En 1959 Ramón Menéndez Pidal cumplía noventa años y me enviaron a airear fecha tan señalada. Don Ramón no tenía un gramo de grasa, seguía trabajando todos los días, daba larguísimos paseos y era como un sarmiento reseco, que se movía muy terne en el despacho para enseñarme libros y papeles. Traté de lisonjearle: —Don Ramón, no hay nadie en España como usted, que haya sido propuesto cuatro veces para el Nobel... Se alarmó ligeramente y se apresuró a farfullar: —Sí, sí... Pero no lo diga usted, porque ésa es una prueba de mi fracaso. (Medardo Fraile. EL CUENTO DE SIEMPRE ACABAR. Ed. Pre-Textos, 2009. Pag. 541.)
Posted on: Wed, 10 Jul 2013 00:52:52 +0000
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