Comí ayer con el presidente de una de las principales compañías - TopicsExpress



          

Comí ayer con el presidente de una de las principales compañías de Bolsa en Madrid. Lleva más de 50 pisando el parqué de la Bolsa. Es, además, uno de los grandes intermediarios de lo que denominamos inversor final, es decir, el ciudadano de a pie, el ahorrador y el especulador en Bolsa. Aunque entre su clientela hay gestoras e instituciones financieras, la mayor parte de los actores son inversores finales. El presidente de esta sociedad en concreto no ha perdido sus buenos y viejos hábitos, como comer o deparar con sus colegas históricos entre dos y tres veces a la semana. Es la mejor manera de tomar el pulso a la situación. Las dichosas máquinas han terminado con algo consustancial a la Bolsa, como es el factor humano. El calor y el frío humanos. Los encuentros y desencuentros ¿Recuerdas las mañanas del viejo parqué de la Bolsa de Madrid? Unos y otros contábamos nuestras creencias y visiones. Unos y otros compartíamos nuestras particulares bolas de cristal. Todos repasábamos, de alguna manera, el acontecer diario de la política, la economía y las finanzas, me cuenta antes de entrar en faena. Como el tiempo apremiaba, pasamos sin otros preámbulos ¡Ay de los buenos recuerdos! al momentum de la Bolsa. En los últimos días he leído, visto y escuchado en los diferentes medios de comunicación una sarta de absurdos, incongruencias y disparates de una magnitud que me preocupa. Aquí todo el mundo dispara contra lo que se mueve, sin más. Sí, muchos disparates. Por ejemplo, que ha existido pánico comprador en el rally último de la Bolsa o que han bajado de los pueblos a comprar como locos, una vieja expresión, que trata de plasmar una especie de histeria colectiva, me cuenta. Ni han bajado de los pueblos a comprar ni ha habido pánico comprador. La magnitud de la subida del Ibex en tan corto espacio de tiempo es la propia de un mercado seco, con poco papel subyacente. Un mercado que ha sufrido una purga considerable en los últimos años y que sólo quiere subir si las circunstancias económicas y la Autoridad Competente lo permite, insiste. Y cuando digo Autoridad Competente me refiero a los Bancos Centrales, que son los artífices de la recuperación de las Bolsas en el mundo. Los inversores finales no existen, sólo los gestores de fondos y de patrimonios. Eso sucede en mi compañía y en el resto de las compañías, según me cuentan mis colegas, insiste. El inversor final está atrapado a precios sensiblemente más altos o endeudado hasta las cejas. Es decir, no tiene, por ahora, capacidad de reacción ni capacidad de compra. No olvidemos que la deuda de los hogares españoles sumó en agosto 806.065 millones de euros, mientras que las empresas no financieras debían otros 1.078.841 millones. Es decir, entre ambos deben 313 billones de las antiguas pesetas, lo que supone un 188% de deuda privada sobre el PIB, recalca. Este 188% de deuda privada sobre el PIB contrasta con el ratio del 88% de 1990 y el 133% del año 2000, según un informe de la consultora McKinsey. Y hablando de informes y de deudas, el Informe Mundial de Estabilidad Financiera (GFSR, en sus siglas en inglés), que señala que el ratio de deuda sobre EBITDA de las empresas españolas es de 5,5. Esa cifra se obtiene de dividir la deuda total de las empresas por sus ingresos operativos (sin restar a estos últimos intereses de la deuda, amortizaciones o impuestos). Normalmente, una cifra superior a 3 levanta las voces de alarma acerca de la solvencia de las compañías. En el caso de Francia y Alemania, el ratio no supera el 2,5, según las cifras del Fondo, que son de 2011. El problema es exceso de deuda hasta el punto de que es imposible -o muy difícil- pagarla. En inglés, se llama debt overhang, me insiste. Deuda y más deuda. Ese es el gran problema. Pero mientras, las Bolsas suben a golpe de corneta, a golpe de los Bancos Centrales, finaliza.
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 07:39:45 +0000

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