LAS MINERAS A PURO HUEVO Y DINERO QUIEREN ENTRAR COMO OVEJAS DISFRAZADAS A LA SOCIEDAD PINTANDO ESCUELAS, PANFLETOS CON MENTIRAS, AGUA EMBOTELLADA, CONCIERTOS, JARIPEOS, SEMILLA DE CULANTRO, REFACCIONES, BECAS DE Q.30.00, Y LA LISTA CONTINUA... Sergio Valdés Pedroni Fieles a nuestra postura de difundir en lo posible las palabras que denuncian el patrocinio minero a la industria editorial, reproducimos un texto de Magalí Rey Rosa, figura destacada de la lucha ecologista en el país. CHISTE DE MAL GUSTO (1) A los organizadores de la Filgua les salió el tiro por la culata, como se dice en buen chapín, pues les alcanzó el rechazo social que provoca el tema de la minería en Guatemala, por aceptar dinero de una empresa señalada por su violencia y sus malas prácticas. La noble tarea de promover la lectura -cuando la misma es una herramienta crucial para salir del estado de indefensión en que se encuentra la mayoría de la población, y un vehículo importante para recibir información- queda en entredicho cuando una feria del libro acepta dinero minero. La minería metálica está en el centro de un problema grave que afecta a buena parte de la población guatemalteca. El sector minero transnacional se asoció con funcionarios de Gobierno y parte del sector industrial local con el fin de conseguir territorios, licencias y aprobaciones para explotar minerales metálicos y lo logró; pero la mayor parte de la gente que vive en los territorios a ser minados no acepta la actividad minera; esa “diferencia” creó el conflicto. La desigualdad de fuerzas entre estos dos sectores es abismal, y la población lleva todas las de perder. Cuando —hace 10 años— se anunció la llegada de la minería moderna, en Guatemala no se sabía de qué se trataba. Corre el 2013, ahora sabemos cómo opera —en el terreno— una corporación minera global y entendemos qué quiere decir minería química moderna. Desde hace ocho años hay compatriotas que viven con una mina impuesta en su vecindario. Hay dolor guatemalteco en cada onza de oro y plata que se arranca —a fuerza de explosivos— de las entrañas de nuestra tierra. La minería es la gran amenaza para el agua, la salud, la paz y el futuro de cientos de comunidades en las áreas mineras, allá donde la gente ha decidido resistir. Ese conflicto lo armaron los que imponen la minería metálica. Como es odiosa en las comunidades donde hay explotación, las mineras recurren a estrategias subliminales, como patrocinar una feria de libros, una exhibición de museo, la publicación de panfletos “educativos”, o competencias deportivas, con lo que pretenden seducir a la gente que poco entiende de minería. Se trata de hacerle creer al público que las mineras se interesan por la gente, que son buenos vecinos. Los malos, los peligrosos, según sale en el programa de periodismo investigativo, son los pobladores. Eso se llama criminalización de la lucha social. Aceptar ese dinero fácil fue traicionar a quienes resisten pacíficamente la imposición minera, darles la espalda a ellos y a quienes esperamos la feria por sus eventos literarios y de pensamiento social. La Filgua no necesitaba limosna minera. Para las comunidades y los pueblos indígenas —tal vez con menos recursos económicos aún que los escritores— hay cosas más importantes que el dinero; como la salud, el agua y la dignidad. Y no sé si sería chiste de mal gusto o casualidad que hayan dedicado esta Filgua a la mujer; porque las mujeres son las más afectadas negativamente por la minería. Por eso, el domingo a las 6 pm, en la Filgua, salón Leonor Paz y Paz, un grupo de mujeres comparte —con el público interesado en escuchar argumentos— su experiencia con la industria transnacional que se dedica a la explotación de metales. (1) Prensa Libre, agosto 3 de 2013.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 19:29:10 +0000
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