancianos pudieran llegar a la conclusión de que la clase de faltas envueltas en la situación no ponen en tela de juicio el que este hombre esté calificado para servir de superintendente. (Vea Gálatas 2:11-14, donde aprendemos que Pedro fue censurado; este mal no lo descalificó de continuar sirviendo de anciano.) No obstante, si este anciano todavía cree a conciencia que ya no es irreprensible, los demás ancianos deben respetar sus sentimientos y relevarlo de sus responsabilidades. 18 Por otra parte, si hay una acusación válida contra un anciano o si él confiesa un pecado craso, los demás ancianos deben asumir plena responsabilidad por relevarlo de su posición de anciano y deben censurarlo según se necesite, e imponerle cualquier restricción que sea aconsejable. O, en el caso en que una actitud de no arrepentirse por parte de él lo hace necesario, deben tomar la acción de expulsarlo. 19 Como sucede con relación a los ancianos, los siervos ministeriales que se hacen culpables de males graves tienen una responsabilidad moral de dar a conocer a los ancianos esto. Solo hombres que están “libres de acusación” califican para servir en esa capacidad. (1 Tim. 3:10) Por lo tanto, los casos de mal proceder en los que están envueltos siervos ministeriales se tratan de manera semejante a aquellos en los que están envueltos ancianos. 20 Si Dios requiere que todo miembro de la congregación cristiana sea concienzudo en cuanto a complacerlo y se mantenga limpio para su servicio, no hay duda de que los que son ancianos y siervos ministeriales no deben estar menos inclinados a responder a esto en lo relativo a su conducta. Por lo general tienen más experiencia en el modo de vivir cristiano y Dios los considera más responsables, pues son dechados. (Compare con Lucas 12:48; 1 Pedro 5:2, 3.) Aunque cometan un grave error, su arrepentimiento sincero, manifestado por el hecho de que se vuelven de su mal y lo traen a la atención del cuerpo de ancianos, es un ejemplo. Esto puede servir para ayudar a otros que se deslizan a pecado grave a emprender un proceder de arrepentimiento semejante. El celo de ellos en limpiarse delante de Dios, la solicitud, la indignación contra los males que ellos mismos han cometido, el esfuerzo por corregir el mal, obrarán para la salvación de todos. Además, mantendrá la paz en la congregación... paz con Dios y paz entre unos y otros.—2 Cor. 7:11. 21 ¡Qué gran importancia tiene el arrepentimiento genuino! Verdaderamente, debido a nuestra imperfección, diariamente fallamos de alguna manera en cuanto a reflejar a perfección la imagen de Jehová Dios. Correctamente, esto es algo que nos debe pesar. Pero no debe hacer que nos atormentemos por cada falta o tropiezo leve. No obstante, el comprender que a menudo nos equivocamos en palabra y hecho debería hacer que siguiéramos siendo humildes y ayudarnos a ser misericordiosos cuando otros pecan contra nosotros. Entonces, al orar a Dios por el perdón de nuestras transgresiones, podemos confiar en que a él le complacerán nuestras oraciones. (Mat. 6:12, 14, 15) Así, disfrutaremos de una conciencia limpia mientras continuamos esforzándonos por efectuar su voluntad. Sí, seremos verdaderamente felices, sabiendo que Jehová ha perdonado nuestros pecados y que nos considera como sus siervos limpios que tienen ante sí la expectativa de vida eterna.—Sal. 32:1, 2; 103:10-13. [Preguntas del estudio] 1. (a) Para obtener perdón, ¿a quién se deben confesar los pecados, y por qué? (b) ¿Por qué puede ser también un pecado contra la congregación el pecado contra Jehová Dios? 2. (a) ¿Qué aprendemos de 2 Corintios 2:7 acerca de perdonar el pecado la congregación? (b) ¿Precisamente de qué perdonó la congregación al corintio arrepentido? 3. ¿Qué deben hacer los ancianos cuando las personas que han cometido pecados graves alegan que ellas mismas se han censurado? 4. ¿Es la gran tristeza siempre prueba de arrepentimiento verdadero? Explique. 5. ¿Qué motivo hay tras la tristeza mundana, y por qué no es arrepentimiento genuino? 6. ¿Qué muestra que el estallido emocional de Esaú en relación con el hecho de que Isaac bendijera a Jacob no era arrepentimiento verdadero? 7, 8. ¿Qué revela que el reconocimiento de su pecado por el rey Saúl no era arrepentimiento genuino? 9. ¿Qué aprendemos en cuanto al arrepentimiento por el registro bíblico acerca de Esaú y Saúl? 10. ¿Por qué, junto con los sentimientos de tristeza de alguien por haberle acarreado vituperio a Jehová, debe haber también remordimiento por el daño que ha hecho a sus hermanos y congéneres? 11. Si nos viésemos envueltos alguna vez en un grave mal proceder, ¿cuáles son algunas cosas que deberíamos considerar con seriedad? 12. ¿Qué punto acerca del arrepentimiento podemos sacar del proceder que siguió el rey Manasés después que Dios lo perdonó? 13. ¿Qué se podría incluir en el “fruto propio de arrepentimiento,” y por qué? 14. Cuando el registro de pecado de una persona es muy ofensivo y está acompañado de mala publicidad, ¿qué determina si esa persona debe ser expulsada o no? 15. ¿Cuándo es apropiado que los ancianos adopten la acción de expulsar, y por qué? 16. Si un anciano se hace culpable de un grave mal, ¿qué debe hacer, y por qué? 17. ¿Qué debe hacerse si a un anciano le parece que ya no es irreprensible? 18. ¿Qué responsabilidad tienen los ancianos para con uno de ellos que se hace culpable de pecado grave? 19. ¿Qué debe hacer un siervo ministerial que se envuelve en pecado grave, y por qué? 20. ¿Qué bien puede resultar de un ejemplo de arrepentimiento genuino? 21. ¿Qué efecto sano puede tener en nosotros el arrepentimiento? [Ilustración de la página 24] Aunque el rey Manasés había pecado en gran manera, demostró su arrepentimiento genuino al eliminar celosamente los idolátricos “postes sagrados”
Posted on: Sat, 03 Aug 2013 22:30:51 +0000

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