HISTORIA DE ISRAEL: EL PROPOSITO FINAL DE DIOS TOMARÉ POR MI - TopicsExpress



          

HISTORIA DE ISRAEL: EL PROPOSITO FINAL DE DIOS TOMARÉ POR MI PUEBLO Y SERÉ VUESTRO DIOS; y vosotros sabréis que yo soy D”s vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. 8 Y os meteré en la tierra por la cualalcé mimano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. . (EXODO 6) Cómo podemos asegurar que somos pueblo de Dios? Al leer la Biblia, el concepto de “Pueblo de Dios”, comienza con Abraham, patriarca del pueblo de Israel, quien es llamado por Dios para dejar todo lo que lo mantenía en Ur de los caldeos. Y a él es dada la promesa: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré…” (Gn 12:2). Nace así la historia de un pueblo, el cual sería llamado: “pueblo de Dios”, cuyo linaje es de Abraham y cuyo nombre específico es, Israel. Dios elige a Abraham para llevar a cabo su plan de salvación en la historia del hombre. Abraham está destinado en los planes de Dios a ser el origen de una bendición que no se limitará a un pueblo que surgirá de él y por parte éste, a todos los habitantes de la tierra. Abraham antes de escuchar el llamado era idólatra, pero una vez que recibe la invitación de Dios deja todo, incluyendo tierra y familia. La promesa incluía la descendencia, aparentemente había una solución ya que en aquel entonces Sara era muy grande, pero de acuerdo a las costumbres él podía tomar a la sierva par tener descendencia, pero Dios tenía algo grande para él. El hijo será el signo concreto de la promesa. Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Deuteronomio 7:6). “No por ser vosotros más que todos los pueblos,” les recuerda Moisés. Dios nunca ha dado importancia al número de personas que le sirven. Para él la calidad es más importante que la cantidad. “Sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa,” continuó diciendo Moisés (versículos 7-8). Cuánto los había amado a pesar de su espíritu rebelde y su nostalgia por Egipto, de donde los había llamado. Cuatro décadas comiendo maná, soportando disciplina y errando por el desierto, habían convertido a los hijos de Israel en una nación única, un pueblo con una historia y un destino. La Biblia cuenta la historia del pueblo judio, desde su nacimiento hasta el fin de los tiempos. Los judios descienden del hijo de Abraham, Isaac con quien Yahweh hizó un pacto, y del hijo de Isaac, Jacob, a quien Yahweh más tarde le dió nombre de Israel, y de sus 12 hijos en realidad vienen las 12 tribus de los judios. Reside en esta tierra y yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham. Y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra.” (Gn.26:3-4) Dios es libertador y salvador ante todo de un pequeño pueblo, situado junto a otros entre dos grandes imperios, porque ha escogido a este pueblo para sí, poniéndolo aparte, para que tenga una relación especial con él y una misión en el mundo. La idea de la elección es fundamental para la comprensión del Antiguo Testamento y de toda la Biblia. El paso y la emoción se avivan cuando la exhibición alcanza las últimas y más gozosas etapas del retorno. Toda la historia es relatada minuciosamente. Primero aparecen la idea de un hogar nacional, promovida por Weizman en Rusia bajo los zares y la publicación del libro El Estado Judío de Herzl en 1896 y el Congreso Sionista de 1897. Luego sigue la lenta y agobiadora labor de establecer los primeros asentamientos en Palestina cuando era gobernada por los turcos. El mandato británico después de la Primera Guerra Mundial permitió que retornaran más judíos todavía. Finalmente, la agonía de la represión de Hitler creó una presión irresistible en Europa y provocó una cadena de acontecimientos que finalmente condujeron a la formación del Estado de Israel en 1948. Desde aquellos emocionantes días, tal como lo sabemos, difícilmente pasa un día sin que haya alguna mención del pequeño Estado de Israel en los periódicos del mundo. Aunque posee un territorio no más extenso que el de El Salvador y sólo los dos tercios de la población de la zona metropolitana de Los Angeles, California, Israel sobresale en los asuntos mundiales. La crisis de Suez de 1956, la Guerra de los Seis Días en 1967, la de Yom Kippur en octubre de 1973, la invasión del Líbano en 1984–ya sea que uno resienta o admire sus proezas, los israelitas tienen un nuevo y vital