Esta es la reflexión del Evangelio de hoy Martes, del Padre Wilson desde Colombia: NO TEMAS, CRISTO HA RESUCITADO “Por qué tienen miedo, hombres de poca fe” (Mt8) Hay tres tipos de temores: el temor natural e inconsciente de perder la vida: “sálvanos que perecemos”, el temor de la presencia de Dios que turbó incluso a la virgen maría: “No temas María, haz hallado gracia delante de Dios y el temor o miedo que produce la presencia del mal o del demonio. Según san juan de la Cruz, hablando de estos dos últimos, los introduce en el camino espiritual como experiencia necesarias que ayudan a consolidar el alma en la fe, mientras que de los primeros dice asi: “Y no trato aquí de otros temores temporales o naturales, porque tener los tales temores no es de gente espiritual”. El que ha nacido del Espíritu conoce sobre todo el poder del espíritu Santo que resucitó a Jesús de entre los muertos, ha visto a Jesús levantado sobre la muerte, en una experiencia de amor poderoso tal que le ha dado la certeza de la vida eterna. “Jesús se levantó u ordenó calmarse a los vientos y al lago”. Así, cuando todo parece que amenaza nuestra vida y la de la iglesia, en oración vemos como el Señor resucitado calma las tempestades y nos devuelve la paz y que cuando el miedo nos toma es que estamos apoyados demasiado sobre nosotros mismos o en algo o alguien que no es eterno. José Luis Martín Descalzo nos regala una profunda meditación que nos invita a una fe mas sólida: “Amigos míos, no temáis, no lloréis como los que no tienen esperanza. Jesús no dejará a los suyos en la estacada de la muerte. Su resurrección fue la primera de todas. Él es el capitán que va delante de nosotros. Y no a la guerra y a la muerte, sino a la resurrección y la vida. No tengáis miedo. No temáis. Cuando Jesús se aparece a los suyos en la resurrección, lo primero que hace es tranquilizarles, curarles su angustia. Y les repite constantemente ese consejo: ¡No tengáis miedo, no temáis, soy yo! Y es que los apóstoles no terminaban de digerir aquello de que Jesús hubiera resucitado. Eran como nosotros, tan pesimistas que no podían ni siquiera concebir que aquella historia terminase bien. Cuando el Viernes Santo condujeron a Jesús a la cruz, esto sí lo entendían. Y se decían los unos a los otros: ¡Ya lo había dicho yo! ¡Esto no podía acabar bien! ¡Jesús se estaba comprometiendo demasiado! Y casi se alegraban un poco de haber acertado en sus profecías catastróficas. Pero lo de la resurrección, esto no entraba en sus cálculos. Lo lógico, pensaban, es que en este mundo las cosas terminen mal. Y, por eso, cuando Jesús se les aparecía, en lugar de estallar de alegría, seguían dominados por el miedo y se ponían a pensar que se trataba de un fantasma. A los cristianos de hoy nos pasa lo mismo, o parecido. No hay quien nos convenza de que Dios es buena persona, de que nos ama, de que nos tiene preparada una gran felicidad interminable. Nos encanta vivir en las dudas, temer, no estar seguros. No nos cabe en la cabeza que Dios sea mejor y más fuerte que nosotros. Y seguimos viviendo en el miedo. Un miedo que sentimos a todas horas. Miedo a que la fe se vaya a venir abajo un día de éstos; miedo a que Dios abandone a su Iglesia; miedo al fin del mundo que nos va a pillar cuando menos lo esperemos. Miedo, miedo. Lo malo del miedo es que inmoviliza a quien lo tiene. El que está poseído por el miedo está derrotado antes de que comience la batalla. Los que tienen miedo pierden la ocasión de vivir. Por eso el primer mensaje que Cristo trae en Pascua es éste que tanto gusta repetir al Papa Juan Pablo II: «No temáis, salid de las madrigueras del miedo en las que vivís encerrados, atreveos a vivir, a crecer, a amar. Si alguien os dice que Dios es el coco no le creáis. El Dios de la Biblia, el Dios que conocimos en Jesucristo, el Dios de la vida y la alegría. Y empezó por gritarnos con toda su existencia: No temáis, no tengáis miedo».
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 14:53:27 +0000
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