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CARTA A MIS COMPAÑEROS Esta carta persigue el objetivo de dar a conocer a mis compañeros y compañeras cuál ha sido la perspectiva política e ideológica que ha guiado mis posiciones en el debate interno de Proyecto Sur en torno a la política de alianzas que -como es de público conocimiento- ha resultado en una amplia alianza que incluye una porción del Frente Amplio Progresista (FAP), la Coalición Cívica de Elisa Carrió y finalmente el radicalismo. En primer lugar entiendo que esta coalición tiene muy poco que ver con nuestro proyecto histórico de liberación y de organización del Frente Nacional, Popular y Democrático y en segundo lugar, como consecuencia de este posicionamiento, se me ofrece un lugar en la lista de diputados nacionales, que además de no respetar los acuerdos del Congreso de 2012 y de la Mesa Federal, desconoce mis compromisos con la lucha de los trabajadores a través de diferentes organizaciones sindicales y mas concretamente con la CTA. Ante estos hechos se me hizo imposible aceptar ese ofrecimiento. Hoy la escena política electoral muestra un claro retroceso. Poco pedagógica para jóvenes ciudadanos que desean comprometerse y protagonizar la gestación de un destino de independencia nacional; lo único que se discute es la corrupción institucional kirchnerista y sólo en términos morales. Nunca como un elemento estructural de la dominación neocolonial. Por ejemplo, el capital extranjero pareciera no estar afectado por graves denuncias de corrupción e inclusive la justicia norteamericana aparece como la más impoluta para la investigación. El objetivo que se va convirtiendo en único dentro de la oposición es hacer retroceder al kirchnerismo y luego promover alguna variante de neoliberalismo con sentido más social y sobre todo gorila o en su defecto, continuar con el neo-desarrollismo kirchnerista en una versión más prolija pero también más derechosa. La mayoría de la oposición reclama una corrupción más controlada, como la de los capitanes de la industria en el gobierno de Raúl Alfonsín o del capital extranjero durante el Menemismo (quién también tuvo capitalistas criollos amigos como Yabrán). El kirchnerismo, además de favorecer al capital extranjero en términos corruptos (lo cual aparece difuso en el discurso de la oposición), le dio prioridad a capitales nacionales amigos como Electroingeniería o Cristóbal López y creó sus propios empresarios como el famoso Lázaro Baez. Por este camino se promovió el desarrollo de una burguesía intermediaria amiga que hoy disputa la hegemonía de las clases dominantes (estas es una de las causas verdaderas del enojo de muchos opositores). Convirtieron al estado en una fuente de enriquecimientos personales. Hay, sin dudas, una política de saqueo del Estado con su funcionalidad puesta al servicio del proyecto neo-desarrollista kirchnerista que el discurso de la anticorrupción más que visibilizar oculta. Tapa el carácter dependiente y neocolonial del kirchnerismo y, por la misma operación discursiva, desaparecen de la discusión los rasgos neocoloniales de las propuestas políticas de la oposición. Nada de esto es liberación nacional. Todo es más dependencia bajo el predominio de algún mix de potencias imperialistas. Los kirchneristas se han enamorado de los chinos pero no abandonan a los europeos. Se han apropiado del discurso nacional, popular y latinoamericanista pero mienten y distorsionan sin ningún pudor. Los de enfrente sueñan con el regreso de la hegemonía norteamericana a las lides latinoamericanas. Se sentirían mejor si Venezuela fuera más “democrática” y muchos sueñan con ser Capriles. Con Bolivia no se atreven todavía por que sería demasiado gorila. A Israel le bancan todo. Odian el “relato nacional y popular latinoamericano” del kirchnerismo pero no porque mienten o distorsionan sino por su rechazo a los discursos con sentido popular. Por eso la alternativa sigue siendo un Frente Nacional, Popular y Democrático con el protagonismo de los movimientos sociales y de los trabajadores. Este fue siempre el horizonte político de Proyecto Sur. En este marco, yo creía y sigo creyendo que la alianza con Carrio era aceptable (mas allá de lo indigerible) siempre que se la pudiese encuadrar en términos de los objetivos de lo que era el Movimiento Proyecto Sur de la Ciudad (MST, PSA, El Acento). Con esta prevención me parecía y me parece que se podía caminar algún trecho en conjunto. El mismo criterio valía para el Partido Socialista y el GEN. En cuanto a los radicales la situación era y es francamente diferente: Lilita nunca gobernó una provincia ni tampoco tuvo grandes responsabilidades políticas; ha sido una eterna denunciante y no pudo hacer de la Coalición un gran partido nacional. En cambio, los radicales han gobernado provincias (Chaco, Río Negro, Mendoza, Misiones, Chubut) y han gobernado la Nación como paladines de la entrega y la corrupción. Son una fuerza nacional con fuerte impacto en el interior. Siempre fueron activos militantes de la Dependencia y el neocolonialismo. Carrió promovió al estrellato político al economista Alfonso Prat Gay (hombre ligado al capital financiero norteamericano, neoliberal con discurso moderado pero decente), a Patricia Bulrich (neoliberal, gorila y antiobrera pero decente), a Fernando Iglesias (neoliberal, gorila y militante anticubano y antichavista declarado y pro-norteamericano pero decente) y a Maria Eugenia Estensoro (neoliberal moderada, con gran sentido social pero por vía de las ONGs, también decente). Pero nosotros en un acuerdo con ella, en el marco de los objetivos de lo que era el Movimiento Proyecto Sur, todavía preservábamos un poco de identidad, la fuerza discursiva de Pino podía equilibrar a Lilita y garantizar cierta hegemonía. Superar esa abstracción que es “la unidad de los decentes”. Podíamos ser todavía una alternativa algo más que electoral y su impacto en el interior del país era más limitado y más manejable para los compañeros nuestros en las provincias. Compartir un espacio electoral con los radicales cuestiona profundamente nuestra identidad y nuestro compromiso con un proyecto de emancipación. No entenderlo es desconocer las realidades ideológicas y militantes de Proyecto Sur en cada provincia porque esto está más allá de las capacidades personales de Pino como líder. La identidad de Proyecto Sur en todo el país no la garantiza solo Pino. Aquí es donde aparece el inmenso valor de la militancia comprometida con la emancipación nacional. Proyecto Sur venía siendo una suma de su referente principal más cientos de compañeros y compañeras comprometidos con las cinco causas. Y esa amalgama fue desarticulada por la alianza de la Ciudad; las expectativas que se generaron en el Congreso de fin de 2012 fueron puestas en crisis. Seguramente hay justificaciones cuantitativas que pueden contribuir de manera efectiva a que Pino gane la senaduría. Todo esto es muy discutible. Lo que no puede ponerse en debate es el debilitamiento de nuestra identidad como fuerza de emancipación nacional. Para un movimiento joven como el nuestro este punto es central. Por eso ante el discutible beneficio cuantitativo de una mejor performance electoral me preocupa mucho más que la táctica elegida incluya hipotecar el futuro de nuestras ideas. Necesitamos resultados electorales, pero sin abandonar el objetivo de fortalecernos en lo estratégico. No se disocian. Esto sin identidad es imposible. Jorge Cardelli
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 01:39:02 +0000

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