ESTIO En el mediodÃa estival, un sol de fuego, implacable y justiciero, como el castigo de un Dios colérico, suspendido en el lienzo de un cielo lÃquido, de celeste agostado por el tórrido calor, me aplastaba con su plomiza levedad, hundiéndome en la tumba húmeda de mi lecho, en una especie de salada licuación que me envolvÃa en un acuoso sudario. Un pesado abatimiento, que transformaba mis lánguidos miembros en bloques granÃticos y mi cuerpo en un busto basáltico, me convertÃa en Ãdolo de inmerecida adoración. Una lasitud de siglos me invadÃa, apoderándose de cada fibra de mi sofocado espÃritu. Me consumÃa a fuego lento en un borboteo de indolencia. Un cegador silencio, sólo roto por el zumbido de los insectos y el chirriante canto de las cigarras, gravitaba en la estática atmósfera de hiriente resplandor. Esperaba la noche como una promesa de juventud, de resurrección, de abandono del pétreo estado a otro más ligero y diáfano que me permitiera despegarme de la molicie de tedio, aburrimiento y apatÃa que me dominaba. La mágica noche, confinada en su bóveda estrellada, relucÃa, como luciérnaga de cálido frescor, en la plateada sombra de la luna, en el arrullador canto del grillo y en las alas negras de mi espÃritu que, en su agitado enervamiento, anhelaba alzar vuelo, como Icaro nocturno, hacia la honda sima del enigmático firmamento. JL Molano (2013).
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 21:36:57 +0000
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