espíritu nacional que desafía todas las reglas de la historia. Nunca antes una nación fue expulsada sistemáticamente de su tierra, sobrevivió 25 siglos de desarraigo, y regresó a la vida en sus antiguas colinas con un vigor tan excepcional. Debemos preguntarnos, ¿cuál es el significado de todo esto? ¿Es una coincidencia un tanto fantástica el que el pueblo de Dios sobreviva cuando otras muchas naciones han perecido? Hay una respuesta clara y sencilla. Al final de las bendiciones y maldiciones que vimos en el libro de Deuteronomio, Moisés pronunció estas significativas palabras: “Cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios. . . entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, . . . y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya” (Deuteronomio 30:1-5). La afirmación según la cual el señor ha ” escogido ” (bahar) a Israel es constante en la enseñanza del Deuteronomio. La elección que el Señor había hecho de Israel se manifestó por la intervención divina para liberarle de Egipto y por el don de una tierra. El Deuteronomio niega expresamente que la elección divina haya sido motivada por la grandeza de Israel o su perfección moral: ” Reconoce que no es por causa de tu justicia que el señor tu Dios te da este buen país, pues tú eres un pueblo de dura cerviz ” (9,6). La única base de la elección de Dios ha sido su amor y su lealtad: ” porque os ama y mantiene el juramento que hizo a vuestros padres ” (7,8). Como elegido por Dios, Israel ha sido llamado a ser un ” pueblo santo ” (Dt 7,6; 14,2). La palabra ” santo ” (qadôs) expresa una situación que consiste negativamente en estar separado de lo profano y positivamente estar consagrado al servicio de Dios. Utilizando la expresión ” pueblo santo “, el Deuteronomio pone muy de relieve la situación única de Israel, nación introducida en el campo de lo sagrado, convertida en propiedad particular de Dios y objeto de su especial protección. Al mismo tiempo se subraya la importancia de la respuesta de Israel a la iniciativa divina, que implica la necesidad de una conducta apropiada. De este modo, la teología de la elección subraya a la vez el estatuto distinto y la especial responsabilidad del pueblo que ha sido escogido entre todos los demás para ser la posesión personal de Dios Israel está basado en una interpretación sólida de la Palabra de Dios. Todas las demás naciones de la tierra fueron creadas por los hombres, pero Dios mismo estableció las fronteras de la nación de Israel. Dios le dio a Abraham, a Isaac y a Jacob un pacto de tierra cuyo efecto es eterno, y este pacto es establecido en el libro de Génesis. Hablando de la nación de Israel, Deuteronomio 7:7-9 nos dice, “No por ser vosotros más que todos los pueblos, os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. Conoce, pues, que Jehová tu Dios, es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos hasta mil generaciones. Genesis:12.1,2,3. Pero Jehova habia dicho a Abrahm: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrare. Y hare de ti una nacion grande, y te bendecire, y engrandecere tu nombre, y seras bendicion. Bendecire a los que te bendijeren, y a lo que te maldijieran maldecire; y seran benditas en ti todas las familias de la tierra. Dios habia buscado entre la humanidad ( hombres ) ha alguien que creyera, sirviera, hiciera la voluntad de El y andara en amistad con él Padre y lo encontro en un pequeño lugar llamado Harán que quedaba en Hur de los caldeos, aquel hombre sé llamaba Habram, el cual vivia con su padre y familia. Si Dios creó a Israel, Dios defenderá a Israel. Si Dios considera a Israel la niña de su ojo, ¡es lógico que sostengamos que aquellos que estemos del lado de Israel, en efecto estamos del lado de Dios! Historia de Israel: Su elección como una Nación Especial La historia de Israel se remonta más allá del 2.000 a.C. De hecho, la elección de Israel como una nación especial fue parte del plan de Dios desde el principio de los tiempos. La elección de Israel por Dios como Su “pueblo elegido” no radica en un tamaño especial, naturaleza, o atracción. En realidad, la nación de Israel era la menos numerosa entre todas las naciones (Deuteronomio 7:6-8). Pero Dios escogió a este pueblo debido a Su amor por ellos y a Su pacto incondicional con Abraham. Esto no significa que Dios amó a Israel más que a otros pueblos, sólo que Él quiso utilizar