CAPÍTULO 13 LAS PARÁBOLAS (13,1-52). Conocemos ya dos grandes - TopicsExpress



          

CAPÍTULO 13 LAS PARÁBOLAS (13,1-52). Conocemos ya dos grandes discursos en el Evangelio de san Mateo, a saber, el sermón de la montaña (capítulo 5-7), y la «instrucción de los discípulos» (capítulo 10). Ahora llegamos al tercer gran discurso, al capítulo 13, que refiere las parábolas. San Marcos ya ofrece una pequeña compilación de parábolas que él mismo había preparado o acaso adoptado de otra (Mc 4,1-34). San Mateo acoge esta pequeña compilación y la amplía. Este precioso capítulo está construido y ordenado tan artificiosamente como las otras secciones de discursos. Sin violentar el texto se divide en tres partes. La sección primera contiene la parábola del sembrador, un fragmento intermedio sobre el sentido del lenguaje de las parábolas y la explicación de la parábola (13,3). La sección segunda empieza con la parábola de la cizaña, a continuación siguen las dos parábolas del grano de mostaza y de la levadura, unas frases de carácter general con una cita del profeta, y finalmente la explicación de la parábola de la cizaña (13,24-43). La sección tercera contiene tres parábolas más breves, la del tesoro, la de la perla y de la red barredera (13,44-50). La instrucción se concluye con una parte que redondea y que al mismo tiempo coloca todo el capítulo a la luz que intentaba dar el evangelista (13,51s). En este discurso se han reunido en total siete parábolas y dos explicaciones de parábolas, además un número de importantes textos intermedios que se refieren por regla general al modo de hablar usado en las parábolas. Mediante dichos textos intermedios el capítulo viene más bien a ser como una compilación de textos instructivos semejantes, también se convierte en una pequeña teoría sobre el lenguaje de Jesús en las parábolas y su importancia para la Iglesia. El reino de Dios es el gran tema que enlaza entre sí todas las parábolas. Antes ya hemos oído hablar de este tema fundamental del mensaje de Jesús. Ahora lo encontramos expresado en forma de parábola, lo cual es característico de Jesús. Todavía hay muchas otras parábolas, que han sido transmitidas en los Evangelios. Todas las aquí reunidas se refieren en sentido más estricto al misterio del reino de Dios. Esto se dice algunas veces con claridad en la introducción («el reino de los cielos se parece...» 13,24. y así en otros pasajes. Estamos acostumbrados a esta traducción literal. Pero detrás de esta fórmula hay un arraigado modismo rabínico, que siempre expresa con una forma abreviada la comparaci6n entre dos cosas y siempre quiere decir: «en el reino de los cielos ocurre como en...»). El lenguaje de las parábolas puede muy bien esclarecer el carácter del reino, futuro y, sin embargo, también presente, oculto en los designios salvíficos de Dios y, sin embargo, manifiesto en el tiempo presente. En efecto, la parábola emplea la manera de hablar de la comparación, no la directa inmediatez. Toma los modos de ver de algún sector de la realidad, las parábolas de Jesús los toman principalmente de la vida y de los trabajos de la gente sencilla en el campo o en la ciudad. Pero la realidad aludida siempre es el reino de Dios. Está en el oyente descubrir esta relación, reconocer lo que propiamente se alude. El oyente no sólo tiene que oír bien, sino que ha de ser capaz de captar el sentido propuesto. Debe aplicarse a meditar y, sobre todo, ha de encontrar el ámbito de la fe. Sólo puede entender íntegramente lo que quieren decir las parábolas el que escucha con fe, por tanto el que se abre a Jesús y pone su confianza en las palabras de Jesús. Sólo eso ya distingue las parábolas de las visiones apocalípticas del tiempo futuro, en las que se dan pormenores precisos sobre la vida en el infierno o en el reino de los cielos, sobre el tiempo del fin del mundo y los acontecimientos que entonces tendrán lugar. Pero Jesús quiere que el hombre sea afectado por la realidad de Dios y crea, y con la fe recorra el camino de la conversión y de la nueva vida. Ésta es su doctrina del reino de Dios. La parábola es una forma de enseñar antiquísima y corriente en muchas literaturas. Jesús enlaza esta forma instructiva con los profetas y con las enseñanzas de la sabiduría en Israel, pero también con los rabinos que han expuesto especialmente el reino de Dios con bellas y profundas parábolas. Se conserva gran número de estas parábolas rabínicas. Se puede aclarar lo común y lo distintivo entre ellas y las parábolas de Jesús. Las parábolas de Jesús sobresalen por su gran sencillez y concisión, por su aspecto simple y por su profundo significado. Para entender una parábola no se requiere haber estudiado ni tener mucha ciencia. La parábola es sencilla y fácilmente accesible a cualquier hombre. El que se orienta en la forma debida, comprende el sentido de la parábola, tanto si es persona culta como si tiene una manera sencilla de pensar.
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 20:15:15 +0000

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