"Cagua pasó de las “casas blancas” al agite del siglo - TopicsExpress



          

"Cagua pasó de las “casas blancas” al agite del siglo XXI" TyF/ Manuel Abrizo Manuel Eduardo Melo se marchó hace tanto tiempo de Cagua que la fecha se le escondió en algún recoveco de la memoria. Quizá pudo ser cuando contaba 20 años y su papá, Asunción Melo Colbo, se lo llevó para Villa de Cura a fin de que “se fuera entrenando en el comercio”. Lo cierto es que Melo, con 103 años encima, está considerado como el hombre más viejo de Cagua, aunque no resida en esta ciudad aragüeña. Cagua es conocida por su desarrollo industrial y crecimiento de los últimos años, por la laguna de Taguaiguay y porque está cerquita de La Encrucijada, que es un transitado punto de conexión vial, donde los viajeros, camioneros y transportistas se detienen, vanal baño, devoran un sándwich de pernil en los tantos negocios de la redoma, llenan el tanque de gasolina y continúan hacia los llanos o rumbo a Caracas. A Cagua le pasan por el costado, de ida o de vuelta, de Villa de Cura o San Juan de los Morros. De las estampas que afloran de Cagua, Melo, nacido en 1911, señala que era un pueblo escaso, de calles sin macadán, con unas tiendas bien surtidas y un cine al que acudían gozosos a ver las películas silentes de Charles Chaplin. Otra diversión la ofrecía un monito que paraban en un esquina y bailaba al compás de una música salida de un pianito. En las casas las mujeres elaboraban dulces para la venta, además de alfondoque, roscas de pan de horno y carato en botellita. En una tienda de fotocopiado del centro de Cagua relatan que en el pueblo se celebró un matrimonio fastuoso con uno de los miembros de la familia Díaz Martínez. El general Juan Vicente Gómez fue el padrino de la boda. Cuentan que el dictador llevó a la novia del brazo, desde la iglesia hasta la residencia, caminando unas dos cuadras por la calle Bolívar cubierta por una alfombra roja. “Yo no recuerdo ese matrimonio”, se excusa Melo en su casa de Villa de Cura, ciudad donde regentó el almacén Manuel Melo, con el que logró echar adelante mediante la importación de mercancía de Europa y Estado Unidos Su esposa, Carmen Jabour de Melo, de 82 años, permanece a su lado, presta a auxiliarlo cuando la memoria se torna lenta. Jabour, nacida en el Líbano, llegó a Venezuela de seis meses de nacida. A quien Melo sí recuerda con propiedad es a Arturo Uslar Pietri, escritor e intelectual con quien estudió en una escuela primaria regentada por el maestro Luis Alejandro Alvarado, a quien recuerda gratamente El padre de Uslar, Arturo Uslar Santamaría, residente en Maracay, había sido nombrado jefe civil de Cagua por Juan Vicente Gómez. Uslar llevaba todos los días a su hijo en carro. En Villa de Cura, Melo se hizo un próspero y respetado hombre de negocios. Participóen la vida política con el Partido Comunista; luego lo sedujeron los adecos, en cuyas planchas llegó al Congreso como senador; también fue candidato a la gobernación del estado Aragua. “En el Partido Comunista me metió un compadre llamado Félix Valderrama, quien era farmaceuta. Conocí a Gustavo Machado, a Jesús Faría, a Eduardo Machado. Gustavo Machado era un hombre maravilloso. Ellos venían a discursear a la plaza. Yo nunca volví a Cagua, a carretera no existía, La Encrucijada era una casa grande en donde vendían de todo a la gente que pasaba por ahí…. ¿Y cómo ve usted la cosa hoy?”, dice y pregunta. vivir 100 años? –La naturaleza sabe a quiénse los da….. "LAS CASAS BLANCAS" En las páginas de sus cronistas, Cagua se muestra desdeuna mirada bucólica y nostálgica, en contraste con el cierto bullicio y el abandono que hoy se observa en el casco central, entre la basura y los escombros, charcos de agua y