UNA VIRTUD ELOGIABLE Es parte de la naturaleza humana el querer - TopicsExpress



          

UNA VIRTUD ELOGIABLE Es parte de la naturaleza humana el querer justificar las propias acciones y actitudes ante los semejantes. Todos buscamos alcanzar el éxito, ser admirados, tener la razón y convertirnos en modelos a seguir. Nuestro poderoso instinto de supervivencia manda que busquemos posicionarnos en un lugar de privilegio dentro de la estructura social. Sin embargo, el peculiar género humano también se ha caracterizado por comportamientos que sobrepasan al instinto, afinando y estilizando conductas en principio irreflexivas, cuando se pasa, por ejemplo, de la mera actividad de perpetuación de la especie al erotismo, o la simple acción de comer para sobrevivir, a la gastronomía. Naturalmente, habrá quien, crea que el ser humano es bueno por naturaleza, pero en general parece más evidente eso de que originalmente el hombre es el lobo del hombre y a través de la reflexión y los acuerdos, va consiguiendo reglamentar la convivencia en comunidad, moderando sus primitivas pulsiones. Así también, el precario instinto de dominación parece haber ido cediendo ante un concepto seguramente ajeno a la naturaleza: la humildad. En el cristianismo y otras religiones, y especialmente en la filosofía oriental, la sencillez o humildad es una virtud elogiable, mientras que en el pensamiento occidental, es más frecuente que se considere una debilidad. Quizá sea este principio, arraigado en el inconsciente colectivo de varias generaciones, la causa de una profunda tendencia a la "apología de uno mismo". El problema aparece cuando el individuo lleva su necesidad de auto justificación hasta los extremos y propicia la aparición de conflictos con otras personas. Para defenderse se vale de una sobrevaloración de sus propias posturas, hasta creer que sus criterios tienen valor absoluto, universal e irrebatible, con la consecuente minimización de las ideas ajenas y una total falta de receptividad hacia los conceptos que le son extraños. Pero detrás de esta exagerada afirmación del ego, parecen esconderse siempre algunos complejos y temores frente a los cuales la arrogancia y la agresividad funcionan como escudos: quien miente seguramente se siente insatisfecho frente a su realidad y quien insulta en el fondo es presa del profundo miedo de ser aquello que pretende odiar. La humildad, sin confundirla con la humillación, es una actitud vital que, al basarse en el reconocimiento de las propias limitaciones e insuficiencias, permite crecer, va de la mano con la tolerancia y por ello da paso a una mayor cantidad de conocimientos. Por el contrario, una actitud pedante llega a ser una muralla cerrada ante todo lo que pueda parecer diferente, y responde siempre con la inútil crítica destructiva, rechazando toda posibilidad de guía o de rectificación. Cuánto bien nos haría a todos abandonar por un momento esa adicción al discurso de auto disculpa, a la continua alabanza de uno mismo; y aceptar la propia mediocridad, admitir los errores, escuchar a los demás incluso cuando en principio sus opiniones nos puedan parecer absurdas... en suma, aprender a olvidarnos del ego por un momento.© ©Semanario Clasificados de la Plaza Edición N° 35 Pérez. Domingo, 8 de septiembre de 2013
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 03:47:55 +0000

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