Alabado sea Jesucristo… Jesús les había repetido en diversas - TopicsExpress



          

Alabado sea Jesucristo… Jesús les había repetido en diversas ocasiones: “¡Qué pequeña es vuestra fe!”. Los discípulos no protestan. Saben que tiene razón. Llevan bastante tiempo junto a él. Lo ven entregado totalmente al Proyecto de Dios; solo piensa en hacer el bien; solo vive para hacer la vida de todos más digna y más humana. ¿Lo podrán seguir hasta el final? Según Lucas, en un momento determinado, los discípulos le dicen a Jesús: “Auméntanos la fe”. Sienten que su fe es pequeña y débil. Necesitan confiar más en Dios y creer más en Jesús. No le entienden muy bien, pero no le discuten. Hacen justamente lo más importante: pedirle ayuda para que haga crecer su fe. La crisis religiosa de nuestros días no respeta ni si quiera a los practicantes. Nosotros hablamos de creyentes y no creyentes, como si fueran dos grupos bien definidos: unos tienen fe, otros no. En realidad, no es así. Casi siempre, en el corazón humano hay, a la vez, un creyente y un no creyente. Por eso, también los que nos llamamos “cristianos” nos hemos de preguntar: ¿Somos realmente creyentes? ¿Quién es Dios para nosotros? ¿Lo amamos? ¿Es él quien dirige nuestra vida? Dios nos entiende. El despertará nuestra fe. No hemos de hablar con Dios como si estuviera fuera de nosotros. Está dentro. Lo mejor es cerrar los ojos y quedarnos en silencio para sentir y acoger su Presencia. Tampoco nos hemos de entretener en pensar en él, como si estuviera solo en nuestra cabeza. Está en lo íntimo de nuestro ser. Lo hemos de buscar en nuestro corazón. Lo importante es insistir hasta tener una primera experiencia, aunque sea pobre, aunque solo dure unos instantes. Si un día percibimos que no estamos solos en la vida, si captamos que somos amados por Dios sin merecerlo, todo cambiará. No importa que hayamos vivido olvidados de él. Creer en Dios, es, antes que nada, confiar en el amor que nos tiene. **** ¡Buenos días! Gracias, Señor, por mis manos Ningún trabajo es insignificante o despreciable, cualquier ocupación merece que pongamos todas nuestras fuerzas y nuestra creatividad en ella. “Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer las calles como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía versos”, (M. L. King). Aprecia y agradece tus manos. Gracias Señor, por mis manos. Gracias por las dos. Por mi dedo pulgar, por el índice, por todos, gracias. Gracias, por todo lo lindo que hice con ellas. Gracias, por lo bien que me obedecen, porque nunca se me niegan. Gracias, cuando trabajan y se ensucian, cuando duelen, cuando rezan, cuando acarician. Gracias por lo bien que se mueven y lo poco que descansan. No me castigues en ellas, ni permitas que con ellas yo castigue a nadie. Dale manos así a todos los niños, a todos los hombres, a quien las necesite para servirte. Gracias todos los días, cada hora, cada minuto, siempre. Gracias Señor, ¡gracias por mis manos! El trabajo honrado y responsable nos libera del aburrimiento, de entregarnos a los vicios, y nos proporciona los recursos para remediar nuestras necesidades fundamentales. Es una bendición de Dios. Trabaja con gusto y acabarás sintiendo gusto por el trabajo. “El que no quiera trabajar, que no coma”, escribió san Pablo a los de Tesalónica. Que tengas un día de acción. **** Palabras del Beato Juan Pablo II “La fe en Cristo es libertad que nace de la conversión personal y abre a la comunión con todos los hombres… La fe conjuga justicia y oración, y ésta es la actitud más adecuada para encontrar a Emmanuel” **** Meditación breve Qué bendición, la de saber que existe en mí un poder que me guía a través de los sucesos de la jornada. Si surge un desacuerdo entre yo y un ser amado, un compañero de trabajo o hasta un desconocido, mantengo la calma. Sé que los pensamientos, las palabras y los actos de armonía iniciados por mí y por otros pueden establecer el orden. Me relajo y centro mis pensamientos en la presencia de Dios dentro de mí. Al concentrarme en la presencia de Dios, la duda se transforma en confianza. Dondequiera me encuentre, allí está Dios. Dios me ha dado un espíritu de confianza y amor. Aquello que yo necesite, Dios lo proveerá. Recibo con gratitud prosperidad, curación, guía y fuerza. Aquello que busque, Dios me lo revelará. La presencia de Dios me guía y me eleva. Me mantengo sereno y confiado. Tengo calma y confianza, pues Dios me acompaña siempre.
Posted on: Sun, 06 Oct 2013 19:45:52 +0000

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