barro cuando llueve. Los buhoneros se concentran alrededor de la plaza Sucre, la principal de la ciudad, ya que el municipio, cuya capital es Cagua, lleva el nombre del prócer cumanés. El recordado Luis Cordero Velázquez, historiador y periodista maracayero, apuntaba en 1983, en el prólogo para el libro del entonces cronista Asdrúbal Castillo Díaz (Perfil históricode la ciudad de Cagua) un conjunto de sensaciones y descripciones forjadas en sus años de escolar en Turmero y de las continuas visitas a Cagua. “Veo al pueblo que conocí entonces brindando su grata silueta tan pronto como se lograba alcanzar el puente sobre el río Aragua, luego de pasar La Encrucijada y su boscoso Parque Codazzi”. “Era un encuentro delicioso”, señala Velázquez; “se abría aquel bucólico paisaje de campos ubérrimos y la antigua estación del ferrocarril alemán, orlado de samanes y bucares, que tanto deleite y gozo causara a nuestros abuelos. Al avanzar por la carretera, estaba a pocos pasos el pueblo con sus hileras de casas blancas, ventanales y puertas ebrias de sol, en cuyo interior recreaba al visitante el familiar corredor, que finalizaba en jardinillos floreados y en corrales donde la luz hacía fiestas”. Luego se refiere a algunas edificaciones, lugares y espacios afectivos: “Aún permanecen en pie la casa de la Güipuzcoana, la iglesia con su campanario y los inmuebles de las haciendas, entre ellas Sabana Larga, la más extensa y antigua pues, según el decir, fue fundada en 1715, mientras Villa de Cura lo fue en 1719, cuando ya Cagua era abuela. Están también sus recuerdos imperecederos: las publicaciones, los rostros femeninos del pinsel regional, los álbumes escondidos en viejos baúles, los nostálgicos madrigales del ámbito poético, los versos calcinados de pasión de Hugo Oliveros en los tiempos del galán, de las lavanderas en el río y de los carreteros con sucarga melosa”. Aunque todavía permanecen a salvo muchas viejas mansiones como la de la familia Díaz Martínez, que casi ocupa una cuadra, o la del caserón donde está la famosa Ferretería Fayad, ambas en la avenida Bolívar y una casi frente a la otra. Cagua ya no es la de las “hileras de casas blancas” que menciona Velázquez. En el centro y en las calles laterales adyacentesa la plaza Sucre, así como en el contorno urbano, se encuentran pequeñas viviendas de tejas rojas y paredes de adobe que lucen como desamparadas entre sus vecinas de concreto de construcción reciente. De vez en cuando en alguna de estas casitas se abre por un instante una ventanita de madera, incrustada en la pared, por la que asoma un rostro femenino entrado en años, que echa un vistazo al mundo exterior y luego retorna a su refugio antañón. Desde la espaciosa plaza Sucre, cuya estatua ecuestre fue colocada en la década de los 80 del siglo pasado, sobresale la torre de la iglesia parroquial de San José de Cagua con su atractiva fachada de orden Corintio. Por la lateral calle Bolívar hacia el este se hallan el caserón de los Díaz Martínez pegado la que perteneciera a los Molina, esta última asiento de una casa de festejos. Por esa misma calle se encuentra la casa de alto de la Compañía Güipuzcoana, rescatada de las ruinas y transformada en el Museo de Arte e Historia de Cagua. La casa Güipuzcoana se menciona como una referencia de la importancia en la época colonial de este pueblo asentado enlas cercanías del otrora caudaloso río Aragua, que dio nombre al estado, en cuyos fértiles valles se cultivaba maíz, arroz, plátanos, legumbres, algodón,trigo, tabaco. Había haciendasde añil y caña de azúcar. Tomado del Suplemento La Artilleria del Correo del Orinoco Del 25-08-2.013.-
Posted on: Wed, 28 Aug 2013 18:58:10 +0000

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