a Israel como su instrumento para amar y bendecir a todo el mundo. El plan de Dios desde el principio fue traer al Mesías por medio de Israel, para actuar como el salvador del mundo entero. Cada cristiano debería recordar la deuda de gratitud que la Comunidad Cristiana le debe a los judíos. Los judíos no necesitan la Cristiandad para definir sus orígenes. Pero los cristianos necesitamos a los judíos para definir el nuestro. Los cristianos no podemos explicar nuestra existencia sin el judaísmo. Los judíos nos dieron la Escritura, a los patriarcas, a los discípulos y al Apóstol Pablo. Los judíos nos dieron a la primera familia cristiana, Aquellos que confunden a la iglesia con Israel deben preguntarse ¿qué necesidad tienen los judíos de ser salvos si ya lo son por ser iglesia? ¿Por qué Pablo habla del pueblo de Israel que será salvo y de los gentiles en la iglesia como dos conceptos separados? Si Israel es la iglesia o la iglesia es el nuevo Israel, ¿por qué razón Israel va a ser salvo, una vez que la Iglesia haya cumplido su misión en la tierra bajo el concepto de la plenitud de los gentiles? El verso 12 de Romanos 11 habla de la plena restauración futura de Israel, de manera que queda claro que esta nación tendrá un papel protagónico en el escenario final del gobierno humano. El verso 15 nos refiere a la exclusión momentánea de Israel que produce la reconciliación del mundo, y se compara con la admisión futura de los judíos, la cual también producirá enorme ganancia. No te jactes contra las ramas, (verso 18), no te ensoberbezcas, sino teme (verso 20), pues de otra manera tú también serás cortado (verso 22). Estos tres textos mencionados hablan de la clara advertencia contra aquellos que neciamente se ufanan contra Israel, suponiendo que ya Dios los desechó para siempre. Hay una admonición y un castigo terrible para los que persisten en su soberbia contra la niña de los ojos de Dios. Israel es el centro de nuestro planeta, y la problemática de este maravilloso país y Jerusalén permanecen por la voluntad de Yahweh continuamente en titulos y como cuestión difícil en la política internacional y en la mente de las personas. Sin embargo, los cristianos debemos conocer la verdad de la Palabra de Yahweh sobre este país y este pueblo; nuestro destino eterno depende, en parte, de esto, y es el reloj de Yahweh y siguiendolo sabemos en que tiempo estamos. Dios también le dijo a Abraham que Él haría de sus descendientes una gran nación y que bendeciría a través de él a todas las naciones de la tierra. En el mismo pasaje bíblico, Dios le dice que todo el que le maldijera sería maldecido y todo el que le bendijera sería bendecido (Gen. 12:3). Eso es todo lo que necesito para bendecir y defender el derecho que Israel tiene de existir. La Biblia muestra a Dios como el protector y defensor de Israel. El hecho de que yo la defienda no significa que Israel está más o menos segura, pero si para Dios no fuera importante que sus hijos de todas las épocas bendijeran y defendieran a Israel, ¿por qué hacer tal advertencia en Génesis 12? Dios ha usado a personas y a países para defender el derecho de Israel de existir. En los años más recientes ha usado a la Iglesia norteamericana para casi obligar a sus gobernantes a defender a Israel. Todo aquel que crea que Dios no tiene un plan en estos días finales con Israel, debe estar confundido. Dios usa a países para sus obras, sin importar que en esos países existan segmentos de la sociedad tan perversos como claramente lo son muchos segmentos de la sociedad norteamericana. El antiguo Testamento nos narra la historia de un pueblo, ese pueblo es de Israel. Este pueblo tiene la convicción de ser el pueblo elegido de Dios, ya que entre Dios y los israelitas se realiza un pacto o alianza. Esta alianza puede resumirse en dos cláusulas: Israel se compromete a reconocer a Yavé como su único Dios, a entregarse a él y a cumplir sus designios y mandatos. Dios por su parte se compromete a mantener a Israel como pueblo suyo y a realizar, por su medio, la salvación de toda la humanidad. Dios y los israelitas hacen un pacto cuyas cláusulas son como la constitución del pueblo de Israel, las leyes fundamentales de su existencia como pueblo de Dios. Dios entrega a Moisés – el mediador entre ambas partes – estas leyes (los 10 mandamientos) grabadas en piedra para que sirvan de recordatorio a