JUAN BENZO (nota publicada en nuestra edición impresa de Abril - TopicsExpress



          

JUAN BENZO (nota publicada en nuestra edición impresa de Abril 2012) La historia de Juan Benzo es la misma de muchos inmigrantes europeos que llegaron al país con el fin de lograr una vida mejor. Tiene 81 años. Con su esposa Mary tuvieron a su hijo Carlos, que a su vez les dio dos nietas, Lourdes de 14 años y Victoria de 2, que viven lejos, mucho más lejos de lo que Benzo quisiera, para poder verlos mas seguido. Llegó de Italia el 26 de Diciembre de 1951, cuando tenía 20 años, junto a un hermano. Fué a vivir a Mataderos, en la calle Carhúe, “ y para vivir en Mataderos había que tener coraje” – dice Benzo- refiriéndose al olor que emanaba de los frigoríficos de la zona. Fueron con su hermano a la casa de una hermana que había venido unos años antes. Con el dueño de la casa arreglaron para construir una piecita en la terraza para Juan y su hermano, que fueron los dos que llegaron últimos. Durante dos años más vivieron juntos en Mataderos hasta que llegaron sus padres, que primero alquilaron un departamento en Lomas del Mirador y luego compraron un terreno en San Justo , en la calle Almafuerte a una cuadra de Pcias. Unidas y construyeron su casa ahí. Juan y su hermano, enseguida que llegaron, con la convicción del que “llegó para quedarse” consiguieron trabajo. Primero en la construcción. Tiempo después a Juan le salió un trabajo en una fábrica de embutidos, porque desde Italia había traído algún conocimiento del trabajo con la carne, y progresó rápidamente. Cambió dos veces de empresa hasta que fué a trabajar a una fábrica de fiambre alemán, porque quería aprender como se hacía. Tuvo la mala suerte de enfermarse de brucelosis, dado que trabajaban con la sangre de los cerdos para fabricar el fiambre. Y por esa época no existían los controles sanitarios que son obligatorios hoy en día. Estuvo 6 meses para curarse y el diagnóstico médico fue terminante: no podría trabajar más con la carne. Y tuvo que buscarse trabajo en otro rubro. La metalurgia apareció en su vida, y fué la que posibilitó que tuviera el negocio que durante tantos años sirvió de referencia en nuestro barrio. Llegó al barrio en el año 1958, después de haber comprado gracias a un crédito del 2do. Plan Quinquenal de Perón, un terreno frente a la casa que sus padres habían construido en la calle Almafuerte. Por medio de un crédito del Banco Provincia pudo construir su casa. Pasados unos cuantos años, la vendió y se vino a Villa Constructora, donde compró el “chalecito” que tuvo sobre la calle Lezica. “Vine por culpa de Frondizi” – nos dice Benzo- que perdió muchísima plata porque una vez que vendió su casa en San Justo, por el año 1958, las cosas aumentaron un 50%, de tal manera que su dinero había perdido el valor y no le alcanzaba para poder comprar otra vez en San Justo. Por esa época, el barrio no era el que conocemos. Había pocas casas. Y pocos vecinos. Hasta Figueroa Alcorta llegaba la quinta de Bonino “ahí íbamos a comprar la fruta y la verdura” – recuerda Benzo En la esquina , frente a donde tuvo su negocio, donde en una época funcionó el Club Edison, había una fábrica de refrescos. Circulaba el colectivo 96, iba por Lezica hasta Terrada y de ahí tomaba por Sarratea. Eso fue lo que entusiasmó a Benzo para comprar la esquina. Tuvo uno de los pocos teléfonos del barrio. Casi un triunfo, si tenemos en cuenta que los teléfonos tenían una demora de tres o más años en su instalación. Nos cuenta Benzo que puso la librería en el barrio en el año 1966. Trabajaba por ese entonces, en una metalúrgica y a raíz de un accidente que sufrió, los médicos que lo atendieron y la gente del sindicato que lo representaba, le dijeron que no podría realizar tareas pesadas. El problema era que en la fábrica no había tareas livianas, todos eran trabajos pesados. Entonces los dueños decidieron despedirlo y pagarle una indemnización ya que no había trabajo que Juan pudiera realizar. Es fácil de imaginar la desesperación de Benzo, que se encontraba, por esa causa, con su mujer y su hijo de 3 años sin un trabajo fijo. Con la ayuda de sus padres y sus hermanos, pudo construir en el chalet que tenía sobre Lezica, una losa en el frente y allí instalo un kiosco. Benzo vendía libros para la Editorial Codex durante el día y su señora atendía el kiosco, la casa y al hijo. Cuando volvía del trabajo, el se ocupaba de atender el negocio Recorría con su trabajo San Justo, Ramos Mejia y alrededores, esperando el momento en que el “kiosquito” diera para vivir. Y por suerte, gracias al trabajo incansable de esta familia, el momento de dedicarse por completo al negocio llegó. Fueron agregando mercadería y, de a poco, agrandando el negocio. Construyeron una losa en la esquina de Parral y Lezica, la emblemática esquina del barrio. Estuvieron en el local de los comienzos, sobre la calle Lezica, hasta el año 1972, cuando lo trasladaron a la nueva construcción. Ya instalados en el negocio que todos conocimos, fueron haciendo, de a poco, un comercio polibrubro, ya que el cliente podía encontrar artículos de los mas variados rubros: golosinas, cigarrilos, librería, tienda, bazar. “Yo traía toda la mercadería que podía traer, nunca tuve miedo y por eso fuimos adelantando. Tenía