Porque, tal vez, seamos nuestros recuerdos. Un día de - TopicsExpress



          

Porque, tal vez, seamos nuestros recuerdos. Un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Mandó mi madre por uno esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parecen que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto (...) me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, (...) dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana Combray. Marcel Proust, En busca del tiempo perdido
Posted on: Thu, 14 Nov 2013 19:09:43 +0000

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