Yo vivía feliz con mi esposa y mis dos hijos en la ciudad de - TopicsExpress



          

Yo vivía feliz con mi esposa y mis dos hijos en la ciudad de Tabasco (México). Trabajaba como contable para una importante multinacional y en un mes ganaba más dinero que lo que obtenía en un año en mis anteriores empleos. Vivíamos confortablemente en nuestra linda casita, recién adquirida. Pero dicen que la felicidad nunca es completa, y es cierto. Mi esposa, que procedía de una familia humilde, se deslumbró con la mejoría alcanzada en su posición social, y pronto me suplicó que la llevase a reuniones de la alta sociedad: quería codearse con la gente que antes la había menospreciado por ser pobre. Fue en una de esas reuniones que mi vida cambió por completo. Unos hacendados muy importantes habían invitado a mis jefes a una comida que se celebraría el siguiente domingo en su finca, sugiriéndoles trajesen consigo a las personas de su entera confianza. Como en esos momentos así me consideraban, me invitaron a acompañarles junto con mi esposa. Claudia, así se llamaba la mujer de mi vida, se entusiasmó con la idea de asistir a una comida en la que estarían las más importantes personalidades de la ciudad. Como no podía negarle nada accedí a que fuésemos al almuerzo. Mi esposa se puso su mejor vestido, y a decir verdad estaba hermosísima. Nos trataron como si nosotros ya formásemos parte de la alta sociedad, y Claudia se movía entre esa gente como pez en el agua; había nacido para triunfar. La comida se prolongó por espacio de una hora, tras la cual se celebró una animada sobremesa con la participación de la mayoría de los comensales. Entre charla y charla nos fueron sirviendo un trago tras otro, hasta que ya no nos cupo ni una gota más de licor. Como ambos estábamos bastante mareados preferí que saliéramos a tomar un poco el aire. Ya en la calle, caminamos un trecho para que el aire fresco que corría nos hiciese efecto sobre nuestras abotargadas mentes. Todavía paseando de la mano nos topamos con lo que parecía ser un borracho tumbado en el suelo, pero nada más lejos de la realidad, pues el sujeto estaba haciendo «teatro». Cuando le dimos la espalda se incorporó de un salto y me agarró del hombro haciéndome trastabillar. Cuando me disponía a encararme con él, me levantó del suelo, como si fuese una simple pluma, y me arrojó violentamente contra un árbol que se encontraba en la acera de enfrente. Del fuerte golpe que recibí en la cabeza quedé inconsciente, y de lo que sucedió a continuación no pude ser testigo presencial. Por lo que luego supe, el atacante era un vampiro al que yo no le interesaba en absoluto, pues se sintió atraído únicamente por el olor de la sangre de mi esposa. Conmigo fuera de combate pudo saciarse a su gusto, pues Claudia no pudo oponerle resistencia alguna. Cuando desperté, ella yacía muerta a mi lado. Dos pequeños orificios en su cuello eran la prueba del ataque del vampiro. A raíz de su muerte casi me vuelvo loco. Dejé a mis hijos al cuidado de mi cuñada, hermana de Claudia, que les adora, y me dediqué durante los dos siguientes años a buscar a su asesino. Antes, me puse en contacto con los más importantes especialistas en seres «extraordinarios» y ellos me enseñaron todo lo que ahora sé. Mis hijos se acostumbraron a vivir con su tía y yo me dediqué de forma profesional a la búsqueda y eliminación de los chupadores de sangre. El encontrar y destruir al que había asesinado a mi esposa me causó un enorme placer.
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 02:44:36 +0000

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