todo el pueblo. ¿Quién lleva la iniciativa en la elección? La iniciativa la lleva el pueblo de Israel mediante Moisés y también Dios. Sin embargo, la razón por la que Dios eligió a la nación de Israel no fue solamente por el propósito de producir al Mesías. El deseo de Dios para Israel era que ellos irían y enseñarían a otros acerca de Él. Israel fue destinado para ser nación de sacerdotes, profetas y misioneros para el mundo. La intención de Dios fue que Israel fuera un pueblo diferente, una nación de gente que señalara a otros el camino hacia Dios y Su prometida provisión de un Redentor, Mesías y Salvador. En su mayor parte, Israel falló en esta tarea. Sin embargo, el fin principal para Israel, que era el de traer mediante su linaje al Mesías y Salvador, fue plenamente cumplido – en la persona de Jesucristo. Dios eligió a la nación de Israel para ser el pueblo a través del cual Jesucristo nacería – el Salvador del pecado y la muerte (Juan 3:16). Dios primeramente prometió el Mesías después de que Adán y Eva cayeron en pecado (Génesis capítulo 3). Más tarde Dios confirmó que el Mesías vendría del linaje de Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 12:1-3). Jesucristo es la razón fundamental por la que Dios eligió a Israel para ser Su pueblo elegido. Dios no tenía por qué tener un “pueblo elegido”, pero Él decidió hacerlo de esa manera. Jesús habría de venir de alguna nación o pueblo, y Dios eligió a Israel. En el éxodo, Dios se manifiesta a favor de los oprimidos y de las necesidades del ser humano, él salva y libera por lo que nosotros podemos dirigirnos a él depositando toda nuestra confianza para enfrentar los problemas de la vida. La intercesión de Dios en la historia, da una esperanza y ánimo a todos. Al pueblo de Israel le infunde confianza en la promesa de liberación e Israel celebra con cantos. De la misma forma nosotros debemos celebrar, pero no sólo con cantos, sino con acciones. Los textos que hablan de la liberación de Egipto, celebran, alaban y reconocen a Dios Libertador, el más claro ejemplo lo encontramos en el salmo 66, se expresa este prodigio con gran majestuosidad. La tradición judía marca que todo hecho en el que este impregnada la intervención de Dios sea transmitida de padres a hijos, así el hecho del éxodo, de la liberación del Israel de Egipto, pasa de generación en generación, pues es uno de los hechos que marcarán la vida del pueblo de Israel. Dios ama lo que creó y se proyecta en cada momento con su grandeza que hace florecer el desierto, pues él es Dios de vida, el Dios que camina con su pueblo que no lo abandona y acompaña a los hombres en los peligros mortales. Es un Dios cercano. ¿Por qué tanto de la Biblia se enfoca en la historia de Israel y el futuro de su pueblo? ¿Por qué una nación es llamada “el pueblo elegido de Dios”? Estas preguntas son contestadas cuando examinamos el propósito final de Dios para Israel. Cuando Dios le dio Su promesa incondicional a Abraham de que haría de sus descendientes una gran nación, Dios también prometió bendecir a todo el mundo a través de esa nación (Génesis 12:1-3). Por lo tanto, Israel nunca fue considerado como el único recipiente de las bendiciones de Dios, sino en cambio, como un canal para las bendiciones de Dios para toda la humanidad. Los milagros de Dios con Israel, tales como la dramática liberación de Egipto, no estaban destinados solamente para los israelitas mismos, sino para evidenciar el absoluto poder y singularidad de Dios ante un expectante mundo politeísta (Éxodo 7:5; 14:18; Josué 2:9-11). El Mesías que vendría a través de la nación de Israel, siempre estuvo destinado a ser el Salvador de toda la humanidad (Isaías 49:6). El Antiguo Testamento también contiene muchas invitaciones dirigidas al mundo entero para venir y adorar al único Dios verdadero en Israel (Salmo 2:10-12; 117:1). Basados en los eventos recientes en la Tierra Santa, es claro que la promesa de Dios a Abraham está siendo cumplida todavía. Por consiguiente, la promesa de Dios de bendecir a todos los pueblos a través de Israel es absolutamente evidente todavía. Las enseñanzas, ABEL REYES TELLEZ PRESIDENTE NACIONAL PARTIDO SOCIAL CRISTIANO NICARAGUENSE .PSC. ESCRITOR CRISTIANO [email protected] TEL.505 .2249 3460
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 12:29:25 +0000

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