Del escritorio del P. José Castillo, Ph. D. Queridos hermanos y - TopicsExpress



          

Del escritorio del P. José Castillo, Ph. D. Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, Para este fin de semana la Palabra de Dios nos cuestiona profundamente. En general todos los profetas que hablan por boca de Dios llevan consigo la denuncia de los abusos y las injusticias que provocan una desigualdad social. Mientras algunas personas gozan de gran abundancia de riquezas y poder, otros considerados pobres, son condenados cada vez más a la miseria y la indignidad. Por el contrario la experiencia de Dios va dirigida a toda la humanidad: Construir entre todos los hombres y mujeres de este mundo la gran familia de Cristo. Y consiste en ir creando una fraternidad que compartes sus dones y va sembrando espacios de justicia, de amistad, de solidaridad, de comprensión, de aceptación de todos. Dios en su Palabra nos trae varias enseñanzas: Primera: ¡El espejismo humano ante la comprensión de la verdadera felicidad! Había un rico que se vestía de púrpura y de lino... Se trata de una narración con la mirada puesta en la moraleja o conclusión que de ella se debe sacar. Estimo que es mejor considerarlo como una parábola. En este caso todo el conjunto del relato ilumina una realidad de orden religioso. Esta lectura está estrechamente relacionada con la primera que hemos proclamado hoy tomada del libro del profeta Amós. El resultado de la vida disoluta del pueblo de Israel fue la destrucción como reino y el exilio (esto en el tiempo de la figura y la preparación). En el tiempo del cumplimiento del proyecto salvador la contraposición es la vida presente y caduca y la vida eterna y feliz para siempre. Esta parábola está recogida sólo por Lucas. Y es elegida por él porque encaja adecuadamente en su pensamiento general manifestado a lo largo de su relato: desde el Magnificat (aunque se trate de una composición de los primeros cristianos para glorificar a Dios por el misterio pascual en el que se realiza la salvación del mundo, Lucas la coloca sabiamente en labios de María a los comienzos de la realización del plan salvador de Dios en Jesús). En ese canto leemos: Derribó de sus tronos a los poderosos y ensalzó a los humildes (Lc 1,48.52). Vuelve a aparecer en el momento en que recoge las bienaventuranzas o congratulaciones de Jesús. Cuatro de estas congratulaciones las ha tomado de la misma fuente que Mateo y se las suele calificar como bienaventuranzas de situación, es decir, que se proclama bienaventurados o Jesús se congratula con aquellas gentes sometidas, de una forma violenta, a situaciones dolorosas y humillantes. Lucas realiza dos cambios: en primer lugar, subrayando el ahora y el después. En segundo lugar, añade: ¡Ay de vosotros...! Todas estas aclaraciones nos permiten captar mejor el sentido de la parábola proclamada hoy. La fuerza evocadora y la urgencia de este mensaje deben alcanzar al corazón de los hombres de nuestro tiempo poco preparados para captar y saborear tan paradójica enseñanza. Segunda: ¡La clave de la solución a este drama humano se encuentra en la Palabra de Dios! Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto. Lucas valora adecuadamente los signos realizados por Jesús tanto en la naturaleza como en las personas. Y los interpreta de un modo personal y singular: son expresiones de la bondad y de la misericordia de Dios a través de Jesús. Y recoge algunos signos de la fuente propia de tal manera que sólo aparecen en su obra (vg. la resurrección del joven hijo único de una viuda en Naím). Pero Lucas insiste, de un modo especial, en la fuerza, dinamismo y necesidad de escuchar la palabra de Dios (Lc. 8,21). En la interpretación de la parábola del sembrador (8,15; cf. Lc 11,27-28). Es una escena muy similar a la que narra en 8,19-21 (que comparte con Marcos y Mateo). Los dos textos expresan cuál es la verdadera grandeza ante los ojos de Dios. María encarna bien esta definición de creyente, pues ella fue la primera en aceptar, acoger y reflexionar la Palabra de Dios y hacerla fielmente vida en ella (Lc 1,38; 1,45; 2,19.51). Estas escenas son propias de Lucas y reflejan la actitud de María para escuchar y meditar la palabra de Dios. Por tanto, este pensamiento con el que Lucas termina el fragmento que hemos proclamado hoy es coherente y en armonía con su tendencia a valorar la escucha de la palabra de Dios. La palabra interpreta los gestos. La resurrección de un muerto puede recibir múltiples interpretaciones: desde la negación por entender que se trata de una obra de magia hasta tergiversarlo. Pero el camino de la palabra y su escucha atenta es más seguro, piensa Lucas, y más acorde con un Dios personal que habla a los hombres y mujeres manifestando su única Palabra. A ti que lees este mensaje te invito a que te preguntes: Eres solidario con los pobres, o eres como el rico que se la paso en lujos, derroches de los bienes recibidos de Dios?
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 12:04:54 +0000

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