crédito en todos lados “ nos dice Benzo, con la naturalidad de quien ha vivido otra época lejana donde dar la palabra y tomar un compromiso era mas importante que firmar un papel ó presentar garantes. En esa época – comenta Benzo - la gente respondía al comerciante. No había supermercados, hipermercados y toda esa gama nueva de comercios que surgieron en el país hace ya un tiempo. “Se vivía en el barrio y para el barrio” dice Benzo , mientras recordaba que por esos tiempos algunos colegas comerciantes no querían que al barrio entraran muchas líneas de colectivos por miedo a perder clientes y que estos fueran a hacer sus compras a San Justo. “Esto no es joda. Cuando uno tiene un negocio que funciona es mucho trabajo” dice Benzo poniendo énfasis al referirse al trabajo que había elegido y en el que estuvieron con su esposa durante 28 años. “Muchas veces me levantaba a las 3 de la mañana para ir a buscar libros o mercadería. Dormía 2 ó 3 horas por noche. Menos mal que al hijo pudimos convencerlo de que siguiera estudiando.Él estudíó, es ingeniero agrónomo y está muy bien “- desliza Benzo el comentario sobre su hijo Carlos, al hablar del sacrificio que significó para el y su señora el trabajo en el negocio. Carlos, siendo un joven, cuando tenía tiempo libre en sus tareas para la facultad, ayudaba a sus padres en el negocio. Cambiando precios, calculando porcentajes, arreglando vidrieras. Una tarea muy cansadora porque tenían en lista alrededor de 400 artículos, a los que había que cambiar precio casi semanalmente. “Una tarea importante porque si yo tenía que cambiar los precios no podía ir a comprar mercadería “-nos dice Benzo- Con respecto a su relación con los “chicos” del barrio, Benzo nos explica su interesante filosofía que lo llevaba a no confrontar: “Traviesos siempre fueron travieso, pero nosotros jamás nos pusimos contra los pibes. Acá hicimos las dos vidrieras bajitas, con un umbral bajito para mostrar la mercadería, pero ellos venían a sentarse allí y nunca los corrimos. Y es el día de hoy que todos me saludan, me respetan*. Nunca me hicieron ningún daño. Escribían las paredes, pero siempre mas allá del negocio. Siempre hay que tratar de no ser prepotente. Porque si uno se hace el prepotente, pierde como en la guerra. Hay que ser pacífico” - dice con infinita sabiduría. En el negocio de Benzo uno siempre encontraba lo que buscaba. Y si por casualidad no había, existía siempre la promesa de que al dia siguiente se lo traían. Y eso se cumplía siempre. La atención que tanto Juan como Mary tenían con el cliente no era una pose, les salía del alma y del corazón. Con paciencia infinita y un trato amable, explicaban o buscaban alternativas a las búsquedas de los clientes. Un amplio horario de atención, de 7 a 13 y de 15 a 21, aseguraba a los clientes poder contar con Librería Benzo casi como hoy contamos con los “super” de cadenas importadas. En el año 1994 Juan y Mary deciden vender el negocio que durante casi tres décadas habían levantado porque sentían que el trabajo era mucho y ellos ya no estaban en condiciones de dedicarle tanto esfuerzo al mismo. Pero el haber vendido el negocio no significaba que Benzo se quedaría en su casa mirando pasar el tiempo. Consiguió un trabajo de sereno durante los feriados en la empresa de transportes Rabbione, que mantuvo durante 4 años. Mientras, en la semana, estuvo trabajando de lunes a viernes como corredor mayorista de librerías. Un poco cansado de ese trabajo, se dedicó a la venta domiciliaria de una línea de batería de cocina de acero inoxidable 18/8 (RenaWare) que cocina y no quema ni pega la comida. “Acá en el barrio le vendí a todo el mundo” dice Benzo, aclarando, por si hiciera falta, que con este producto le fue muy bien. Vendió los productos Herbal-Life durante un tiempo y luego se hizo “volantero “ ( y al recordarlo suelta una carcajada de alegría). Un mayorista en San Justo que vende repuestos para refrigeración (“Refrigeración Enrique” sobre la calle Arieta) le dio la posibilidad del trabajo y estuvo repartiendo volantes hasta hace 2 años. Un problema en la vista no lo deja ser todo lo feliz que quiere, pero lo sobrelleva con voluntad y decisión. Dice tener los achaques propios de la edad y encontró, según sus palabras, en San Justo, una empresa que le brinda el servicio de “masajes” en una camilla con rodillos. “Lo deja a uno como nuevo” asegura Benzo ... y esta vez no está vendiendo ningún producto. Una serie de anécdotas barriales, de cosas entre vecinos, algunas graciosas y otras no tanto, matizan nuestra charla con Benzo en los tramos finales. Es que sus 60 años en el barrio no pasaron en vano por la vida del matrimonio de Benzo y de Mary. Tampoco para los vecinos. Tanto es así, que hoy, después de casi 20 años de no existir más el negocio, la gente sigue llamando a esta esquina, la de Parral y Lezica, “lo de Benzo”. Inconfundible, además, por tener un palo borracho que plantó Carlos, su hijo, cuando era estudiante. Juan Benzo es uno más entre los muchísimos inmigrantes llegados al barrio en la formidable ola inmigratoria que nuestro país facilitó, por los años 1950, a los ciudadanos europeos.
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 20:02:03 +0000

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